Margarita Angela Gómez tenía 66 años y sufrió una herida de bala el martes 2 de enero a la noche cuando una persona pasó en moto por el frente de su casa y tras preguntar por un tal "Cara pálida" efectuó varios disparos de arma de fuego. Tras cuarenta días en los que mantuvo una salud irregular, la mujer falleció el viernes a la noche en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez.
Gómez vivía en una humilde casa ubicada en Patagones al 3900, en el asentamiento conocido como Vía Honda, en la zona sudoeste de Rosario, y la bala que recibió le perforó el pecho. Desde entonces, Margarita estuvo internada en el Heca.
Familiares de Gómez expresaron que "nadie se preocupó" por ellos y dijeron a LaCapital: "Nadie nos dio una mano. Ni la policía ni el fiscal. Nadie vino a vernos y ni siquiera hablaron con nosotros. Todo el mundo sabe quién fue el que disparó. Se lo dijimos a los de la seccional 18ª y nada. ¿Nos vemos obligados a hacer justicia por mano propia?", dijo un familiar cercano.
Marcelino, hijo de Margarita, recordó que su madre trabajó más de 30 años como empleada administrativa en la Dirección de Tránsito de la Municipalidad y "nunca tuvo problemas con nadie". Los primeros indicios que se establecieron el día en que ocurrió el hecho indicaban que el ataque sería una venganza o ajuste de cuenta contra un allegado a la mujer, que fue una víctima inocente de un ataque despiadado.
"No fue ajuste ni nada. A ese muchacho por el que preguntaron, «Cara pálida» ni lo conocemos. Pero los asesinos se acercaron a la puerta, le preguntaron a mi mamá por él y cuando ella les dijo que no lo conocía a ese pibe le dijeron «vieja de mierda así que vos no sabes nada» y le tiraron". Marcelino acotó que "a la sumariante de la seccional 18ª le dimos las vainas servidas y después no nos vino a ver nadie".
La casa de Margarita era conocida por todos los vecinos de Patagones al 3900, en el humilde barrio de la Vía Honda, al suroeste de la ciudad. Es la única vivienda de la cuadra que no tiene inconvenientes con el agua potable. La mujer se asomaba por el cerco de chapa en forma seguida, una costumbre de barrio, y cuando veía algo "raro" alertaba sobre el peligro a sus vecinos. La gente del barrio cuenta que el martes en que la mataron se detuvo un motociclista y gritó buscando a "Cara pálida" antes de disparar.
El día del crimen, una nuera de Margarita conto a este diario: "Nosotros siempre le decíamos que no se quedé mirando por detrás de las chapas porque por acá pasan a los tiros todos los días. Ella lo hacía porque si veía una moto que no le gustaba o le parecía sospechosa, se cruzaba para decirnos que cerraramos el negocio porque andaban caras raras. Un muchacho con una moto azul le disparó, ella estaba detrás de las chapas y uno de los balazos la impactó en el pecho. Herida y todo se cruzó la vereda y le vimos la ropa manchada con sangre. Pedía que la lleváramos porque le faltaba el aire".
Cuarenta días después de esos relatos Margarita falleció en el Heca y su familia quiere que la Justicia actúe porque, según cuentan, "todos sabemos quién fue".