En Mérida, que no sufre los problemas de ciudades como Caracas, se vio el contraste: los locales no pudieron pagar el alto costo de las entradas pero la clase pudiente del país colmó los hoteles
En Mérida, que no sufre los problemas de ciudades como Caracas, se vio el contraste: los locales no pudieron pagar el alto costo de las entradas pero la clase pudiente del país colmó los hoteles
El contraste de clases pudientes con el resto. Normal en cualquier ciudad del mundo, especialmente las sudamericanas. Por eso Venezuela no es la excepción a la regla. Salvando las distancias de que Mérida vive una situación totalmente distinta a la de Caracas, quizá la más compleja. A esta Mérida, cálida en cuanto a clima y trato del lugareño, llegaron miles de venezolanos. De todas partes. Las banderas y camisetas de distintos equipos dieron fe de ello. Y fueron, sin duda, los integrantes de ese grupo con ciertos privilegios desde lo económico. Transitaron las calles desde el lunes, aunque hubo un aluvión importante ayer mismo, cuando las recepciones de algunos hoteles lucieron abarrotadas.
Comprar una entrada para el "juego", como todos aquí llaman al partido, no fue sencillo. Los tickets costaban desde 2.000 bolívares hacia arriba, pero rápidamente se agotaron. Es más, de inmediato comenzó una reventa que trepó hasta límites poco imaginados. Había "butacas" que pasaron a costar 30.000 bolívares en el mercado negro. Claro, en los últimos días ya no fue lo mismo. Porque la noticia de que Lionel Messi no viajaba a Venezuela hizo que los especuladores de siempre tuvieran que bajar el copete y ofrecer las mismas a un precio mucho menor, que de igual forma seguía siendo muy costoso para el venezolano "común".
Esa marea de camisetas vinotinto invadiendo los comercios de Mérida marcó un cierto contraste, con aquellos merideños que se quedaron con las ganas de concurrir al partido porque las condiciones económicas no se lo permitían.
Esta ciudad también tiene problemas con la provisión de alimentos y medicamentos. Pero mucho menor que en otras localidades, como por ejemplo Caracas. Aquí también hay algunas colas para comprar los productos de la canasta básica, pero en medio de una situación menos acuciante. Lo cuentan los mismos merideños. Después, hay maneras y maneras de contar una realidad, por supuesto sin desconocer los problemas que hay, que no son pocos.
Y lo de que la imposibilidad de conseguir alimentos es menor que en otras ciudades es así. Las explicaciones en el abordaje de por qué sucede esto, esencialmente en las últimas semanas, depende también de quién lo cuente. No fueron pocos los merideños que tomaron casi a modo de broma el hecho de que el gobierno "haya abastecido todos los mercados y las farmacias" para lograr "que la gente que viene el juego y sobre todos los periodistas se lleven una buena imagen de Venezuela". Otros tantos hablaron directamente de que "los problemas existen, pero acá en Mérida vivimos de manera mucho más digna que en otras ciudades".
Ese aluvión de hinchas venezolanos fue el que le metió el verdadero toque de calor y color que le faltaba al partido. Porque hasta ayer había mucha expectativa, pero el clima no era propio de un cotejo en el que todos se desviven por su gloriosa vinotinto, pero de la misma forma "mueren" por ver jugar a las figuras del equipo del Patón Bauza. Para muchos Mascherano, Romero, Di María y algún que otro más son algo así como dioses. Ni hablar de Messi, a quien se perdieron de ver en acción.
Una realidad compleja. Cuanto menos llamativa. Porque mientras la situación económica de Venezuela sacude a una porción importante de la sociedad, a otros les da el cuero para viajar largas distancias, gastar en estadía, alojamiento y, por supuesto, adquirir una entrada para el partido.
Se insiste, Mérida no es Caracas, por ejemplo. Por eso los lugareños hacen gala de la seguridad que ofrece. Pero en una ciudad en la que las postales de las largas colas para adquirir alimentos es una constante, el contraste se pudo notar.