José Norberto Gutiérrez tenía 68 años y vivía solo en la que fuera la casa de su madre, una vivienda de pasillo en bulevar Seguí 171, entre Colón y Necochea, en el barrio Tablada. Retirado de la policía como suboficial en 1992, el jueves 25 de noviembre del año pasado su ex pareja llegó a esa casa para que la ayudara con una aplicación del celular y halló la puerta abierta y sin llave. Al ingresar y recorrer la propiedad se topó con el cuerpo del hombre que presentaba varios cortes que le provocaron una hemorragia fatal. Además, notó que del lugar se habían llevado algunas pertenencias de la víctima. Por ese hecho, este lunes fue imputado Jonatan Matías J., de 33 años, quien quedó en prisión preventiva por el plazo de ley acusado de ser autor de un homicidio calificado criminis causa en concurso real con robo calificado por uso de un arma.
En la audiencia realizada en el Centro de Justicia Penal, el fiscal Alejandro Ferlazzo llevó adelante la acusación contra Jonatan J., quien era conocido y vecino de la víctima, a la que atacó la noche del miércoles 24 de noviembre para robarle un teléfono celular, una computadora portátil y un televisor. Ante ello el juez de primera instancia Nicolás Foppiani le dictó la medida cautelar de prisión preventiva.
Al conocerse el homicidio un cronista de La Capital que se acercó al lugar del hecho relevó de boca de los habitantes del barrio que Gutiérrez era “un vecino que no se metía con nadie” y era padre de dos jóvenes. En tanto Antonia, su ex pareja y madre de los chicos, contó que a pesar de estar distanciados se llevaban bien. “A pesar de estar separados desde hace unos diez años teníamos una buena relación. Yo tengo llaves de su casa. También su hijo. Y era normal que pasáramos a verlo, aunque esta vez no lo veía desde el fin de semana. Pero como tenía problemas con el bluetooth del celular pasé para que lo revisara antes de ir a trabajar”, contó la mujer que ese día tenía en brazos a Kuky, la perra caniche del hombre asesinado.
José Gutiérrez se había instalado en la casa de su madre a mediados de 2014, donde cuidó de la mujer el último año de su vida hasta que murió a mediados de 2015. Antonia, en tanto, se quedó residiendo a unas 10 cuadras de ese lugar, en los monoblocks de Lola Mora e Hipócrates. Fue ella quien encontró el cadáver de José y en un primer momento pensó que su ex se había caído accidentalmente en el baño, pero luego descubrió que tenía varios cortes provocados en el cuello, el tórax, las manos y las muñecas. Junto al cuerpo, en tanto, había un cuchillo tipo Tramontina que fue secuestrado para determinar si se trata del arma homicida o si fue un elemento con el que el policía retirado intentó defenderse. Lo cierto es que en la casa no había ninguna cerradura forzada y según el médico forense, el crimen ocurrió entre las 20 y 22 horas del miércoles 24 de noviembre.
“Serían las 10.15 de la mañana cuando llegué. Me llamó la atención que la puerta del pasillo estaba apoyada y no cerrada con llave. Lo mismo me pasó cuando entre a la casa. Lo llamé a José y nada. Fui para la pieza y la cama estaba tendida como si no se hubiera acostado. Ahí lo encontré a la salida del baño. Lo primero que pensé fue que se había caído, pero cuando me acerqué vi que tenía un corte en el cuello”, indicó Antonia.
Junto a ella, algunos vecinos recordaron los últimos momentos de vida de Gutiérrez, el miércoles a media tarde. “Ayer a la tarde se quedó charlando conmigo. Me dio una ensalada de fruta, un excelente vecino”, explicó una mujer que se movilizaba con un bastón trípode. “Una mujer vio salir a un muchacho del pasillo como a las 19.30”, agregó otra vecina de la cuadra. “José no era una persona confiada. No era una persona que fuera hacer entrar a la casa a cualquiera”, explicó Antonia, mientras a unos pocos metros uno de sus hijos lloraba su pena. Alrededor, cuatro patrulleros y una docena de efectivos aseguraban el perímetro, la escena del asesinato de un camarada.