El juicio por la muerte de Carlos “Bocacha” Orellano entró en su tramo final con los alegatos de cierre que, a lo largo de seis horas, el fiscal Patricio Saldutti desplegó ante el tribunal que juzga a dos policías y dos patovicas acusados de homicidio. El fiscal repasó las pruebas del juicio que comenzó el 12 de abril pasado, tres años después de que Bocacha muriera ahogado en el río frente a un boliche de La Fluvial. Planteó que al ser golpeado junto a una baranda el joven de 23 años no tuvo más opción que arrojarse al agua y dijo que el personal de seguridad recién avisó de la caída 40 minutos después: “Al instante siguiente de que Orellano cayó al río sellaron un pacto de silencio”.
Con respaldo en fotos y esquemas expuestos en pantalla, Saldutti comenzó a exponer a las 9 de la mañana ante los jueces Mariano Aliau, Aldo Bilbao Benítez y José Luis Suárez. El fiscal reiteró el pedido de penas de 17 a 19 años de prisión para los cuatro acusados de un homicidio simple con dolo eventual. Esto quiere decir que se habrían representado la posibilidad de la muerte del muchacho. En un extenso alegato que se transmitió por Youtube dijo que tras la muerte de Bocacha hubo un acuerdo de los acusados para encubrir un caso con indicadores de violencia institucional.
Dos de los imputados son policías que esa noche cumplían servicios adicionales en el boliche Ming River: Karina Laura Gómez, de 42 años, y su pareja Gabriel Julio Nicolossi, de 39. Para ellos el fiscal pidió penas de 19 años de prisión por homicidio simple con dolo eventual, la falsificación del acta policial y el incumplimiento de sus deberes de funcionarios. Para los patovicas Emiliano Oscar López, de 32 años, y Claudio Fabián Maidana, de 55, pidió 17 años como coautores del homicidio.
Saldutti arrancó su exposición con un recorrido de lo que hizo Bocacha, empleado de la fábrica de electrodomésticos Liliana e hincha de Rosario Central, antes de ir al boliche ubicado en el complejo La Fluvial. Al mediodía fue a comer un asado con amigos al Caribe Canalla y a la noche decidió salir a bailar. Alrededor de la 1.10 del 24 de febrero de 2020 entró al boliche Ming River House del complejo La Fluvial. A las 3.30 se registró un video de él bailando y quince minutos después un amigo lo vio en el VIP. A las 4, una empleada de seguridad lo sacó del boliche por la puerta trasera. El tiquetero del local declaró que después de ese incidente Bocacha quiso volver a entrar.
Siguiendo una línea cronológica, el fiscal dijo que a partir de esa hora se produjeron tres secuencias violentas. A las 4, un empleado del boliche lindero Moore vio a un policía _según la acusación era Nicolossi_ y a un patovica de Ming que empujaban a un chico hacia el muelle 3 y le decían que se fuera, mientras él protestaba diciendo “cómo me pueden sacar así”: “Lo ponen de rodillas, lo hacen acostarse boca abajo y le ponen la rodilla sobre la espalda. No lo golpearon, sólo lo redujeron con el brazo hacia atrás”.
Esta misma situación fue presenciada por “El Mago”, un hombre alcohólico y en situación de calle que hacía magia en los semáforos y se acercaba al boliche a pedir bebidas. Vio que “entre cuatro o cinco” llevaban “a los golpes” a Orellano, “insultando y a las piñas y patadas entre todos”.
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Un mural recuerda al joven que cayó al río Paraná tras ser retirado a la fuerza de un boliche de La Fluvial.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
En ese momento Orellano logró escabullirse pero se sabe por los relatos de unos pescadores que el personal lo buscó, lo encontró y volvió a retenerlo. El Mago vio que al reubicarlo lo llevaron por la pasarela a la altura del muelle 3, donde ocurrió la tercera y última secuencia: “Todos le pegaban, lo insultaban y le decían tomátelas”. Otro trabajador de la zona contó que alrededor de las 4.30 se asomó al escuchar gritos y vio que dos policías _un hombre y una mujer_ y dos patovicas “lo tenían retenido, no lo dejaban salir, lo tenían de espaldas al río cerca del muelle. El policía lo tenía del brazo. Le pega una patada en el tobillo o en la pierna”, algo que duró alrededor de dos minutos.
A estos testimonios se sumaron los del “grupo de los pescadores”, seis amigos que habían ido a pescar bajo de un gomero, al lado de una puerta enrejada que separa el paseo costero de una pasarela interna de La Fluvial. Contaron que entre las 4.30 y las 5 vieron a un chico _luego supieron que era Bocacha, a quien algunos de ellos conocían_ perseguido por tres hombres hacia la zona del muelle. “Lo llevan mal, lo manotean”, dijo uno de los testigos. “Lo tenían uno de cada brazo, dos policías y dos patovicas. El chico se zafa, lo manotean y el pibe salta al río sin dudarlo”, añadió otro. “Se tiró, creería que por miedo”, evaluaron.
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Tras esta reconstrucción del hecho que situó a las 5 de la mañana el fiscal se dedicó a desmenuzar cómo actuaron los acusados tras la caída al agua de Bocacha. Dijo que según los testigos “miraron al río y se volvieron para Ming”. Cono respecto al tiempo que tardaron en dar aviso, indicó que a las 5.14 Nicolossi llamó al 911 para avisar de una supuesta pelea y a las 5.36 llamó Gómez diciendo “se cayó un flaco al agua, lo vi cuando se cayó, mandame a Prefectura urgente”.
No hubo un llamado directo a Prefectura. Por los registros de dos cámaras del complejo dijo que pasaron entre 37 y 38 minutos hasta que esa fuerza fue anoticiada por el 911. A las 5.48 fue un agente de una garita cercana y recorrió la zona. De cuatro a cinco minutos después arribó una lancha. El cuerpo se encontró a los dos días en la zona del muelle. Según el fiscal, los agentes de Prefectura no obtuvieron una información precisa de lo que había ocurrido porque ya se había dispuesto un “pacto de silencio” entre los acusados.
“Dieron por cierto que no había testigos ni cámaras y que nadie se iba a atrever a declarar en su contra. Entre ellos había un pacto tácito. La baranda del río es un punto ciego de las cámaras de seguridad y el domo central de Prefectura no andaba desde 2018”, dijo Saldutti, quien planteó que ese pacto de silencio fue forjado por Maidana. Era el jefe de seguridad del boliche y esa noche les pagó a los empleados que, en sus celulares, al día siguientes comentaban cosas como “tenemos que decir que nadie vio nada” o “va a traer cola para todos esto dentro del boliche, vamos a tener que ponernos de acuerdo en decir que no vimos nada”.
En esa línea, planteó que es falsa la versión plasmada esa madrugada en el acta policial. Ese registro dice que a las 5.35 los policías observaron “lo que a simple vista parece ser una persona recostada contra la baranda que cae al agua” y luego se escucharon “pataleos”. Lo que Saldutti llamó el “marco de violencia institucional” continuó a su entender en el trato que recibió en la comisaría 2ª la familia de Orellano cuando buscaba al joven. A esto se sumó que el jefe de esa seccional, en lugar de resguardar las cámaras de seguridad, “realizó los oficios con fecha equivocada, demostrando desinterés y connivencia policial”.
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Además de analizar el contenido de los celulares de los imputados y sus distintas declaraciones en el proceso, el fiscal se detuvo en el resultado de la autopsia. Ese estudio confirmó que la causa de muerte fue la asfixia por sumersión pero además detectó en el cuerpo ocho infiltraciones hemáticas, es decir marcas de golpes recibidos en vida. La más grande, de 15 centímetros, en la zona del pulmón izquierdo.
“No decimos que lo tiraron, mucho menos que lo mataron a golpes, sino que todas las lesiones fueron producidas en forma conjunta por López, Maidana, Gómez y Nicolossi. Estos golpes fueron el motivo por el que Orellano se arrojó al agua. Era su único escape posible. Los acusados se habían representado que podía caer al agua y el resultado muerte. Actuaron más allá de lo que sería una conducta descuidada”, consideró sobre el final de la exposición, seguida a la tarde por la del querellante Salvador Vera. El juicio continuará este jueves con los alegatos de las defensas y se prevé que, antes del veredicto, el padre y una hermana de la víctima realicen una última declaración ante el tribunal.