Rejas, alarmas, cámaras, monitoreo, botón de pánico, seguros de caja, personal de vigilancia o adicionales de policía son algunas de las herramientas a las que recurren los dueños de los locales de los centros comerciales barriales. Si bien la lista puede ser más o menos extensa o sofisticada, lo cierto es que en los últimos años estos servicios ya representan uno de los principales costos fijos de negocios pequeños o medianos, en algunos casos tanto o más importante que la factura de electricidad. En el caso de las galerías del centro, el rubro de seguridad ya se lleva entre el 40 y el 60 por ciento de las expensas comunes. "Es clave para nuestros clientes", sostienen referentes del sector.
La variedad de dispositivos disponibles para prevenir hechos delictivos creció al compás de la crisis de seguridad que atraviesa Rosario. Y si bien no hay estudios locales certeros sobre cuánto invierte el sector comercial en tecnologías o servicios para mantenerse a salvo, referentes de los centros comerciales de la ciudad coinciden en que estos presupuestos crecieron en los últimos años, ya sea por la adquisición de nuevos dispositivos o por el mero efecto de la inflación en los costos de monitoreo de alarmas o de los contratos de seguros o personal de vigilancia.
La Asociación Empresaria de Rosario puso entre las prioridades de su agenda de trabajo la problemática de la intensificación de la violencia en la ciudad. Casi desde comienzos del año, sus autoridades mantienen reuniones periódicas con funcionarios del Ministerio de Seguridad de la provincia y de áreas afines del municipio.
Si bien advierten que la realidad no es la misma en cada sector de la ciudad, donde las tipologías delictivas siguen lógicas y modalidades diferentes. "Para cada zona, lo que le sucede, independientemente del tipo de delito que sea, es lo que le aqueja y es lo que le preocupa al 100%", señala el presidente de la Asociación Empresaria de Rosario (AER), Ricardo Diab, y puntualiza que en cada encuentro con autoridades del Ministerio de Seguridad "cada centro comercial expone cuáles son los casos más recurrentes y las metodologías. Y que estas preocupaciones, tampoco son estancas "va cambiando con el tiempo".
Entre los comerciantes se destaca el valor de este diálogo y el impacto positivo de algunas medidas, como los protocolos implementados en casos de extorsiones o amenazas. Y se sigue reclamando mayor cantidad de efectivos policiales acorde al millón y medio de personas que viven en Rosario y la complejidad del delito. En las zonas donde se realizan operativos de saturación, dicen, los hechos violentos se reducen claramente.
"Es por eso que estamos siempre coordinando con las reparticiones policiales la cobertura del espacio público. En el centro hay buena presencia de efectivos caminantes de la Brigada de Orden Público y de noche hay un dispositivo de refuerzo", apuntó Fabio Acosta, referente de la Asociación Casco Histórico.
Aun así, señala, los comerciantes también asumen parte de los costos. "Por ejemplo, en las galerías que tienen servicio de vigilancia, este es el ítem más caro en los gastos centrales. Sin embargo, para los clientes esto resulta clave y lo valoran. Las galerías del centro son el lugar más seguro para comprar y para pasear. Una joya del centro con esfuerzo privado", destaca.
De acuerdo a un relevamiento hecho por la entidad, estos paseos contratan personal de vigilancia a través de empresas privadas o bien abonan adicionales a la policía. El costo es similar y se lleva entre el 40 y el 60 por ciento de la liquidación de expensas de esos complejos.
Costos "impagables"
El centro comercial de la avenida Alberdi fue noticia hace casi dos meses por una seguidilla de robos que afectaron al paseo de compras. Uno de los locales afectados fue la inmobiliaria Líder, en Aberdi casi esquina Rubén Darío. Por la noche, ladrones rompieron las persianas, ingresaron y se llevaron computadoras y otros bienes. La noche siguiente, con la misma modalidad, entraron en un local de indumentaria de la avenida, entre Reconquista y Almafuerte. Todo quedó registrado en las cámaras de seguridad de los comercios y las imágenes fueron reproducidas en los medios de comunicación.
"Después de que esos episodios se hicieron públicos se hizo un operativo de saturación, con efectivos caminantes y en puntos fijos en la avenida y dos o tres cuadras para adentro. También se ven pasar más móviles y, hasta el momento, no hemos registrado más incidentes", señala Ciro Rizzi, secretario del Paseo Comercial Avenida Alberdi, que se despliega en la zona norte de la ciudad, desde calle Junín y abarcando unas 15 cuadras y más de 300 locales.
La mayoría de los comercios de la avenida tiene más de un dispositivo de seguridad. Las rejas y las alarmas monitoreadas son los más frecuentes. La contratación de vigilancia privada queda sólo para los locales más grandes, como la sucursal del supermercado La Gallega. Para el resto, resulta inaccesible contar con este servicio: representa dos sueldos de un empleado de comercio y los números no cierran.
Hace un tiempo, un grupo de integrantes del paseo a cielo abierto pensó en contratar un servicio de seguridad privada, agrupándose varios comerciantes. De acuerdo a los presupuestos que pidieron, si se adherían unos cinco comerciantes por cada cuadra, abonaban cada uno entre 30 y 50 mil pesos por mes. Un costo que no muchos estaban en condiciones de afrontar en épocas pospandemia. "Para los locales más chicos es un gasto importante", señala Rizzi.
Como la factura de la luz
Sergio Nazzi es secretario del paseo comercial Ayacucho, una amplia zona del distrito sur que abarca unos 250 comercios que se extienden por Ayacucho entre Lamadrid y Battle y Ordóñez y por Arijón entre Bermúdez y Pavón. "La mayoría de los comerciantes son dueños del local y atienden ellos mismos o tienen un solo empleado. Por eso los costos de seguridad están entre los más abultados", destaca.
Por eso, si se contrata personal de vigilancia, el costo de afronta entre varios locales. "Aun así, es un gasto importante, según el rubro debe estar a la par del servicio de luz", advierte y describe que "es un centro comercial bastante tranquilo, que suele tener patrullaje policial y caminantes", algo que no pasa en las calles transversales o con sólo caminar media cuadra adentro del barrio "donde se vive lo mismo que pasa en toda Rosario".
La mayoría de los comerciantes son históricos del lugar y vecinos que viven en el barrio. "No hay sucursales bancarias ni comercios grandes que justifiquen los arrebatos _señala Nazzi_. Los porcentajes de facturación son buenos, pero tampoco resultan tan abultados como para que se pueda hacer tanta inversión en seguridad".