Cuatro hombres fueron procesados por el juez federal Carlos Vera Barros acusados de integrar una organización dedicada al contrabando de exportación de 1.434 kilos de cocaína en tres contenedores de maní que partieron desde el puerto de Rosario y fueron descubiertos dos meses atrás en Brasil y Países Bajos). Los procesados son los camioneros Rodrigo Larrea y Marcos Fabián Fernández, el maquinista Gonzalo Pacheco y el supervisor de la plazoleta fiscal de los contenedores, Marcelo Maldonado. Los tres primeros residen en Rosario y el restante en Alvear. Un quinto eslabón de la banda está prófugo. Los cuatro quedaron en prisión preventiva y con embargos por 500 mil pesos cada uno.
Hace una semana el juez federal de Campana Adrián González Charvay había procesado a ocho acusados de integrar una red internacional que planeaba traficar a España más de 1.708 kilos de cocaína que a fines de agosto fueron hallados camuflados en cargas de expeler de maíz en un galpón de Empalme Graneros en una operación monitoreada por la DEA. Entre los procesados en esa operación denominada “Rosario-Dubai” está José “Tano” Sofía, un pesado narco del conurbano bonaerense que el año pasado amenazó de muerte a la jueza federal de San Isidro de Sandra Arroyo Salgado.
Ambas noticias indican, en pocas palabras, que en dos meses circularon por Rosario al menos 3.142 kilos de cocaína de exportación y máxima pureza. Un envío fue incautado antes de ser embarcado y los restantes fueron descubiertos en los puertos de Santos y Rotterdam.
Los tres envíos tenían en común el packaging de los ladrillos de cocaína, con sellos de las marcas “Supreme” y “Louis Vuitton”. La carga detectada en Empalme estaba en dos bolsones denominados “big bag” de unos mil kilos cada uno, en medio de expeler de maíz. Los descubiertos en Santos y Rotterdam fueron despachados bajo la modalidad “rip off” o “gancho ciego”, para los cuales los narcos no necesitan poner en juego infraestructura o logística sino que basta con armar un grupo de empleados infieles en los puntos de salida y de ingreso de la droga.
Puntos ciegos
Vera Barros avaló la investigación de los fiscales Diego Iglesias de la Procuración de Narcotráfico (Procunar) y Claudio Kishimoto de Rosario que comenzaron a trabajar con el hecho consumado. Los tres contenedores puestos bajo la lupa habían sido despachados desde Terminal Puerto Rosario (TPR).
La acusación a los cuatro portuarios se dividió en dos partes. Primero, por el envío de 568 kilos de cocaína en medio de una carga de maní en el contenedor MSKU1505076, con destino final a Amsterdam (Países Bajos) previo paradas programadas en los puertos de Zárate y Santos, en Brasil.
En este último la Policía Federal brasileña detectó el cargamento. El contenedor tenía los precintos legales cambiados. Se estima que la droga fue colocada aprovechando que el contenedor fue movido a un punto ciego en el que las cámaras de vigilancia de la plazoleta del puerto no podían captarlo, entre el 21 y el 27 de junio de este año.
El segundo fue de 866 kilos de cocaína que viajaron dentro de los contenedores CAIU8819455 y MEDU8752136 con destino final Rotterdam (Países Bajos), donde fue hallada la carga. Se presume que la droga fue colocada en el puerto rosarino entre los días 24 de junio y 3 de julio.
Según el procesamiento en el primero de los hechos participaron los camioneros Larrea y Fernández, el maquinista Pacheco y el supervisor Maldonado. Todos ellos junto a otro empleado que está prófugo. Y el segundo hecho se le atribuye los dos choferes y al prófugo en cuestión.
La mecánica
Para entender la mecánica desarrollada fue determinante el testimonio del jefe de seguridad del puerto sobre cómo debían llevarse adelante los procedimientos.
Larrea fue identificado como el chofer del camión patente ELV-357 y Fernández como el conductor del rodado con dominio CIO-196. Ambos participaron de los dos hechos. El 24 de junio a las 22.08 Larrea entró con su camión al puerto. Unos metros más atrás aparecía Fernández también seguido por un tercer vehículo.
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En ese orden se dirigieron hacia la plazoleta fiscal donde estaba uno de los contenedores en los que se colocaría la droga. A las 22.39 Larrea se retiró de la terminal. Mantuvo un diálogo con personal de la garita de la entrada de la terminal y segundos después esa persona levanta la barrera manualmente para que se retirara el camión.
El 30 de junio Larrea repitió la maniobra con el camión patente ELV-357. Según registros aportados por la TPR condujo cerca de las 21.53 horas en inmediaciones de donde estaban los contenedores donde luego se halló la droga. “Uno de los camiones (el de Larrea) se posicionó en el lugar donde habían colocado el contenedor en el punto ciego, que es un lugar que la cámara de la plazoleta no alcanza a captar. No se observa que realicen ninguna actividad, pero nos llama la atención el camión que llega hasta el punto ciego y se queda ahí unos 20 minutos”, declaró el jefe de seguridad del puerto.
“No es normal que se haga eso ya que si se ingresa a la plazoleta es para realizar alguna actividad. De lo que surge del área de operaciones no tenían ninguna actividad. No ingresan camiones a la plazoleta si no tiene tareas asignadas”, agregó el testigo, y aclaró que ese día “Larrea no debía trabajar”.
Por su parte el camión conducido por Fernández, conforme los registros de la TPR, se mantuvo a unos metros de donde estaban Larrea y el contenedor.
Marcelo Maldonado es el supervisor de la plazoleta fiscal de los contenedores full. Se constató su presencia en los hechos cuando el contenedor MSKU1505076 fue colocado al nivel del suelo en la calle 2 sin motivo explicable. Esa misma noche Maldonado estuvo en la plazoleta fiscal, en inmediaciones donde estaba el contenedor, caminando. Se le atribuye conocer qué movimientos de cargas no serían registrados por las cámaras de la plazoleta.
El jefe de seguridad indicó que “había movimientos que no estaban registrados en el sistema informático de operaciones de contenedores (Easy Stow). En total, eran cuatro que no figuraban. El primer movimiento fue el contenedor que fue bajado a piso; el segundo fue cuando el contenedor fue movido unos 20 metros dentro de la plazoleta, también al piso; el tercero es cuando meten el contenedor en un punto ciego de las cámaras de vigilancia entre las calles 2 y 3 de la plazoleta, y el cuarto cuando vuelven a posicionar el contenedor en su posición original. Ninguno de estos movimiento se encontraban registrados en el sistema”.
Maldonado era quien daba las órdenes de los movimientos de contenedores y decidía cuáles quedaban registrados en el sistema. Tenía un repetidor de cámara que le mostraba todo lo que emitían las cámaras en la plazoleta.
“La comunicación de ellos es por central de radio. Eso es algo que no puede suceder, que haya movimientos y que no queden registrados. La noche del primer hecho se lo ve a él solo caminado por la plazoleta”, explicó el jefe de seguridad.
Pacheco es el conductor de la máquina Kalmar 7 —autoelevador para mover los contenedores— que según la acusación movió ilegalmente uno de los contenedores en el primer hecho a un punto ciego donde no podía ser captados por las cámaras de vigilancia.
En común
Según el procesamiento los acusados conforman “una organización de personas vinculadas entre sí, en tanto todos los nombrados prestan funciones dentro de la TPR y conocen el espacio físico, la ubicación de las cámaras, los procedimientos para entrar a la plazoleta, teniendo un plan común entre los imputados, esto es contrabando de estupefaciente”.
Nada dice la resolución sobre los estamentos más encumbrados a quienes respondían los encausados.