Por Claudio Berón
Una tarde Luis le preguntó a Justina si quería ir a Colombia. ¿Me acompañás a Medellín? Pueden pasar dos cosas: vuelvo millonario o muerto. Fue a mediados de 2013. Luis volvió y la madrugada del 29 de diciembre de 2013 lo mataron en Ayolas y acceso sur. Ella, de 23 años, una chica de carácter a la que le gustaban autos y motos, murió junto a Luis, con quien estaba desde 2011. En el mundo de las modelos se hacía llamar Justine Fuster. El, de 42 años, nacido en Rosario, empresario de la noche y dueño de una concesionaria de autos de alta gama, tenía una causa arrastrada en la Justicia Federal por tenencia de drogas y falsificación de dinero.
A las 5 de la mañana de ese 29 llegaron a La Fluvial. Se fueron más tarde. Recorrieron unas 20 cuadras y en Ayolas y el acceso sur una moto y un auto gris parecido a una tortuga se les pusieron a la par. La moto encerró al Citroën DS3 sin violencia. Medina paró y bajó la ventanilla. No había frenadas bruscas en el asfalto. Se escucharon unas 20 detonaciones. Justina, malherida, bajó del auto y trastabilló casi diez metros. Un tiro le perforó el corazón, otro la rozó. Se tendió a un costado de la banquina con las manos sobre sus mejillas. "Parecía un bebé", contó su madre años después. Se usaron dos armas. Pudo haber sido una metralleta y un arma de puño. Las vainas eran de calibre 9 milímetros.
En junio de 2014 se creó una comisión en la Cámara de Diputados provincial para investigar el doble crimen. Muchas dudas cayeron sobre esa muerte; sobre la apertura de la notebook de Medina por parte de dos funcionarios del Ejecutivo la misma noche de su muerte, sobre la llegada de investigadores policiales al country donde vivía Medina en la provincia de Buenos Aires un día después. Y hasta sobre las pistas en la investigación de un atentado en la casa del gobernador Antonio Bonfatti el 11 de octubre de 2013 en el que algunas versiones involucraban a Medina.