Todos los indicios de la mecánica del asesinato de Ezequiel Rubén Tolosa, de 32 años, quien recibió dos disparos de arma de fuego y fue hallado dentro de un auto estacionado ayer a la mañana bajo una lluvia torrencial en una zona descampada del extremo sur de Rosario, conducen a pensar que fue blanco de un ajuste de cuentas con sello mafioso. En ese sentido, no se descarta que la víctima podría haber tenido algún tipo de vinculación con la comercialización de estupefacientes.
El auto en el cual se halló a la víctima es un Chevrolet Prisma negro dominio AB 188 RG y fue localizado a las 6 de la mañana de ayer estacionado sobre el medio de calle Batlle y Ordoñez al 4000 (algunos metros al oeste del bulevar Avellaneda), en una zona donde nada se observa a los lados más que extensos lotes descampados y cañaverales y que es jurisdicción de la comisaría 33ª. Enseguida el auto llamó la atención de un ocasional transeúnte que dio aviso al 911.
Bajo una lluvia persistente, varias patrullas llegaron al lugar y observaron como primer marca de un hecho violento que la ventanilla del vehículo del lado del conductor había estallado en mil pedazos. Adentro, en ese mismo lado del habitáculo, yacía sentado sin vida Tolosa, con domicilio en el barrio 7 de Septiembre, muy lejos de donde presuntamente fue emboscado y le dispararon a mansalva.
Una vez constituidos en el lugar, el gabinete Criminalístico y la brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones (PDI) pudo determinar que el cuerpo de la víctima presentaba al menos dos impactos de bala, uno en la nuca y otro en el tórax, aparentemente efectuados a corta distancia, casi a quemarropa.
Según las pericias preliminares, el trayecto de los proyectiles habrían provenido desde el interior del vehículo hacia fuera, lo cual demostraría que el sicario llegó al lugar con Tolosa, quien figura como titular del auto que manejaba, según los registros oficiales de la Municipalidad de Rosario.
Ajuste
Otro aspecto que para los investigadores descarta toda hipótesis de robo y sustenta la del ajuste de cuentas es que en la escena del crimen, dentro del auto y entre las ropas del la víctima, se encontró dinero en efectivo, documentación personal y una mochila con tres teléfonos celulares.
Por las características del terreno donde ocurrió el episodio, un sitio semirural y de grandes descampados, fuentes policiales y judiciales aportaron que fue imposible en un primer momento hallar testigos presenciales del ataque, aunque ayer seguían trabajando para sumar evidencia a la pesquisa que quedó a cargo del fiscal de la Unidad de Homicidios Miguel Moreno.
Con la hipótesis del robo descartada, los investigadores ahora se inclinan a obtener datos sobre el entorno de la víctima, que tenía antecedentes menores por robo calificado registrados el año pasado, y una causa por lesiones leves del 2014.
"No se descarta nada, por la mecánica y algunas datos aún no confirmados, el crimen podría tener cierta vinculación con un ajuste relacionado a la comercialización de estupefacientes", indicaron a La Capital fuentes del caso.