Después de apoyar orgánicamente a Sergio Massa en la previa del balotaje, el socialismo se reacomoda en el nuevo escenario político que abrió el triunfo de Javier Milei. “Gobernabilidad con responsabilidad”, es la consigna que buscan poner en práctica en el Congreso nacional, al tiempo que intensifican los contactos con otros espacios políticos que transitan por los angostos carriles del centro.
El acuerdo electoral del Partido Socialista (PS) con el gobernador cordobés, Juan Schiaretti, le permitió al PS jugar en un esquema nacional y conservar la banca que ponía en juego en el Congreso. Enrique Estévez, designado ministro de Ambiente de Santa Fe, será reemplazado por Esteban Paulón. El militante socialista y referente del colectivo LGBT completará el bloque de dos presidido por la ex intendenta de Rosario Mónica Fein.
Sin embargo, los aliados electorales quedaron parados en lugares diferentes. Incluso, en el camino a la segunda vuelta. Mientras el mandatario saliente de Córdoba —uno de los distritos donde Milei arrasó en el balotaje— no apoyó explícitamente al líder de LLA pero habló del “gobierno kirchnerista de Massa”, el socialismo calificó al candidato de La Libertad Avanza como un riesgo para la democracia y llamó a votar al postulante de Unión por la Patria.
A eso se suma que el interbloque Federal, al que pertenecía el PS, se partió por el coqueteo de Florencio Randazzo con La Libertad Avanza para sentarse en el sillón de presidente de la Cámara baja y cuadros técnicos de Schiaretti se sumaron —según se dice, a título individual— al gobierno de Milei en áreas sensibles como la Ansés y Transporte.
“Hay muchos diálogos, pero todavía la conformación de la Cámara baja y de los interbloques está muy abierta”, dicen en la mesa chica del PS.
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La reconfiguración es acelerada. El espacio que formalmente se sigue llamando Juntos por el Cambio está tironeado entre quienes pretenden sellar un acuerdo de gobernabilidad con Milei y los que toman distancia para negociar desde un lugar de oposición.
En ese marco, el PS busca un lugar donde podría estar cerca del PRO referenciado en Horacio Rodríguez Larreta, el radicalismo de Gerardo Morales y Martín Lousteau —el referente nacional de Maximiliano Pullaro—, la Coalición Cívica, el GEN, sectores peronistas sin ADN kirchnerista e incluso los nuevos bloques ligados a los gobiernos provinciales de Salta, Misiones, Neuquén y San Juan.
“Queremos discutir con otros bloques con los que tengamos coincidencias en la cuestión de la igualdad, la Justicia y la defensa del federalismo”, dicen desde el PS.
La diagonal que busca el partido de la rosa es plantear una oposición que dé algunas herramientas para el funcionamiento del nuevo gobierno y, a la vez, que no alimente el bloqueo político.
“No hay que darle pasto a que (las nuevas autoridades) quieran sacar todo por decreto. El gobierno tiene que ir al Congreso y lograr mayorías, con las modificaciones que sean necesarias. Se dará un nuevo proceso político y hay que ayudar entre todos a mejorar la calidad del diálogo político”, plantean.
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Otro dirigente de la conducción del PS cree que el Congreso puede ser el laboratorio para que germine una experiencia similar a la de Unidos para Cambiar Santa Fe, donde conviven las más variadas tribus del no peronismo.
“Ese espacio puede funcionar no sólo como tribuna sino para marcar un termómetro en el plano legislativo de la marcha de la gestión nacional y para construir una eventual alternativa electoral. Lo que no puede pasar es que esto se convierta en un ping pong entre los halcones de La Libertad Avanza más el macrismo y el núcleo duro K”, sostiene.