Carlos Razzetti, el hijo de Constantino Razzetti, el bioquímico, vicepresidente del Banco Municipal y dirigente peronista asesinado por la Triple A en Rosario hace más de 51 años, fue imputado y citado a declaración indagatoria por “amenazas de muerte” por la Justicia Federal de nuestra ciudad, este viernes, a las 9, según reveló este jueves Razzetti a La Capital.
Hace un mes, Razzetti había denunciado a casi una veintena de jueces y fiscales federales, funcionarios y ex funcionarios públicos y dirigentes gremiales, entre los que se halla el exjuez federal Marcelo Bailaque, a raíz de los más de 51 años de impunidad que acumulan el crimen de su padre y el intento de asesinato de su madre, la odontóloga Nélida Gitrón, así como por su detención y torturas sufridas en El Pozo -el centro clandestino que funcionaba en la ex Jefatura de Policía de Rosario- y su arbitraria cesantía y persecución como empleado municipal.
El dirigente peronista Constantino Razzetti, de 58 años, fue asesinado a priori por un comando de la Triple A integrado por al menos tres guardaespaldas del Sindicato de la Carne en la madrugada del sábado 14 de octubre de 1973, cuando llegó a su casa de San Lorenzo 2674 a bordo de su automóvil Valiant 4 color cremita.
Esa noche, Constantino Razzetti destacó en su discurso “la valiente lucha de la juventud y de la Resistencia Peronista para lograr la vuelta del general del exilio” y fustigó “la traición de los burócratas sindicales”, ante la atenta mirada de un grupo del Sindicato de la Carne, entre quienes el extinto dirigente peronista Luis Rubeo padre hizo la unívoca señal de “bajarle la caña”, según reveló uno de los asistentes a la reunión, el fallecido dirigente peronista Juan “Chancho” Lucero.
“Yo no sé para qué me invitan, acá hay gente que no me gusta” confió Constantino Razzetti a su esposa y a su hijo mayor cuando regresó a la cabecera de la mesa.
Antes de irse, en medio de un clima tenso, el “Chancho” Lucero le ofreció a Razzetti acompañarlo con varios compañeros o, en su defecto, llevarse una pistola, gestos que Constantino descartó de plano.
“¿Qué hacés acá?”
Razzetti y su familia alcanzaron hasta el centro a la empleada del Sindicato de la Carne Ana Fared de Mansilla y su esposo -quienes habrían participado de la maniobra de distracción para darles tiempo a los asesinos a preparar la emboscada, según las pruebas colectadas por Carlos Razzetti.
Cuando Constantino Razzetti y su familia llegaron a su casa, no había luz en la calle, que era literalmente una boca de lobo en medio de los enormes plátanos. Su esposa y su hijo bajaron y entraron a la casa y cuando Razzetti bajó el auto fue sorprendido por al menos uno de los dos atacantes, que lo esperaban ocultos detrás de los árboles. Razzetti, quien trabajaba como bioquímico en la Obra Social del Sindicato de la Carne, reconoció a al menos uno de los sicarios, a quién le espetó, a boca de jarro: “¿Qué hacés acá?”.
Este atacante y al menos otro, que fueron identificados, asesinaron a Razzetti y tiros, quien cayó herido de muerte junto a su auto. La esposa de Razzetti oyó los gritos de pedido de auxilio de su marido, salió corriendo a socorrerlo y también fue atacada tiros por los asesinos, pero salvó milagrosamente fue vida al arrojarse sobre el cuerpo de Constantino.
El grupo atacante estaba a priori integrado por los custodios del Sindicato de la Carne Eduardo “Zorro” Aguilera, Carlos Garcilazo y José “Piquito de Oro” Echeverría.
Constantino Razzetti, uno de los dirigentes más respetados del justicialismo, había sido el orador principal de la Cena de la Victoria, un asado para unas 150 personas servido en el Club Sarratea, del barrio Alberdi, organizada por la Unidad Básica Coronel Cogorno -uno de los mártires de la Resistencia Peronista- para celebrar el triunfo en las elecciones del general Juan Domingo Perón, quien volvía a ser presidente por tercera vez, luego de haber sido derrocado por un golpe militar en 1955 y de haber sufrio 18 años de exilio.
Constantino Razzetti, quien había participado de la Resistencia Peronista y había viajado en una comitiva a visitar al general Perón en su exilio en Puerta de Hierro y tenía un diálogo permanente con la Juventud Peronista, aparecía como el virtual sucesor del intendente de Rosario, el profesor Ruggeri, un hombre identificado con el Sindicato de la Carne.
Medio siglo de impunidad
A los pocos días del crimen de Constantino Razzetti, el primero cometido por la Triple A en Rosario, viajó a nuestra ciudad un grupo de esa organización parapolicial liderado por el coronel Jorge Osinde -uno de los perpetradores de la masacre de Ezeiza- quienes se reunieron con el juez provincial de la causa, el doctor Iturraspe.
“El juez Iturraspe tenía terror porque lo apretaron Osinde y la patota de la Triple A. Cómo sería que cuando fui a verlo para preguntarle por la investigación del crimen de mi padre me dijo: «Mirá pibe, la causa de tu viejo es un fierro caliente y yo por un sueldo no me voy a jugar el pellejo. Yo te aconsejo que te corras». Así que lo puteé y no lo ví nunca más” recuerda ahora Carlos Razzetti.
Luego de dormir el sueño de los justos en la Justicia provincial, la causa pasó finalmente a la jurisdicción federal, donde Carlos Razzetti, el principal impulsor de la investigación, logró acumular “22 cuerpos de pruebas, una carga probatoria tan contundente que es increíble que el crimen de mi padre siga impune luego de más de 51 años”.
El exjuez federal Marcelo Bailaque, quien cumple prisión domiciliaria imputado en causas por extorsión, vínculos con el narcotráfico y prevaricato, absolvió en su momento al extinto dirigente peronista Luis Rubeo padre, acusado como autor intelectual del crimen de Constantino Razzetti.
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“Voy a hacer implosionar la Fiscalía”, declaró Carlos Razzetti durante una audiencia en sede judicial, a raíz de la cual el entonces juez Bailaque se excusó de seguir en la causa por una supuesta “amenaza de muerte” y ahora un juzgado federal lo citó a declaración indagatoria.
Consultado sobre su declaración en la sede judicial, Razzetti explicó este jueves a este diario que “dije que iba a hacer implosionar la Fiscalía por la cantidad de pruebas que había aportado y que voy a seguir aportando”.
En este sentido, Razzetti advirtió que “hay 22 cuerpos de pruebas de que a mi padre lo mató un comando de la Triple A, por más que el narcojuez Bailaque no haya querido declararlo crimen de lesa humanidad con el argumento de que no lo mató la Triple A porque ocurrió 20 días antes del crimen del (legislador Hipólito) Solari Yrigoyen. Inclusive el propio (exrepresor Eduardo) Tucu Costanzo declaró en la causa Guerrieri que (Luis) Rubeo (padre) era un integrante de la Triple A y que lo había mandado a matar a mi viejo”.
Finalmente, Razzetti sostuvo una comparación elocuente: “Las causas del crimen de mi viejo y de la persecución y cesantía de la Municipalidad llevan más de medio siglo de impunidad, pero esta falsa denuncia por amenazas salió con la velocidad de un rayo, a apenas 30 días de que denuncié a esta asociación ilícita de jueces, fiscales y funcionarios que dan impunidad al crimen de mi padre y me revictimizan”.