Con su jugada, el antecesor de Alberto Fernández intenta disimular debilidades estructurales y que lo exponían más temprano que tarde si iba por su segundo tiempo. Ya sea en las Paso, las generales o un balotaje o a la hora de gobernar e ir por el programa de reformas que no pudo, no supo o no quiso llevar adelante entre 2015 y 2019.
Conscientes del amplio rechazo que cosecha Macri en vastos sectores de la sociedad, en Juntos por el Cambio y en particular en el PRO saludaron la decisión del ex jefe de gobierno porteño pero no se activó ni el más mínimo operativo clamor.
Sin ningún dirigente que le pida que revea su paso al costado, Macri abre la puerta a la sucesión en un partido armado a su imagen y semejanza. La pregunta es quién se quedará con la mayor parte de la herencia política y simbólica del fundador: ¿Será la ascendente Patricia Bullrich y su línea dura, más cercana a la de Javier Milei? ¿O será Horacio Rodríguez Larreta, fiel ladero y eficaz administrador en la casa matriz del PRO?
Una paradoja: para no convertirse en el “presidente marioneta” que Macri cuestionó en el video que subió hace una semana a sus redes sociales quien gane la pulseada en Juntos por el Cambio deberá diferenciarse e incluso confrontar con Macri para reafirmar su propio liderazgo.
Sobre todo, si el ex presidente de Boca interpreta que un nuevo gobierno de Juntos se desvía del rumbo o va demasiado lento.
Del otro lado de la grieta, la movida de Macri es una mala noticia para el Frente de Todos, que veía al presidente de la Fundación FIFA como el mejor candidato opositor para tratar de retener el gobierno.
Sin el ex presidente de Sevel en cancha, se debilita el pegamento original de la alianza montada en tiempo en 2019 y se resiente uno de los ejes principales de la narrativa electoral: la amenaza del regreso de Macri al poder.
Es otro dato negativo que se suma al 39,2% de personas bajo la línea de la pobreza en el segundo semestre de 2022, una inflación de marzo que comenzará con 7 y una sequía brutal que deshidrata no sólo la economía sino también las expectativas electorales del peronismo.
Pese a los dardos de Cristina Kirchner contra “el norte” es el salvavidas de Joe Biden vía el FMI el que salva del naufragio a los Fernández, que todavía deben nadar ocho largos meses para llegar al traspaso de mando.
Si efectivamente ambos cumplen sus promesas y ni Cristina Kirchner ni Macri figuran en ninguna boleta se abrirá una etapa en la que ninguno de los dos grandes emergentes de la crisis de 2001 estará en el centro de la escena.
Antes esa nueva etapa que todavía aparece borrosa, el corrimiento de Macri repercute en las provincias, donde las necesidades locales y los acuerdos —y desacuerdos— nacionales obligan a varios actores al contorsionismo político.
En Santa Fe, implica despejar una figura irritante, que era para varios de los principales jugadores del frente de frentes la encarnación de un límite. Aunque en política los límites siempre se dibujan con lápiz y no con tinta indeleble.
“En general ayuda a la cohesión interna, porque evita la tensión sobre todo con el socialismo y con el radicalismo, que tiene una historia de dificultades con Macri. Además, tampoco era ese gran elector que te sumaba, estaba muy lejos de ser el de 2015”, analiza un armador de la UCR.
En la alianza que se presentará en sociedad el 25 de abril en Cayastá se perfilan dos polos. Con el PRO de Gabriel Chupitaz y Gisela Scaglia y el partido UNO de Walter Ghione como aliados, Maximiliano Pullaro acentúa el perfil de sheriff. Más, después de la amenaza que sufrió hace diez días.
En el entorno del ex ministro de Seguridad están convencidos de que hoy lideran la carrera. “La sociedad busca certidumbre y en todos los espacios los liderazgos principales son los que tienen un perfil nítido, sin pliegues. Te pueden gustar más o menos, pero con Macri, Cristina y Milei sabés lo que son”, señala un dirigente de su riñón.
https://twitter.com/maxipullaro/status/1641761003179319296
En el otro rincón, se muestra el espacio que se juntó ayer en Vera: el radicalismo de Carolina Losada, Dionisio Scarpin y Julián Galdeano; el socialismo, con Clara García como carta principal; el PRO de Federico Angelini, el sector de Pablo Javkin y otras expresiones del no peronismo.
Antes de ese encuentro en el norte de la provincia Scarpin lanzó su candidatura con una campaña que, reconocen en su laboratorio, generó reacciones mixtas. “Tremendo impacto, alta negatividad, gran oportunidad”, sintetizan.
Con el papel de duro ya tomado por Pullaro, Scarpin buscó posicionarse desde otro ángulo frente al problema de la inseguridad, ya sea para anotarse como el candidato del espacio si Losada no es candidata o tal vez intentar repetir la fórmula ganadora de 2021.
Semana a semana, se repite la pregunta de si al final jugará la senadora nacional, una incógnita que impacienta hasta a sus propios socios. Esta semana, Losada se cruzó con Marcelo Lewandowski, el otro gran interrogante de la política santafesina, por la sesión del Senado que se cayó y en la que se iba a nombrar tres jueces federales en Santa Fe.
La pareja de la periodista, el senador formoseño Luis Naidenoff, se encuentra en el grupo de dirigentes radicales que vuelan cerca de Bullrich. Un acuerdo nacional podría desembocar en un entendimiento para que Federico Angelini —que suena para presidir el PRO nacional— sea el candidato a vicegobernador de Losada.
Ese esquema, con ADN Juntos por el Cambio, prácticamente obligaría al Partido Socialista a ir con candidaturas propias en todas las categorías en las Paso. Más allá de que después de las Paso todos se junten y hagan campaña por una sola lista.
La heterogeneidad y los intereses divergentes llevan al pullarismo a señalar que la postal de Vera es efímera. “Es un error pensar que eso es un espacio. Tenían la necesidad de mostrar musculatura frente a un espacio como el nuestro que está mucho más sólido. No van a ir juntos, esta foto no se va a poder repetir en 15 o 20 días”, asegura un entornista del candidato radical.
Con todos los negociadores jugando partidas simultáneas, uno de los principales focos de atención es la lista de diputados.
Más allá del desgaste del peronismo, la principal hipótesis sigue siendo que si se presenta el gobernador Omar Perotti se llevará los 28 diputados de la mayoría. Eso deja 22 bancas para el resto de las fuerzas. Suponiendo que entre la centroizquierda y el espacio de Amalia Granata puedan llevarse ocho asientos, quedarían unos 14 para distribuir entre los diez partidos del frente de frentes.
Tras bambalinas, el concepto de moda es “franja de seguridad”, la zona de la lista que garantiza un asiento en la próxima Legislatura. “Nadie compra un lugar abajo del puesto 5”, indica un armador del frente, donde las expectativas de los caciques y las tribus superan a los lugares disponibles para repartir.