La actividad física es vital en niños y jóvenes con síndrome de Down y con otras
patologías que afectan el desarrollo mental. Y si bien este concepto está bastante arraigado, la
dinámica en la que se mueve lo relacionado con el cuerpo obliga a pensar en ampliar la oferta. Por
eso, cada vez son más los profesores de educación física que buscan alternativas para captar el
interés y darles herramientas que les sean útiles una vez que dejen la escuela o el taller al que
asisten.
Es por eso que al profesor de educación física Pablo Rossetto, del centro Dinad,
se le ocurrió crear "Máquinas para la salud" un espacio en el que jóvenes con dificultades mentales
desarrollan una rutina similar a la que pueden llevar a cabo en cualquier gimnasio de la ciudad. La
propuesta se completa con una visita semanal al gimnasio municipal donde comparten la actividad con
otros deportistas.
"Los jóvenes con síndrome de Down y otras problemáticas similares son
estimulados desde pequeños a realizar actividad física, sin embargo, como cualquier chico de 16, 17
ó 20 años sus inquietudes van cambiando. Por eso nos pareció interesante armarles un mini gimnasio
ya que es lo que está de moda y porque, además, una vez que dejen la institución pueden seguir
concurriendo a establecimientos convencionales", señala el profesor.
Estímulo. Mientras Rossetto explica las ventajas de cada uno de los ejercicios,
sus alumnos lo escuchan concentrados. Las "dos Rocío", como las llaman, se divierten sentadas en un
banco donde ejercitan la cintura yendo de un lado a otro con una barra. "A mí esto me encanta",
dice una de ellas que se apura en aclarar que quiere "ser modelo".
En otro sector, Juan y Fernando "hacen bicicleta" con una dedicación admirable
mientras Nicolás levanta las pesas. El "profe" rápidamente le indica el número de repeticiones con
cada brazo y le corrige la postura. Se nota que los chicos están contentos, entusiasmados, incluso,
de a ratos dejan de lado la actividad y charlan, se ríen, y hasta se "cargan".
"Cada uno tiene una habilidad particular con una máquina o un ejercicio
determinado y además les indicamos la actividad de acuerdo a sus posibilidades", remarca Rossetto.
Los ejercicios están orientados a mejorar o resolver problemas particulares. En el síndrome de Down
son comunes la hipotonía (falta del tono muscular), cierta laxitud de los ligamentos, reducción de
la fuerza, extremidades más cortas y también algunas alteraciones cardiorrespiratorias: "Es
necesario contar con un chequeo médico estricto", detalla el profesor.
Los desplazamientos, la coordinación, el equilibrio, el manejo de la fuerza,
deben tenerse en cuenta a la hora de programar las actividades.
Los resultados son positivos. "La motivación es clave, ellos necesitan saber que
pueden hacerlo. Hay que animarlos continuamente, sobre todo en los primeros tiempos. Y si bien los
procesos de aprendizaje pueden ser más largos, lo consiguen perfectamente", dice Rossetto, quien
afirma que en general los supuestos impedimentos físicos no son tales.