Efectivos de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) detuvieron a Carlos P. en cercanías del barrio Tío Rolo. Sobre él pendía una orden de captura por el homicidio de José María Ferreyra, ocurrido el 27 de octubre de 2019 en ese enclave de zona sudoeste. Este viernes, el fiscal Adrián Spelta le imputó el delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y tentativa de homicidio. Haciendo lugar al pedido de la Fiscalía, el juez de primera instancia Hernán Postma dispuso la prisión preventiva efectiva por el plazo de ley.
La Fiscalía le atribuyó que en la medianoche del 27 de octubre de 2019, Carlos P. llegó junto a su hijo Mauricio —ya condenado por este hecho a 18 años de prisión— al domicilio de Ferreyra, ubicado en Vicente Medina al 6800. Mauricio portaba un arma calibre 9 milímetros para exigirle a Ferreyra que vendiera la casa. Ante la negativa de la víctima, su hijo lo amenazó y le exhibió el arma que llevaba. Según el fiscal, Carlos P. intercedió, tomó el arma de la cintura de su hijo y efectuó tres disparos mortales contra Ferreyra.
Luego del ataque, el hijo de la víctima intentó detenerlo arrojándole una patada sin lograr su cometido, ya que Carlos P. comenzó a efectuar disparos contra el muchacho, alcanzándolo con un proyectil. Luego le disparó tres veces más.
Víctima del crimen
Ferreyra era un albañil de 56 años que vivía en Vicente Medina al 6800, calle que marca el límite entre el barrio Tío Rolo y una zona de quintas y campo. Según la crónica del día del crimen, la madrugada del 27 de octubre se encontraba junto con uno de sus ocho hijos en la puerta de su casa, cuando apareció en escena Mauricio y comenzaron a discutir.
En medio de la discusión, salió del pasillo el padre de Mauricio, Carlos P., esgrimiendo un arma de fuego con la cual comenzó a disparar. Según fuentes policiales, en un momento Ferreyra cayó pero Carlos P. continuó disparando. Entonces el hijo de Ferreyra, Oscar, le recriminó lo que estaba haciendo y el tirador le respondió con un balazo en el pie y huyó.
En la escena del crimen la policía levantó diez vainas servidas calibre 9 milímetros, un cartucho intacto y dos plomos encamisados. Además tomaron testimonios que sindicaron a miembros de la familia de Carlos P. como los agresores. Así, hubo allanamientos que resultaron negativos. Mauricio se entregó meses después en Fiscalía.
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En la crónica del hecho, por esos días vecinos dijeron a este diario que si bien los motivos de la discusión que derivó en la mortal agresión no estaban claros, parecía ser un hecho más en los que la familia de P. querían "meter miedo en el barrio". "Esta banda —dijo un vecino en alusión a la familia— tiene varias casas por acá. Hace como 20 años que viven en Tío Rolo y unos cinco que venden drogas. Quieren ser los dueños del barrio. Si estás en la calle te obligan a entrar a tu casa o te piden plata. Andan en motos a los tiros en la calle".
El devenir de la causa terminó con Mauricio condenado a 18 años y su padre, Carlos, ahora imputado del homicidio.