"En el barrio Rucci, la fe hace milagros", con ese título La Capital publicó por primera vez una crónica del Vía Crucis encabezado por el padre Ignacio Peries. Fue el sábado 2 de abril de 1994, cuando el plan de convertibilidad cumplía su tercer aniversario, La Lista de Schindler arrasaba en los Oscar, las crónicas políticas hablaban de la Convención Constituyente, copiosas lluvias inundaban el noroeste de la ciudad obligando a suspender varios días el clásico en el Gigante de Arroyito y un joven aspirante a cronista de este diario transmitía por teléfono público sus impresiones sobre lo sucedido en "un humilde templo de un barrio obrero", donde unos 25 mil fieles recreaban la tradición del Viernes Santo.
Desde entonces, el ritual fue creciendo: las crónicas del año siguiente hablan de 35 mil personas; en el 97 se cuentan 80 mil fieles, 120 mil en 1998, 160 mil en 1999, 150 mil en 2000, 200 mil en 2001 y hasta 250 mil en 2006, siempre según las noticias de los medios locales.
Pero el primer día de abril del 94, el periodista de La Capital contaba sin ocultar su sorpresa cómo "miles de personas procedentes de numerosos pueblos del interior y de la ciudad desfilaron durante toda la jornada por la capilla Natividad del Señor convocados por la fe y el carisma de su párroco, un misionero de la India conocido como el padre Ignacio a quien se atribuyen sanaciones milagrosas".
La nota no está firmada, pero el historiador Miguel Ángel De Marco (h) todavía recuerda algunos detalles de la improvisada cobertura de esa jornada: "Por entonces yo estaba debutando como aspirante en la sección Información General del diario. Era Viernes Santo y era uno de los pocos que estaba en la Redacción y me mandaron a la iglesia Catedral para cubrir la ceremonia. Pero cuando llego al diario, uno de los secretarios me cuenta que la zona de Parque Field era un verdadero caos de gente, así que salimos con un fotógrafo y un chofer a ver qué sucedía".
A 28 años de aquel día, De Marco confiesa que salió del diario sin mucha expectativa, pero ni bien cruzaron el límite de calle Baigorria empezaron a ver "un montón de colectivos estacionados" que habían transportado a la multitud con la cual se encontraron cuando bajaron del auto. "Cuando llegamos al campito, donde el padre Ignacio daba la misa, ya nos costaba avanzar. Pero, nos pudimos colar entre la gente y los colaboradores para llegar hasta el escenario desde donde daba la bendición final, me quedé atrás suyo y vi cómo alzaba una cruz enorme y hablaba frente a una multitud", cuenta.
De acuerdo a la crónica, las palabras del cura fueron: "Esta noche tienen que vencerse nuestra vergüenza y nuestros temores. Cristo no nos va a dejar solos de aquí en adelante. Padre nuestro que estás en la provincia y en nuestra ciudad, protégenos de la meningitis y el sida".
Lo que vino después es un botón de muestra de cómo se hacía periodismo a mediados de los 90. Cronista y fotógrafo salieron a buscar un teléfono público para avisar que retrasen el cierre, que realmente era una noticia importante. Y desde una estación de servicio transmitieron el texto que se publicó en la tapa del diario. Fue la primera foto que se estampó del Vía Crucis de la parroquia Natividad del Señor en un medio gráfico y, a partir de ahí, la historia del padre Ignacio empezó a ganar cada vez más espacio en las crónicas periodísticas.
Un barrio bien obrero
El 3 de noviembre de 2018, barrio Rucci cumplió 40 años. Inaugurado durante la última dictadura cívico militar, la piedra fundamental del lugar había sido colocada en 1974, en una ceremonia presidida por el dirigente ferroviario Raúl Raviti, quien estaba a cargo de la secretaría adjunta de la Confederación General del Trabajo, propietaria de los terrenos.
Delimitado por las calles Blomberg (al oeste), Palestina (al norte), avenida Camino de los Granaderos (al este) y avenida John Fitzgerald Kennedy (al sur), la construcción del vecindario demandó 5 años.
Luego del golpe de Estado de 1976, las autoridades municipales de facto decidieron cambiar oficialmente la denominación del barrio por 1° de Mayo. Sin embargo, ese acto administrativo no pudo modificar la costumbre de los vecinos, quienes siguieron usando el nombre del dirigente de la CGT, mentor del regreso de Juan Domingo Perón al país, asesinado en septiembre de 1973.
Recientemente, también, fueron a pedir al Concejo Municipal el cambio de nombre oficial. Solo la escuela y el club siguen identificándose con el viejo nombre 1º de Mayo.
José Bounan, el presidente de la asociación vecinal del barrio, llegó a Rucci en los 70. "Fui uno de los primeros . Todos veníamos con la idea de poblar el barrio, de cumplir con nuestro sueño de tener nuestra primera casa. Éramos una comunidad muy unida y con muchas ilusiones, nos encargábamos en conjunto del mantenimiento de las calles y de los jardines", recuerda. El padre Ignacio Peries fue bien recibido en esa comunidad de trabajadores, la mayoría católicos.
Los vecinos lo recuerdan recorriendo las calles de Parque Field y Rucci en bicicleta, con unos anteojos muy gruesos, hablando en un castellano recién aprendido. "El bendito padre Ignacio apareció por el barrio al poco tiempo de que terminara de poblarse, lo cobijó una familia de Parque Field que le enseño a hablar castellano. Y él se portó muy bien con los dos barrios, acá no tenemos más que agradecimiento", dice Bounan.
Para el vecinalista, el cura empezó a presidir los Vía Crucis en el 79. Primero eran pequeños recorridos alrededor de las calles del barrio, "pero por el carisma del padre fueron creciendo, tanto como sus sanaciones iban ganando fama". Esos viernes santos iniciales, "con suerte se sumaban 400 personas", afirma Bounan.
"Aun a nosotros que lo vivimos desde el comienzo nos resulta increíble como creció todo esto", señala el hombre y considera que "todo tiene que ver con el gran carisma que tiene el padre Ignacio". Aunque conoce el trayecto de memoria, aún no se acostumbra a "ver a las personas que caminan descalzas o que van arrodilladas, cumpliendo promesas, o que de desploman cuando están frente al padre Ignacio". Ante esas cosas, dice, se sigue conmoviendo.
Bounan dice que tiene 72 años, "la misma edad que Ignacio, somos los dos del 50", y que el cura bautizó a sus hijos y sus nietos, y más de una vez los bendijo cuando atravesaron una situación complicada de salud "porque nosotros tenemos fe, y creemos que los milagros existen", afirma.
Primero fue la parroquia
Al padre Ignacio ya no se lo ve con tanta frecuencia por las calles de Rucci, pero los vecinos agradecen la guardería, el polideportivo, la escuela secundaria y el terciario que ayudó a construir en el barrio. La primera de estas obras fue la misma parroquia Natividad del Señor, que se inauguró la tarde del 25 de diciembre de 1994.
El entonces arzobispo de Rosario, Eduardo Mirás, inauguró el templo en lo que fue leído como una señal de acercamiento entre "la curia rosarina" y el "carismático cura sanador". Ese día no cabía un alma frente al nuevo edificio de la parroquia, miles de vecinos colmaron el patio del nuevo templo donde Mirás y un joven Ignacio Peries celebraron la misa navideña.
La concurrencia fue tan masiva que "muchos fieles tuvieron que conformarse con escuchar la misa detrás de los tapiales sin poder ver el centro de la escena. Gran parte de los vecinos se acomodó en los balcones de los edificios _donde tenían una vista generosa del patio_ e invitaba a otros a presenciar desde lo alto la misa", según lo describe la crónica de La Capital del día siguiente.
Dos años después, la iglesia volvió a ser noticia. Una crónica del último domingo de marzo de ese año hablaba de la masiva concurrencia generada en la entrega de "turnos de sanación": unas 40 mil personas, de todo el país, habían llegado a barrio Rucci a solicitar una bendición del sacerdote. Sus colaboradores intentaban explicar el fenómeno. "La gente tiene cada vez más necesidades espirituales", aseguraban.
Todo lo que vino después es parte de una historia más conocida.