Cuando todavía la región no se reponía de la conmoción por el bestial asesinato de Marcelo “Coto” Medrano la noche del jueves en Granadero Baigorria, el departamento Rosario vivió otra noche de espanto. En solo tres horas cuatro hombres fueron asesinados y el número de crímenes ascendió a 140 en 2020. Uno de estos hechos ocurrió al filo de la medianoche del viernes, otra vez en Granadero Baigorria. Allí Ezequiel Omar Arrúa, de 32 años, y Osvaldo Ibarra, de 48, fueron llevados por sicarios hasta el paredón del cementerio municipal y ejecutados a sangre fría con balazos en la cabeza. Arrúa era empleado municipal en esa ciudad e Ibarra lo había sido tiempo atrás. Fuentes ligadas a la pesquisa, en manos del fiscal Ademar Bianchini, indicaron que los primeros pasos investigativos orientaban el móvil del doble crimen a una venganza por un asesinato ocurrido el 18 de junio pasado en Asunción al 1300, a unas diez cuadras de donde mataron a los dos hombres.
Felipe Varela es la calle que marca el límite oeste del campo santo de Granadero Baigorria y corre paralela a una vía. De un lado están los sepultados en la necrópolis pública de la ciudad, del otro lado del terraplén quienes yacen en el cementerio privado Parque de la Eternidad. En ese corredor de tierra fueron ejecutados “Peca” Arrúa y “Chupete” Ibarra, tal como los conocían.
“Si hay un lugar ideal para matar a alguien, bien podría ser éste. Una calle en la que no hay luz desde hace tres meses porque se robaron los cables y las luminarias. Un desastre. Un lugar donde los vecinos nos tenemos que meter en casa apenas cae el sol porque al transitar por el medio de los cementerios te puede pasar cualquier cosa. Acá el problema no son los muertos, son los vivos”, explicó un residente del barrio San Miguel.
Durante las últimas semanas vecinos de Baigorria han denunciado un recrudecimiento de ataques a balazos contra viviendas y vehículos no solo en el barrio San Miguel sino también en San Fernando y Camino Muerto. Hechos que exponen que la vecina ciudad ha quedado, como gran parte de Rosario, en medio de una disputa territorial en el marco de la lucha narcocriminal.
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La escena del doble homicidio mostraba que Arrúa e Ibarra fueron ejecutados a un par de metros uno de otro. Un gran manchón de sangre posicionó a uno de los asesinados sobre la tierra de calle Felipe Varela, al costado de un zanjón. Y al otro sobre la gramilla, a un metro del paredón del cementerio público. Las víctimas residían en las inmediaciones. Arrúa, a solo ocho cuadras, en el barrio San Miguel. Ibarra a unas diez cuadras, sobre la barriada Santa Rosa de la Paz, en el extremo sudoeste de Baigorria.
“Peca” Arrúa y “Chupete” Ibarra fueron ejecutados a 200 metros del caserío más cercano. Un grupo de viviendas humildes ubicadas sobre el lateral del cementerio público. Un lugar donde media docena de vecinos admitieron no haber escuchado nada. Ni siquiera los perros ladraron ante la presencia de la muerte en medio de la ejecución realizada con balas calibre 9 milímetros. La policía tomó conocimiento de la bestial ejecución por el llamado al 911 de un vecino que pasó por el lugar y vio los cuerpos. El fiscal Ademar Bianchini ordenó que ambos cuerpos fueran trasladado al Instituto Médico Legal de Rosario para la autopsia de rigor.
Fuentes judiciales indicaron que la hipótesis más fuerte, no la única, es que la doble ejecución respondió a una venganza por el asesinato de Marcos Luján, un hombre de 38 años que recibió un balazo en la frente mientras discutía con Ezequiel Ramón “Bigote” A. la noche del 18 de junio pasado en Asunción al 1300 de Baigorria. “Bigote” fue detenido a mediados del mes pasado e imputado como autor de un homicidio agravado por el uso de arma de fuego, portación de arma de fuego de guerra y amenazas coactivas calificadas por el uso de arma de fuego. Por esos cargos el juez Florentino Malaponte le dictó la prisión preventiva por el plazo de ley, es decir al menos dos años. ¿Pero que tiene que ver ese crimen con el doble asesinato del viernes? Dicen que “Peca” y “Chupete” serían allegados a “Bigote” y eso los habría colocado como prendas de venganza.
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Marcos Luján, un ex convicto que en marzo de 2019 había cumplido una condena a 16 años de prisión por robo calificado y hurto en Coronda, cárcel que compartió con “Bigote”, era familiar de Tania Rostro, una de las jugadoras en el tablero de ajedrez en el que se convirtió el territorio de una zona caliente en la que se incluyen los barrios Nuevo Alberdi, Cristalería y Fontanarrosa (ex Zona Cero). Tania está presa e imputada como lider de una organización criminal. Sus conexiones con actores renombrados del mundo narco local se expresaron el año pasado cuando quedó procesada en la misma causa con Ariel Máximo “Guille” Cantero, Leandro “Gordo” Vilches y la mujer de éste, Gisela Bocutti, por comercio de drogas.
¿Tania está detrás del doble crimen? Es una de las preguntas que por estas horas se hacen los pesquisas. “Es una investigación compleja donde una de las hipótesis de trabajo conduce al asesinato de Luján. Pero determinar si Tania Rostro está involucrada es una hipótesis arriesgada y sin respuesta”, explicó un vocero.
Luján y “Bigote” A. se cruzaron la noche del 18 de junio en el barrio Santa Rosa de la Paz, una zona humilde en la que hay al menos tres puntos de venta de drogas en menos de 200 metros en torno a Asunción al 1300. Tras una áspera discusión Luján fue a buscar a “Bigote” a su casa, apuntada por sus vecinos como una boca de expendio de drogas, y lo invitó a pelear. “Bigote” resolvió el pleito en el primer round disparando un tiro en la frente de su rival mientras otro vecino baleaba en el cuello a Néstor “Palito” S., de 26 años, quien acompañaba a Luján. “Bigote” huyó del lugar y se mantuvo prófugo hasta el 22 de agosto cuando fue detenido en un control policial en Puerto Gaboto.