Un hombre de 30 años fue condenado a prisión perpetua por violar y asesinar a Guadalupe Medina, una niña de 12 años, hallada muerta en mayo de 2016 en el interior de una casilla abandonada en Villa Banana. Se trata de Sergio Javier Saravia, quien fue acusado de este crimen en 2018 cuando ya se encontraba en prisión purgando una condena por un hecho muy parecido que había ocurrido ocho meses después en el mismo barrio. El juicio oral comenzó el pasado 19 de noviembre y ayer los jueces Nicolás Vico Gimena, Rodolfo Zvala e Ismael Manfrin dieron a conocer el veredicto cuyos fundamentos serán expuestos en los próximos días.
El 25 de mayo de 2016 cuerpo infantil de Guadalupe apareció tendido a medio vestir sobre el barro de una construcción sin terminar de Lima al 2600. Las primeras sospechas cayeron sobre un grupo de soldaditos narco que se juntaban con la chica pero el atacante no se encontró entre ellos. Si bien algunos fueron imputados y uno durante mucho tiempo, dos años después la investigación llegó por azar a Saravia luego de detectarse su perfil genético se detectó en la boca, la vagina y las manos de la nena.
Saravia no terminó la escuela primaria y como ocupación declaró ser maquinista. Se sentó en el banquillo acusado de “haber abusado sexualmente de Guadalupe mediante penetración anal y vaginal, produciendo durante el ataque diferentes lesiones en su rostro y cuerpo, como también ahorcamiento, lo que causó su muerte por asfixia mecánica por estrangulamiento”.
Saravia quedó en la mira cuando la investigación llevaba dos años enfocada en un grupo de soldaditos. Fue cuando una abogada que representaba a los padres de Guadalupe como querellante tuvo que intervenir en un caso de violación cometido en el mismo barrio ocho meses después a siete cuadras de donde habían hallado a Guadalupe. Aquella vez, el 8 de enero de 2017, una comerciante fue sometida a violentas vejaciones sexuales por parte un hombre que entró a su casa, la amenazó con un cuchillo, encerró en el baño a sus hijos y un sobrino y la ahorcó hasta provocar su desvanecimiento. Se cree que la dio por muerta.
La víctima de ese hecho sobrevivió y apuntó a Saravia, un vecino que solía juntarse con conocidos cerca de su casa. Fue detenido un mes más tarde y condenado en un juicio abreviado a 9 años y 6 meses de prisión por los delitos de abuso sexual con acceso carnal agravado por el uso de arma blanca y robo calificado. La abogada advirtió similitudes. Incluso un testimonio situaba a Saravia como alguien que había merodeado esa madrugada el pasillo de calle Lima.
Como el material genético del acusado estaba preservado en la otra causa, le sugirió al fiscal Florentino Malaponte que cotejara ese ADN con las muestras de Guadalupe. La Unidad Genética Forense del Instituto Médico Legal encontró el perfil del detenido en hisopados bucales, vaginales y de ambas manos de la nena. La coincidencia fue absoluta.
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El pasado 19 de noviembre comenzó el juicio oral con un enfoque jurídico novedoso que incorporó la persepectiva de género para plantear el encuadre penal de un femicidio, una postura distante del clásico delito de abuso sexual seguido de muerte que se aplicó durante décadas. Si bien ambas figuras prevén prisión perpetua, el enfoque del femicidio subraya los patrones culturales de dominación a la mujer que distinguen a estos crímenes de cualquier otra muerte violenta.
En ese marco Saravia fue condenado a la pena máxima por los delitos de abuso sexual con acceso carnal seguido de muerte en concurso ideal con femicidio. Los fundamentos del fallo estarán los próximos días.