Benítez tiene una granja en la zona de Barra y Biedma, donde lo conocen como "Pelado". El sábado a la tarde iba en la camioneta que usa para su negocio por calle Barra y al doblar por pasaje Demestri vio que estaba Mauri, su vecino, en medio de un control vehicular y frente a una chata policial. "Le pregunté qué problema tenía y me dijo que le faltaban los papeles de la moto, que estaban en su casa. Le dije que iba y se los traía. La moto no era robada ni mucho menos. La tiene hace tres semanas y no se avivó del tema papeleo".
Diálogo previo
Así, Gustavo habló con un policía "para ver qué podía hacer. Le dije que si había posibilidades de que no se lleven la moto y me contestó que la cosa ya estaba, que la iban a llevar. Pararon otras dos motos, las subieron a la chata de la Gum y faltaba subir la de Mauri", contó.
Su vecino no quería cargar su propia moto y por eso él la cargó en la chata municipal "para que no se la rompieran". Para ese momento llegaron al lugar dos móviles policiales y la situación se puso tensa. "Unos pibitos les tiraron un par de piedras a la chata policial. Yo no las vi, pero eso dice la policía. La gente empezó a insultarlos y uno de los policías, flaco y morocho, que estaba apoyado en la barra antitumbos de la camioneta recibió una piedra y dijo: «Ahora cuando nos vamos a estos negros los cago a tiros». Y empezó a tirar para todos lados con una escopeta", contó la víctima.
La chata avanzó por pasaje Demetri y en segundos llegó a donde estaba parado Gustavo: "Sólo vi que pasaba la chata y pensé; este me dispara. Me apuntó, levanté la cara y escuché el estampido. Enseguida sentí el ardor en el pecho. Si no levantaba la cara me daba en el rostro y podía perder la vida o quedar ciego", recapacita.
"Mi hijo me cargó en mi camioneta para llevarme al hospital. Cuando llegamos a Garzón y bulevar Seguí vi varios móviles y estaba el que me disparó. Me bajé de la chata y le pregunté por qué me había tirado. Y lo único que hizo fue volver a disparar al piso, pero por suerte no me dio".
Dolorosa odisea
Apenas el policía disparó, los otros uniformados se le tiraron encima a Gustavo para esposarlo: "Pará, no soy delincuente, ¿por qué me van a llevar?", les preguntó. Y la respuesta no demoró: "Me agarraron a patadas, trompadas y me pisaron la cabeza. Eran varios y al final me esposaron por la espalda. Yo ni siquiera los insultaba. Me subieron a la chata y me pegaron de nuevo. Me tenían en el piso con el borceguí sobre la mandíbula y el cuello", contó.
Lo llevaron a la seccional 19ª para instruirle una causa por lesiones. "Cuando me bajaron de la chata me tiraron en el pasto y meta patadas de nuevo. Como todos me conocen, la gente se sumó y empezó a insultarlos. Así fue como me dejaron sentado en la puerta de la comisaría. Yo estaba muy golpeado y mientras la gente les gritaba me subieron de nuevo a la chata policial y me llevaron al hospital Carrasco. Yo en ningún momento les levanté la mano ni los insulté. En el hospital me siguieron pegando. Ahí me vio un médico y me curó un poco, pero no demasiado".
Cuando volvió a la seccional en calidad de demorado, un oficial al que conoce del barrio le preguntó: "¿Cómo te metiste en este quilombo?" Y Gustavo aclaró: "Ustedes me metieron, yo no hice nada". Allí lo mantuvieron en un calabozo desde las 20 hasta las 3 de la mañana. "Les dije quiénes habían sido los policías que me pegaron y quién me disparó". Al salir fue al hospital Provincial donde le hicieron curaciones más detalladas y volvió a su casa a las 5 de la mañana del domingo
Ahora Gustavo está con temor. "No sé qué puede pasar. El fin de semana el negocio estuvo cerrado y recién hoy abrimos. Me hicieron una causa por lesiones leves a un policía y resistencia a la autoridad y yo nuca en mi vida tuve antecedentes de nada". La familia hizo la denuncia en Asuntos Internos y fueron atendidos por la fiscal de Violencia Institucional Karina Bartocci. "Ahora voy a tener que pagarle a un abogado para que limpie mi nombre y poder estar tranquilo. Espero no tener problemas", se esperanzó.