Las elecciones del 16 de junio pasado organizaron la política santafesina en dos grandes polos: uno nucleado alrededor del gobernador Omar Perotti y otro alrededor de su antecesor y actual presidente de la Cámara de Diputados, Miguel Lifschitz. Pero mientras el titular de la Casa Gris y sus principales funcionarios denuncian en la escena pública la pesada herencia y reclaman la Necesidad Pública para atender la crisis el ex intendente de Rosario combina un férreo control del bloque mayoritario en la Cámara baja con un estricto bajo perfil.
Sentado en la presidencia de Diputados Lifschitz maneja una barrera clave en el circuito de los proyectos por la Legislatura En diciembre la subió para aprobar la reforma tributaria pero la bajó con la ley de emergencias, que fue directo al archivo.
Desde el entorno más cercano del ex gobernador aseguran a LaCapital que Lifschitz está "muy activo, con muchas reuniones con dirigentes políticos, representantes del sector privado, referentes de la sociedad civil", no sólo en Rosario y Santa Fe sino también en la Capital Federal.
El presidente del bloque del Partido Socialista en Diputados y hombre de extrema confianza del ex mandatario, Joaquín Blanco, diferencia la actividad de Lifschitz en tres planos: el institucional, el estratégico y el de la construcción política.
"Decían que era un hombre de gestión, que se iba a aburrir —señala Blanco—, y le está dedicando mucho tiempo a la tarea parlamentaria, con mucho diálogo con todos los bloques, y atento a que las comisiones funcionen. Se pone en el lugar del presidente de la Cámara, y está siendo bien recibido".
Por otro lado, indica el legislador, Lifschitz busca desmarcarse "de la cotidiana del ida y vuelta con el peronismo". Y agrega: "La preocupación es la vinculación con el gobierno nacional, la deuda, la caja de jubilaciones, que se pierda una muestra de Argencarne y se vaya a Córdoba; hay una mirada de largo plazo sobre cómo Santa Fe puede perder posiciones en temas estratégicos".
Pero además, asegura Blanco, Lifschitz está "con un rol muy activo de constructor político dentro del PS y del Frente Progresista". "Está retomando mucho el rol y la impronta de (Hermes) Binner, con la innovación política y la sumatoria de gente que viene de diferentes ámbitos", afirmó.
Bajo perfil
Lo cierto es que desde el 10 de diciembre Lifschitz ha dosificado sus apariciones públicas, al margen de la actividad parlamentaria. Desde entonces participó de la inauguración de la Usina Social, una institución que se autodefine como "un espacio abierto de encuentro y participación ciudadana", y de la reunión realizada en Diputados y convocada por el propio Lifschitz donde diputados de todas las fuerzas políticas firmaron un documento sobre la situación de violencia e inseguridad.
Precisamente, la seguridad escaló a la cima de la agenda pública santafesina y se convirtió en uno de los principales puntos de fricción con el gobierno provincial. A principios de enero el ministro del área de la provincia, Marcelo Sain, responsabilizó al ex gobernador por un escrache cometido contra la casa del gobernador de Rafaela, luego de una marcha contra la inseguridad.
"(Miguel) Lifschitz y (Rubén) Galassi deberán responder qué hacían ahí sus militantes, hubo una participación sin lugar a dudas, son militantes socialistas, ahí todo el mundo es conocido", comentó entonces el funcionario provincial. En ese momento el ex intendente de Rosario presentó una denuncia ante el Ministerio Público Fiscal que, confirma Blanco, Lifschitz sostendrá en la Justicia a pesar de su decisión de "no entrar en el golpe por golpe con Sain".
Desde el entorno íntimo de Lifschitz sostienen que se trata de una estrategia para subirlo al ring y que él pretende, en cambio, "tener una actitud precavida, de responsabilidad".
El frente interno
Por su lado, el principal referente de la oposición logró desactivar un foco de conflicto en su propio espacio. En agosto, un sector del PS encabezado por el diputado provincial Eduardo Di Pollina y la entonces ministra de Educación Claudia Balagué lanzó Bases, una corriente interna que aunque llamaba a votar en Diputados por el presidente del PS de Santa Fe, Enrique Estévez, cuestionaba abiertamente el apoyo a la fórmula Lavagna-Urtubey (una iniciativa del propio Lifschitz que generó ruido interno) y luego llamó a votar al binomio Fernández-Fernández.
Aunque luego del recambio político Lifschitz logró alinear a toda la tropa y evitó las deserciones habituales cuando las coaliciones pasan a cumplir el papel opositor, una actividad de Bases en homenaje a Guillermo Estévez Boero de la participaron Antonio Bonfatti y Pablo Javkin podría anticipar movimientos en el PS y el Frente Progresista. (Ver página 15)
Es en este proceso de reagrupamiento del progresismo santafesino donde debe enmarcarse el asado que compartieron hace poco más de una semana los referentes del Frente Progresista en el Comité provincial de la UCR en Santa Fe, donde se juramentaron unidad ante posibles ofertas del oficialismo que fracturen el bloque.
Con todo, de forma similar a lo que sucede en Juntos por el Cambio, la derrota electoral puso sobre la mesa discusiones incómodas: los liderazgos y las relaciones de fuerza entre los socios.
Este sentido, el radicalismo santafesino está tratando de reunir a sus distintas tribus bajo una misma estructura, mientras el intendente de Rosario y una de las principales referencias territoriales del Frente Progresista, Pablo Javkin, declaró hace dos semanas al portal Letra P que "Lifschitz claramente no es el líder excluyente" de la alianza.
Blanco reconoce que al interior del espacio "conviven múltiples liderazgos, que tienen responsabilidades institucionales, de gestión, partidarias, parlamentarias. Tiene una nueva reconfiguración, con espacios emergentes, territorialidades muy importantes del PS y la UCR. Miguel (Lifschitz) es uno de los que convoca permanentemente a la mesas del Frente Progresista".
En la misma línea, uno de los hombres de máxima confianza del ex gobernador considera que "los liderazgos ni se piden ni se declaman, se construyen y se legitiman" pero remarca: "Lifschitz es el dirigente con mayor conocimiento de Santa Fe y con mejor imagen pública, y es el dirigente más importante de la oposición".
En el oficialismo se excusaron de dar su opinión sobre el rol de Lifschitz en esta etapa política de la provincia. Es un momento delicado: una nueva escalada podría complicar la negociación de la ley de necesidad pública, un objetivo central del gobierno de Perotti.