El asalto, a punta de cuchillo, fue tan violento que los ladrones incluso dejaron herida a la empleada del turno noche. Fue hace menos de un mes, cuando dos ladrones irrumpieron en un geriátrico de Fisherton de donde se llevaron varios televisores, celulares de algunos residentes y $100 mil de uno de ellos. La noticia tuvo amplia difusión y fue así que una mujer que había trabajado en el hospedaje notó que lo sucedido coincidía con el plan que una de sus compañeras de entonces le había confiado para ver si le interesaba participar. Ese dato y otros indicios que pusieron en duda la versión de la empleada lesionada confluyeron en su imputación como instigadora del asalto, junto con uno de los presuntos ladrones.
En una audiencia realizada el lunes Rocío Alejandra A. y Pablo Mariano M. fueron imputados por el fiscal de Investigación y Juicio Fernando Dalmau y quedaron en prisión preventiva por 90 días. El joven de 20 años de manera efectiva y la mujer, de 29, en arresto domiciliario con tobillera electrónica y controles periódicos sorpresivos, modalidad acordada para que pueda cuidar de sus hijos menores de edad. Por el hecho falta arrestar al menos a otro ladrón que hasta el momento no fue identificado.
El atraco
Rocío A. trabajaba desde hacía tres meses en el geriátrico Residencia Nuevo Sol ubicado en Wilde 690 bis. En tal sentido, según la acusación formulada por Dalmau, sabía cómo era el lugar, cómo funcionaba la alarma y qué objetos de valor había en el establecimiento así como entre las posesiones de los ancianos que viven allí.
El 13 de junio, minutos antes de las 23.50, dos hombres llegaron al geriátrico en un Chevrolet Corsa blanco. Según la acusación la empleada les permitió el ingreso y acto seguido los dos ladrones comenzaron a intimidar a los ancianos con un cuchillo. Así se apoderaron de cuatro celulares, tres televisores smart TV de 32 pulgadas —uno pertenecía a una de las residentes— y 100 mil pesos en efectivo que poseía un residente que días antes había cobrado la jubilación.
Según la reconstrucción del fiscal unos veinte minutos después de haber irrumpido en el geriátrico los ladrones huyeron en el Corsa llevando parte de lo sustraído a una casa de pasaje Quinchuas al 1200 bis donde viven familiares de Pablo M. Mientras tanto Rocío, a quien le achacaron “haber simulado la sustracción de su celular”, llamó desde otro teléfono a la encargada del geriátrico para anoticiarla sobre el atraco. Pero antes, sostuvo la acusación, “se provocó o le pidió a alguno de los coautores que le efectuara un corte en el brazo”.
Diez minutos pasada la medianoche llegó personal de la Policía de Acción Táctica y fueron recibidos por Rocío. La mujer les contó que varios hombres, no podía precisar cuántos, habían entrado por la fuerza al lugar y que ella había intentado accionar la alarma pero no lo había logrado. Que los hombres la amenazaron delante de los ancianos exigiendo dinero y pertenencias, y luego sufrió un corte en un antebrazo, sin precisar con qué se lo habían propinado. Agregó que por eso quedó tendida en el piso que momentos después, luego de que huyeran los hampones, salió a la calle a pedir ayuda.
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Entonces vio a tres hombres que pasaban en bicicleta y les pidió ayuda. Uno le dio un teléfono para que se comunicara con su jefa, quien luego llamó al 911 y acto seguido se fue para el geriátrico. Los transeúntes también pararon un móvil de Control Urbano que circulaba por allí y el personal asistió a la empleada por la herida en el brazo. Cuando llegó la encargada ingresó junto con los policías que también estaban arribando al establecimiento se activó la alarma que antes no habían sonado.
En su relato la encargada del geriátrico contó lo que le había relatado la empleada: que los ladrones eran dos, uno rubio y alto, que la habían cortado con algo que sería un cuchillo y se habían llevado elementos de valor. Y que además Rocío le había contado que el día anterior había visto una camioneta blanca, “tipo flete”, que había estado un rato largo frente al geriátrico.
Datos y dudas
La encargada agregó que luego de hablar con la empleada llamó al service de la alarma. Luego revisó el faltante y contó entre lo robado cinco televisores y seis celulares. Y agregó otro dato que le resultó llamativo: según una de las residentes los ladrones habían entrado por el sector del comedor, es decir el acceso principal, y no por el fondo como le había dicho Rocío. La misma anciana también le confió que los ladrones fueron directamente contra las que tenían celulares.
Si la encargada del establecimiento tenía algunas dudas, éstas crecerían al día siguiente cuando una vecina se acercó al geriátrico y le dijo que las cosas robadas podrían estar en una casa del pasaje Quichua, en barrio Emaús. La mujer le dijo que la madrugada anterior había visto a un joven llamado Mariano apodado “Duraznito” junto con un tal “Leo” mientras entraban a esa vivienda tres televisores, un nebulizador, una estufa blanca y celulares. La vecina agregó que allí vivía la madre de Duraznito —en rigor, sería una tía— y que el día anterior había visto en el lugar a la empleada a la que le habían lesionado el brazo.
Más datos contra Rocío fueron aportados por una empleada que recibió un mensaje de una ex compañera que había renunciado hacía 15 días y se había enterado del asalto a través de los medios. Entonces contó que Rocío le había adelantado sus planes y le había propuesto a ella que consiguiera un auto y alguien para cometer el asalto. Incluso le había comentado su idea de hacerse golpear y robar el celular.
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Como si fuera poco, también le llamó mucho la atención a la encargada que los ladrones hayan entrado en la habitación del jubilado que días antes había cobrado sueldo y aguinaldo donde sólo habían revisado la cajonera y no revolvieron nada más. La idea de sustraerle la plata al anciano también había sido adelantada por Rocío a la ex empleada que decidió contar lo que sabía.
Con esas evidencias el fiscal Dalmau pidió la detención de Rocío A. y Pablo M., quienes fueron imputados de un robo calificado por el uso de arma blanca. La investigación sigue con la búsqueda del otro ladrón y la posibilidad, cada día más lejana, de recuperar algunos de los efectos robados.