Las sillas agregadas justo junto al estrado de la presidencia de la Cámara baja, como es tradición en las Asambleas Legislativas, se colocan para los miembros de la Corte Suprema de Justicia. En esta oportunidad, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti ocuparon dos y las otras dos quedaron libres. Los dos cortesanos, en pleno enfrentamiento con el gobierno, permanecieron inmóviles, nadie del oficialismo los saludó.
La tensión estaba en el aire, pero hubo que esperar una larga hora y media de discurso presidencial para que el tema caliente de la Justicia termine por encender los reproches y la bronca a voz de cuello, sobre todo entre los miembros de la oposición, que transformaron el recinto en un griterío, incluso con insultos para Alberto Fernández.
A no más de 5 metros de distancia, sentado a su derecha, Alberto no dudó en señalar a la cúpula del Poder judicial. “Hace tiempo que no cuenta con la confianza pública, no funciona eficazmente y no se muestra con la independencia requerida frente a los poderes fácticos y políticos”, alzó la voz, a la par que dijo que “los ejemplos abundan”.
Fernández mencionó el caso del viaje a Lago Escondido, también el presidente señaló a la Corte por sus fallos por la intervención sobre la organización de los bloques del Congreso, el que ahondó sobre la ley de coparticipación y el que modificó el funcionamiento del Consejo de la Magistratura.
“La gravedad institucional que todo eso supone es mayúscula. Quiero llamar la atención de todos los argentinos y argentinas sobre eso. Si aquella reforma de la Justicia federal hubiera prosperado y si la Corte Suprema no hubiera tomado por asalto al Consejo de la Magistratura, hoy Santa Fe no estaría padeciendo la carencia de tribunales que impiden enjuiciar con rapidez al crimen organizado que se ha extendido en ese territorio”, se lamentó.
Corte 4.JPG
Foto: Archivo / La Capital.
Con esas acusaciones tan graves resonando en el recinto, el clima se desmadró: por un lado, los legisladores oficialistas, que aplaudían, y por el otro, los opositores, que reprobaban a puro grito.
Entre ellos, se destacó, extendiendo su cuerpo y brazo sobre la bancada, el diputado rosarino (PRO) Federico Angelini, quien le gritó al presidente: “Sos responsable por las muertes en Rosario”, en contestación a la imputación de Alberto a propósito de la fallida reforma judicial y la vacancia de cargos que padece la provincia .
Como era de esperar, el presidente defendió, y con énfasis, el juicio político a la Corte Suprema que el oficialismo intenta tramitar en Diputados. “Cualquier argumento que sostenga que el reclamo es violatorio de la República o del estado de Derecho, es falso”, argumentó Alberto.
Y agregó: “No hay ningún ataque ni embestida contra la Justicia. Cumplí con mi parte. Reclamo en defensa del estado de Derecho. No me aparto un solo centímetro del estricto respeto a la Constitución Nacional. No somos nosotros quienes atentamos contra la Constitución, los que atentaron fueron los que armaron mesas judiciales que persiguieron a periodistas, magistrados, opositores y hasta sus propios compañeros”.
Sobre la situación de la vicepresidenta, Alberto cuestionó la condena contra Cristina Kirchner, calificó al juicio como una “simulación” donde “no se cuidaron las formas mínimas del debido proceso y se formularon imputaciones que rayan con el absurdo jurídico buscando su inhabilitación política”.
Para Fernández, “se castiga a Cristina por lo que es y no por lo que hizo”. Y añadió: “Presumen el dolo, castigan por cierto criterio de responsabilidad objetiva e imponen el derecho penal de autor”.
“Los tribunales aún tienen tiempo de reponer el imperio del Derecho y acabar con tantas tropelías cometidas invocando a la Justicia. Levantamos nuestra voz porque el reclamo de justicia cobra vigencia una vez más cuando el Derecho se tuerce por el odio y la persecución política”, concluyó el primer mandatario.