¿Qué encuentran sobre la matriz productiva argentina?
Encontramos que hay mucha masa crítica de producción nacional, que decimos está afectada por un proceso de sustitución inversa, porque está siendo desplazada por importaciones y no se aprovechan cabalmente las capacidades productivas locales. Ocurre por varios motivos. Uno de los principales es que no hay políticas con suficiente decisión y sostenidas en el tiempo, para aprovechar esas capacidades. Y no aparecen por una cuestión ideológica que atraviesa a todo el espectro político, no sólo al sector que propugna el libre mercado y tiende a una primarización de la economía, sino también al otro espectro político, donde aparecen resistencias y preconceptos respecto de la industria. Se la considera ineficiente, o en algunos momentos, se confía demasiado en obtener los dólares de las materias primas cuando sus precios son altos.
¿Hay que resignarse solamente a desarrollar la industria en base a algunos recursos naturales o existe la posibilidad de avanzar en algo mas generalizado?
El tema de los recursos naturales es algo que resaltamos en el informe. Los progresos de estas producciones están muy buenos, nos van a proveer de muchos dólares en los próximos años, pero también creemos que se pueden aprovechar para industrializar el país, como ocurre en algunas experiencias internacionales que relevamos. Un caso es el de Australia con la minería. Ese país exporta tecnología minera por u$s 25.000 millones anuales. Y lo hizo también Noruega con la producción petrolera. Desarrollaron la tecnología, los bienes de capital, incluso el software que se necesita para esas producciones y así promovieron su industria. Eso es algo que nosotros también podemos hacer. Por caso, maquinaria para las extracciones de gas y petróleo en Vaca Muerta; insumos para la minería sobre todo del litio. En Santa Fe se está trabajando en eso. Hay mucho potencial para aprovechar y no está siendo aprovechado del todo, a pesar de que en ese segmento hay un actor público muy importante jugando en ese mercado que es YPF.
Realizaron relevamientos de la cadena de valor y entrevistaron a empresarios que recibieron créditos para invertir. ¿Qué encontraron? ¿Es mucho más diversificada y competitiva de lo que se cree la industria argentina o anda con muletas?
Hay muchas capacidades que no se están aprovechando. Claramente no vamos a poder sustituir todas las importaciones. Estimamos que se pueden sustituir importaciones por u$s 4.000 millones anuales de los u$s 60.000 millones que se importan en productos industriales. Pero igual eso es mucho empleo y muchas capacidades tecnológicas. Una de las cosas que nos marcaban los entrevistados es que hay muchas empresas que reciben asistencia técnica y crediticia de los ministerios nacionales o provinciales para adaptar su producción o para invertir, pero les faltaba que les dirijan la demanda. Muchos de sus clientes, sobre todo los que producen bienes de capital e insumos, son grandes empresas que descansan mucho en las importaciones, en el proveedor internacional que conocen. Y a las firmas locales les cuesta mucho entrar ahí. Una de las cosas que pedían es que se le solicite a las empresas grandes, como YPF, que adelantan sus planes de producción para que las pymes nacionales puedan prepararse para ser proveedores, tanto en volumen como adaptando productos. Los planes de desarrollo de proveedores están subaprovechados. Sabemos que del lado del comprador se requiere un esfuerzo grande para reemplazar a su proveedor. Por eso, una de las cosas que proponíamos es que tenga un beneficio, que puede ser crédito, subsidio, asesoramiento técnico.
¿La restricción externa incentiva o desacelera la posibilidad de sustitución de importaciones?
Debería incentivarla porque es una de las formas de conseguir dólares. Lo que veíamos en las experiencias internacionales es que se trata de una política de mediano plazo. Con la restricción externa hoy se ponen aranceles y trabas a las importaciones por la urgencia. Pero eso no sirve como política de sustitución. No aparecen los proveedores sólo porque se cierra el mercado. Tiene que ser algo más pensado. El informe sirve un poco para eso, para ver dónde están las oportunidades y trabajar con las empresas proveedoras y las compradoras. La protección y la defensa del arancel es una herramienta que viene después. La experiencia internacional muestra que las herramientas de defensa se sostienen por un tiempo limitado, mientras el Estado trabaja con los proveedores para desarrollen tecnología y les impone exigencias de inversión, producción y desempeño. Eso en Argentina falta. Hay muchas políticas de incentivo al productor pero hay pocas exigencias como contrapartida.
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Petróleo y gas. Vaca Muerta crece y tracciona a la industria.
En el mundo ¿En qué estado está la discusión sobre la sustitución de importaciones?
Analizamos también los países del sudeste asiático con reindustrialización más reciente, como Corea y Taiwán. Lo que vemos es que se utiliza la sustitución de importaciones como un complemento de la promoción de exportaciones. La idea es proteger el mercado interno para desarrollar las capacidades localmente, porque es muy difícil exportar desde un principio. Una vez que las empresas son competitivas, se promueve la exportación. Son herramientas complementarias. En Argentina se habla muchas veces de apuntar a la exportación porque a esos países les fue bien haciéndolo, pero no se ve el proceso anterior, en el cual apostaron a desarrollar su industria con herramientas que son conocidas: crédito, protección de la competencia externa, asesoramiento tecnológico. A los que las usaron con esa visión les fue bien. No es fácil. Requiere mucha precisión en la política. En esos lugares también se sostuvieron esas políticas a largo plazo. Nosotros pasamos de cuatro años de un gobierno con un enfoque hacia otro. Eso hace todo más difícil. También se requiere de un aprendizaje de las capacidades estatales para ir mejorando los instrumentos permanentemente e ir corrigiendo lo que se hace mal. Una sintonía mas fina.
¿Todos los sectores pueden encarar un proceso de sustitución de importaciones o hay algunos en los cuales no vale la pena hacerlo?
Encontramos oportunidades en todas las ramas. Por ahí focalizadas en determinados productos. Entre las que más encontramos fueron en maquinarias, productos de metal, plástico, productos químicos, todas con sus particularidades. Por ejemplo, en productos químicos se requiere mucha inversión de capital, escalas más grandes. En la maquinaria son muchas pymes, pero capacidades hay en todas.
Teniendo en cuenta cómo crecieron muchas industrias en el país ¿Se observa en los últimos tiempos alguna inversión estatal o privada creadora de sectores, como lo fueron en otras décadas en el sector de petróleo o acero?
En muchos países lo que vemos es que hay una inversión del Estado, con empresas públicas para producir, por ejemplo, algunos insumos que son de uso difundido y que requieren de mucha inversión de capital. Se hizo en la producción de metales, plásticos, insumos difundidos para la industria. En Argentina sabemos que hay algunos problemas de monopolios que proveen estos insumos, venden caro y dificultan la industrialización. Ahí hay que intervenir. No es fácil. Ahora vendrá mucha inversión en los sectores de explotación de recursos naturales, que van a demandar muchos bienes de capital. Creo que hay una oportunidad y esperemos no se nos escape.
¿Ese proceso debe ser conducido por el Estado para generar desarrollo?
Sí. Sin política pública, no va a suceder. Lo vimos en otros países. En todos los países hubo políticas muy activas para desarrollar esas capacidades. Con libre mercado no sucede. Cualquier proceso de industrialización en el mundo fue impulsado por el Estado, en conjunto con el sector privado. No es que sean todas empresas públicas, todo lo contrario. Es un trabajo conjunto entre el sector privado, público y académico, para proveer la tecnología. Es la articulación de las tres patas.
¿Cómo juega el contexto internacional en este proceso? Se observa que Estados Unidos, por ejemplo, está tratando de localizar las empresas en su país, Hay también una tendencia creciente al uso de monedas que no sean el dólar para el intercambio regional.
Estados Unidos está invirtiendo millonadas en capacidades industriales y mucha de la inversión se está concentrando en su territorio, lo que dificulta un poco la cosa, pero nosotros tenemos la ventaja de tener esta demanda de local que podemos aprovechar. Lo que nos juega en contra es la poca soberanía que tenemos debido al problema de la falta de dólares, que nos obliga a pedir prestado al FMI, a China, al BID. Allí aparecen algunas limitaciones porque los que prestan exigen como contraparte que les compremos. Pero al haber un mundo multipolar, está la oportunidad de negociar con uno y con otro. Es un mundo en movimiento, en reconfiguración. Y ahí tenemos una veta para meternos.
En base al trabajo que hicieron ¿hay alguna discusión sobre su contenido a nivel de empresarios o industriales y que ese material se transforme en una idea o política estratégica?
Sí. Hace poco presenté este trabajo en Apyme donde estaban interesados en discutir esto. El sector de las pymes industriales puede tomar impulso pero se necesita el compromiso de los grandes compradores. A las pequeñas empresas les resulta difícil llegar a ellas porque ni siquiera les atienden el teléfono. Ahí se requiere del sector público.
¿Ves que este tema esté en la agenda política?
Hoy la apuesta fuerte en Argentina está en la exportación de materias primas. Tener estos recursos que se van a explotar cada vez más y van a proveer muchos dólares. La expectativa es que de acá a 10 años se dupliquen las exportaciones. Claramente la principal fuente de dólares está ahí. Las oportunidades de sustitución ofrecen algunos dólares extra, pero sobre todo lo que aportan es empleo, oportunidad de aumentar los salarios, porque con la exportación de materias primas no alcanza para ocupar a toda la población. Hoy en el debate político la centralidad la tienen las exportaciones de recursos naturales, y esto aparece como en un segundo plano en algunos discursos, incluso dentro de un mismo partido o frente hay distintas ideas y prevalecen algunos prejuicios al respecto.
¿Los prejuicios están vinculados a la obsolescencia o hay otros?
Sí, totalmente. Que la industria nunca va a producir eficientemente. Lo que vemos en otros países es que inicialmente se produce con mayores costos porque se está desarrollando la tecnología, trabajando con menor escala. Pero lo importante es que haya una tendencia a la mejora continua, con asistencia técnica del Estado, con exigencia de inversión, hasta que en un momento la empresa va a lograr ser competitiva y no necesitará más de la protección ni de la asistencia. Pero acá prevalecen mucho ese prejuicio. Entonces cada vez que algo falla se toma como excusa para abandonar cualquier esfuerzo en vez de corregirlo, como lo hacen otros países.
¿El costo fiscal elevado también se usa como argumento?
Sí. También. Pero hay varios regímenes que implican costos fiscales muy elevados en la Argentina como es el complejo de Tierra del Fuego, el gas de Vaca Muerta que necesita millones de subsidios. Lo que planteamos es que si el Estado está haciendo un esfuerzo, por ejemplo, en subsidiar a los productores de Vaca Muerta, les puede exigir a cambio que realicen un esfuerzo en desarrollar a los proveedores. Ahí tiene una herramienta y sería bueno que la pueda aprovechar mejor.
En el trabajo que recibió el premio Prebisch del Banco Central abordaste el tema del sector del servicio de tecnología, que ya es considerado parte de la industria junto con las empresas de base científica. ¿Hay allí una oportunidad de arrancar en un sector nuevo industrializando?
Sí, en el sector de servicios tenemos muchas capacidades crecientes, cada vez más. Hay mucha exportación sobre todo de software. Ahora aparecen también oportunidades de otros servicios intensivos en conocimiento, por ejemplo, para estas producciones como la minería. Para que se desarrollen localmente hay que sentarse con las empresas a pedirle que lo hagan porque si no van a venir muchos de esos servicios de afuera. Lo que tienen de bueno los servicios es que requieren de formación de recursos humanos calificados. En Argentina hay muchas universidades y capacidades. Y no necesitan tanta inversión en capital como la industria. Hay sinergias. Muchos servicios se venden a la industria y se complementan. No se puede apostar solo a uno porque lo que funciona es la red. En todos los países los servicios empezaron proveyendo sobre todo a la industria. Lo interesante es apostar a eso, desarrollar el conjunto de la cadena y no sólo quedarnos con la exportación de materias primas.