“El presidente Alberto Fernández anunció en su discurso en el Congreso un programa económico que diverge de las políticas que tradicionalmente el Fondo Monetario lleva adelante en países como el nuestro”, reflexionó el economista Esteban Guida, presidente de Fundación Pueblos del Sur, y mostró su escepticismo sobre la capacidad de la Argentina para torcer el brazo a los lineamientos del organismo una vez aprobado el acuerdo. En cambio, consideró que la negociación debería haberse dado a la inversa, primero “definir una estrategia de crecimiento o de acumulación de reservas” que permita el pago de la deuda para luego hacerla efectiva. “Se puso el acuerdo con el FMI por delante de la estrategia de desarrollo”, inquirió.
—¿Cómo evalúa el entendimiento al que llegó el gobierno con el Fondo Monetario Internacional?
—El tema es complejo pero lo más llamativo es el hecho de que estamos firmando un nuevo préstamo de facilidades extendidas, que ya conocemos porque es del tipo que el FMI viene otorgando. Pero, al mismo tiempo, el presidente anunció en el discurso del Congreso un programa económico con una planificación de objetivos y leyes que apuntan a la industrialización o a incorporar valor a las materias primas argentinas, que diverge y no se condice con las políticas que tradicionalmente el organismo viene llevando a cabo con los países en desarrollo. Me llamó la atención que el presidente hablara de una planificación económica, de promoción y creación de empleo e industrialización, algo que para el país es bastante novedoso respecto a los últimos 45 años desde que se pone énfasis en el perfil exportador de los productos primarios. Si uno mira las medidas económicas que se están llevando a cabo en la actualidad como aumento de tasas de interés, restricción de las importaciones, una aplicación de un control cambiario más exhaustivo para controlar el sector externo, eso difiere de lo dicho en el discurso. Creo importante que envíe al Congreso los nueve proyectos que prometió, pese a que deja cuestiones estratégicas afuera de como la minería o los recursos acuíferos. El año que viene vencen las licitaciones de las centrales hidroeléctricas argentinas, que es un tema para discutir, la hidrovía también.
—El ministro Martín Guzmán presenta al programa como distinto a los anteriores. ¿Es porque no tiene contemplado ajustes ni reformas estructurales?
—Ahí no estoy tan de acuerdo, porque en realidad se habla de reformas estructurales cuando se refieren a lo laboral o previsional. Pero la estructura económica tiene que ver con la capacidad de la economía para generar riqueza con respecto al resto del mundo, y en ese sentido no hay mucho en discusión. Flexibilizar las leyes laborales en el contexto de la estructura productiva actual no es ninguna medida estructural. Estamos en una economía fallida que depende del flujo internacional de capitales. Si no hay un cambio estructural en la matriz productiva, en la generación de riqueza, si le sacamos a uno para darle al otro, difícilmente vamos a poder solucionar los problemas. Si el FMI va a monitorear cada tres meses el programa económico y nosotros nos queremos cambiar nuestro posicionamiento económico y geopolítico a nivel mundial, lo más probable es que el Fondo diga “hasta aquí llegó mi amor, no te desembolso más dinero y entrás inmediatamente en default”. Esa es la conducta que tuvo desde 1944. No deberíamos esperar que cambie su rol mucho menos en este momento internacional tan crítico.
—O sea que este acuerdo no tiene nada distinto de los acuerdos tradicionales del FMI, promete una política ortodoxa de restricción fiscal y de aumento de tasas. ¿En qué medida va afectar la recuperación de 2021?
—Estamos comparando con 2019 que fue un año malo y las medidas que estamos mencionando van a frenar el crecimiento que en 2021 tuvo un efecto rebote. Lo van a llevar a un piso, porque con esta matriz de crecimiento económico, la Argentina empieza a mostrarse deficitaria con respecto al resto del mundo. Si bien la balanza comercial da un resultado favorable porque los commodities están subiendo, tenemos una cuenta de servicios legales y financieros siempre deficitaria. Entonces el crecimiento en sí para nosotros es un problema externo. ¿Qué se hace? ¿Se trata de que la economía no crezca tanto? ¿Cómo se va a crear empleo así? Eso pongo en discusión.
—Ponerle un freno a la economía y medidas como suba de tarifas ¿cómo conviven con tanta inflación?
—Creo habrá un nivel de crecimiento modesto para una economía que tiene que crecer mucho más para generar los empleos que necesita, sobre todo los de calidad, porque estamos con un 8% o 9% de desempleo y la subocupación en la Argentina es muy alta. Va a haber un leve crecimiento, pero claramente no va a ser suficiente para que el país pueda revertir el deterioro de la capacidad productiva necesaria para crear trabajo de calidad, para sanear los problemas estructurales, la pobreza, la exclusión, etcétera. Es complicado cerrar un acuerdo con el Fondo, con todas sus condicionantes de siempre, y al mismo tiempo pretender que la economía genere 800.000 puestos de trabajo genuino en el sector privado.
—¿Cómo evalúa que se encaró la negociación con el FMI? ¿Se podría haber negociado mejor, patear el tablero era válido?
—Patear el tablero creo que es una cuestión que no corresponde porque no eran esas las dos únicas elecciones al momento de asumir el presidente. El mejor tratamiento de la cuestión no tiene que ver tanto con el acuerdo en sí sino con la estrategia de crecimiento y del desarrollo del país. Si una familia tiene una deuda con un banco antes de discutir sobre cómo le refinancian la deuda se pregunta qué capacidad de generar recursos tiene y lo proyecta en el tiempo. Los argentinos no lo hicimos, porque estuvieron negociando durante dos años y no se tuvo una estrategia de crecimiento o de acumulación de reservas que permita decir que se podía pagar. Es decir, se puso el acuerdo con el FMI por delante de la estrategia de desarrollo. Ahora, a poco de que caiga el vencimiento, en la orilla del abismo, discutir esto no tiene mucho sentido. Hoy si Argentina quiere tener flujo internacional de capitales y no quiebra esa matriz productiva, no queda otra que firmar. Después arréglese quien pueda.
—¿Este acuerdo es revisable, aún dentro del programa que se firme?
—El caso del FMI con la Argentina, y particularmente durante el gobierno de Macri, muestra que políticamente se puede hacer cualquier cosa. Ahora, para nada deberíamos esperar que esos cambios favorezcan a una estrategia de desarrollo autónomo para el país. Más bien creo que cuando haya que aplicar el rigor de las cosas firmadas, lo harán sin ningún tipo de prurito. O sea que si hay algún indicador que no está de acuerdo a lo pactado y eso permite condicionar a la Argentina en cualquier política de desarrollo autónomo, lo hará. Pensar que puede ocurrir otra cosa no que forma parte de la realidad.
—¿Cómo puede afectar el nuevo contexto internacional de guerra a la Argentina?
—Yo creo que el poder global sigue vigente y se exterioriza en este tipo de conflictos. No van a cambiar las presiones que tiene el poder financiero económico para con Argentina. Podemos aprovechar algunas circunstancias del mercado en materias primas, que nos pueden generar un perfil exportador un poco más favorable, un aumento de precios, pero nada de eso nos va a cambiar la realidad al conjunto de los argentinos. No creo que tengamos que apostar a esto.