José María Vernet era conocido como “Tati” por la militancia política. El rosarino detentó la primera magistratura de la provincia entre 1983 y 1987, convirtiéndose en el primer gobernador santafesino tras el regreso de la democracia en Argentina. Fue autor de grandes frases y máximas de la política vernácula que quedaron para la historia de una provincia por cuyo crecimiento militó hasta el final de sus días. Iba a cumplir 80 años este sábado.
El ex gobernador fue un férreo defensor del divorcio con la política luego de haber ejercido la función pública, no obstante cumplió otros cargos institucionales, como la cancillería argentina durante el efímero gobierno de Adolfo Rodríguez Saá en diciembre 2001 y como titular de la subsecretaría de Asistencia a las Provincias en 1996 durante la presidencia del justicialista Carlos Menem, en cuyo gobierno también fue asesor del ministro de Gobierno Carlos Corach.
Para Vernet, la sociedad se despolitizó en demasía: "La sociedad era distinta, más agresiva (...) Hoy la política perdió peso dentro de la sociedad, el político incide menos, los jóvenes casi no los tienen en cuenta”, sostuvo en 2008 en una nota con La Capital, a 25 años de su asunción.
El ex titular de la Casa Gris era un estudioso del poder, autor de teoremas políticos que quedaron para la posteridad en las máximas peronistas. “Es tan torpe estar contra el gobernador los primeros dos años, como estar junto a él en los últimos dos", rezaba el famoso “Teorema de Vernet”, una descripción aguda del devenir de las relaciones de fuerza entre los titulares del Ejecutivo provincial a lo largo de sus cuatro años de gestión.
“Suelo decir, sin desmerecimiento, que antes se gobernaba una sociedad y hoy se gobierna una administración. El gobernante hoy la tiene más fácil. Las decisiones, además, las toman cuatro o cinco, el resto se posiciona”, analizó el viejo referente peronista. Para Vernet, “el poder estaba más abierto, había debate de ideas, se conocían los gabinetes, los ministros hablaban. Hoy hay poco debate y una cantidad de entretenimiento y uso del ocio que anestesia las conciencias”, dijo el ex gobernador anticipándose a los tiempos que correrían.
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Vernet, Estévez Boero, Reviglio y "Changui" Cáceres, símbolos del consenso político frente a la amenaza golpista de 1987.
El norte y el sur
El rosarino estaba orgulloso de su origen, por más que le causara un problema. “Lo que nunca me perdonaron es ser el primer rosarino que fue gobernador”, fue una frase que Vernet repetía a los compañeros de militancia, según señaló un histórico referente del peronismo rosarino a este diario.
La década del ochenta dio origen a diferentes fronteras, las cuales marcaban a las personas por su procedencia tanto desde el punto de vista ideológico como geográfico. La misma fuente apuntó que las disputas entre los departamentos del norte, mayormente dedicados a la actividad agropecuaria, y las localidades del sur, identificadas con el polo productivo industrial, “siempre fue muy dura, incluso dentro del peronismo".
"Tener un gobernador de Rosario, que era el núcleo productivo de la provincia y también el conglomerado urbano electoral más grande, frente a la burocracia santafesina donde estaba el núcleo administrativo del gobierno provincial, siempre fue una disputa. Y Rosario nunca había podido triunfar”, añadió.
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Desde 1983, Vernet fue el único rosarino que ocupó la silla de Estanislao López hasta la llegada del socialista Antonio Bonfatti en 2011 y Miguel Lifschitz en 2015. En este sentido, el ex funcionario destacó que su origen le trajo el ensañamiento no sólo de sus pares justicialistas sino de sus opositores: “Uno sabe que eso en política existe. El daño calculado por ser un gobernador rosarino en Santa Fe fue la historia del puente colgante, una canallada…”.
El poder como algo a explicar
“El poder es perverso, todo grupo de poder tiene su cuota de perversidad y cuanto más dura, más perverso es”, explicó el justicialista a este diario en una entrevista que mantuvo con el periodista Daniel Leñini en diciembre del 2008. Al ser consultado sobre la calificación de su gestión, el ex gobernador apuntó que “la sociedad interpreta que si te alejaste de un lugar es porque fracasaste en algo. El consuelo es que prima lo colectivo”.
Vernet estaba convencido de que la incapacidad de los gobernadores para poder reelegir era la fuente de la calidad institucional de la provincia: “Acá en Santa Fe no se buscó con insistencia la reelección y eso favoreció a los ciudadanos. Y gobernador que se fue, gobernador que no incidió en la política después del retiro. Esas fueron siempre las bases”.
En esa misma entrevista fue consultado por la edad más apropiada para ser gobernador -Vernet tenía 39 años al asumir-, a lo que contestó con picardía: “Si alguien me dice «quiero ser gobernador pero no sé si a los 40 o a los 65», le contesto que opte por los 65 porque te destruye la vida y a los 65 tenés la vida hecha”.