Sergio Massa llegará al Palacio de Hacienda con la particularidad de no ser economista, ya que se graduó como abogado en la Universidad de Belgrano. Aunque las cuestiones económicas le interesan desde que asumió al mando de la Ansés en 2002, vía Eduardo Duhalde.
Su actuación a lo largo de cinco años en el organismo de la seguridad social le permitió profundizar sus vínculos con economistas y especialistas en finanzas, en particular a partir de la creación del Fondo de Garantía y Sustentabilidad de la Ansés, uno de sus legados.
Su gestión en la Ansés, uno de los presupuestos más importantes del Estado, concluyó cuando quiso gobernar Tigre, para lo cual debía competir con un partido vecinal que llevaba años de gestión en ese municipio del norte del conurbano: la apuesta resultó y fue intendente.
A mediados de 2008 fue designado jefe de Gabinete, tras el conflicto por las retenciones móviles y la renuncia del entonces ministro coordinador —nada menos que Alberto Fernández—, tarea que asumió con la pretensión de recuperar el diálogo.
Después llegaría la ruptura con el kirchnerismo, la conformación de un espacio disidente en el PJ, la creación del Frente Renovador (FR) y el triunfo en las legislativas de 2013 frente al por entonces candidato del oficialismo, Martín Insaurralde, hoy jefe de Gabinete bonaerense y quien saludó su incorporación a la Casa Rosada.
El resultado no fue el mismo en 2015, cuando quedó tercero como candidato a presidente del Frente Renovador y vio como un espectador más el debate televisado entre Mauricio Macri y Daniel Scioli.
En 2019, tras la elección de Fernández como candidato a presidente, Massa se sumó al Frente de Todos (FdT) para encabezar la lista de diputados de la provincia de Buenos Aires como primer aspirante. Y retomó, después de siete años, el diálogo con Cristina Kirchner.
En los últimos tres años, con el FdT en el poder, cultivó su perfil de negociador legislativo, agenciándose una buena parte del mérito por la sanción de leyes de difícil tratamiento. Y pudo contener los pedidos de buscar más visibilidad y proyección personal que le hacían desde sus propias filas.
En paralelo, consolidó una relación de mutua confianza con el jefe del Estado, con diálogos permanentes, un vínculo que en los últimos meses sumó otros capítulos con invitaciones a participar de viajes al exterior como miembro privilegiado de la comitiva presidencial.
El diálogo con el presidente, por ejemplo, tuvo momentos clave como cuando juntos definieron la estrategia parlamentaria para conseguir la aprobación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Para la última gira presidencial a la cumbre del G-7, hace tan solo una semana, su nombre ya sonaba en los medios y en los círculos del poder del FdT como un candidato potencial para desembarcar en el gabinete.