El primer domingo de este 2024, Javier Milei habló en una de sus radios preferidas de Buenos Aires e insistió con la idea de implementar las Sociedades Anónimas Deportivas en el fútbol. Dio por seguro que Chelsea de Inglaterra tiene interés en al menos seis clubes argentinos, entre los cuales estaría Newell's, replicando algo que el youtuber, influencer o como se le llame, Felix Johnson, dijera luego de que el propio presidente de la Nación metiera a las SAD en el DNU hoy vigente, como un acto de extrema necesidad y urgencia.
Es más, Milei justificó ahora la necesidad y urgencia diciendo que es por la lluvia de inversores que parece están haciendo cola para desembarcar en el fútbol argentino. Y afirmó además que se trataría de una inversión rápida y fácil, ya que no requeriría por parte de los eventuales compradores invertir, valga la redundancia, en infraestructura, que los clubes tienen en funcionamiento. Un elogio encubierto a las asociaciones civiles sin fines de lucro.
Pero no sólo eso, usando el ejemplo de Chelsea, no se puso colorado en decir que así el éxito estaría asegurado. Mayor inversión, mayor éxito. "Como hincha de Boca, preferiría que vengan extranjeros a invertir una fortuna de plata para que Boca gane siempre y River no nos pueda ganar un partido". Así de lineal.
Pero a los números hay que remitirse para rebatir tamaña aseveración. Chelsea, comprado a fines de mayo de 2022 por el magnate Todd Boehly de Estados Unidos, país que tanto admira Milei, fue el club que desde entonces más gastó en incorporaciones en la Premier League, más de 1.000 millones de dólares (entre ellos la compra más cara de un jugador argentino, Enzo Fernández, al Benfica), con lo cual quedó 12º y sin presencia internacional en la temporada 22/23. Y ahora marcha justo en mitad de tabla, 10º, en la 23/24, también lejos de las copas.
Pero además, el Chelsea podría ser imputado de haber incumplido con el fair play financiero, con riesgo de pérdida de puntos o de categoría. Una joyita el club londinense que usó de ejemplo, del que la ministra de Seguridad y excandidata a Presidente, Patricia Bullrich, se lamentó que no se haya interesado en la institución de sus preferencias, Independiente.
Es cierto que la Premier League, creada a principios de los 90 cuando permitió el ingreso de los capitales extranjeros a sus clubes, es hoy la liga más poderosa en cuanto a figuras y nivel. Y que un Manchester City, que estuvo a punto de desaparecer, llegó a la cúspide de la mano de los dólares árabes, pero los ejemplos en contrario abunda también, en ese país y en las ligas poderosas europeas. Por lo que una cosa no lleva necesariamente a la otra.
Por eso mismo, bajo esta teoría de que SAD=triunfo, ¿cómo se explicaría que en España, por ejemplo, donde las SAD fueron impuestas también en la década del 90, Real Madrid y Barcelona, que se mantuvieron (junto a los vascos de Bilbao y Osasuna) como asociaciones civiles, hayan monopolizado casi todos los títulos? ¿O que quebraran varios clubes-sociedades anónimas y desaparecieran?
Lo cierto es que Argentina se mantiene como una de las pocas ligas más importantes del mundo en no permitir la intromisión de las SAD y tan mal no le fue, si la medida son los resultados. El fútbol argentino es el actual campeón del mundo, hace 8 años fue subcampeón, siempre es protagonista en los mundiales y en cada competencia que encara.
Se podrá discutir que a nivel clubes viene perdiendo incidencia internacional ante un Brasil que sí permite las sociedades anónimas, pero tampoco esa distancia es tan marcada ni imposible de achicar.
También se podrá argumentar que la mayoría de los campeones del mundo juegan en las ligas europeas donde rigen las SAD (no en todas, en Alemania por ejemplo, rige la ley del 50+1 a favor de los socios para las votaciones), pero todos ellos fueron formados en los clubes de los socios de acá, los profesionales por supuesto, y antes los amateurs de barrio, como Abanderado Grandoli en el caso de Messi, El Torito o Sol de Cuyo en el de Di María, o 6 de Mayo en el de Angelito Correa.
Ninguno de ellos persigue un afán de lucro, aunque necesite por supuesto de dinero y una conducción financiera acorde para subsistir. Son bancados por los socios, son espacios de contención y reunión social, de encuentro, algo que a las SAD poco le importa porque su única razón de ser es la ecuación costo-beneficio. Y ni siquiera con eso pueden garantizar el mentado éxito del que habla el presidente de la Nación, a veces ni la subsistencia.
Una caricatura del éxito al cabo, que pone sobre la mesa en realidad dos visiones de vida. Por un lado, la búsqueda del beneficio económico como único fin, con medios que sólo aluden a inversiones privadas. Y por el otro, que cualquier actividad que sea debe pensarse por y para el beneficio del conjunto, y en todos los aspectos además del económico.
La diferencia está en que a los que sostienen la primera postura nada les importa de la segunda. Y, al revés, los que sostienen la segunda no descartan la primera como un medio para canalizarla.
Eso está en discusión en el país hoy. Las SAD son apenas un claro ejemplo de ello.