Qué mejor presentación: la primera, adentro. Y no fue empujándola, sino con una definición que demostró categoría, cruzada. Para llenarse la boca de gol y gritar "acá estoy, soy Bordagaray, y vengo a pelear en serio un puesto de titular". Qué mejor ratificación. Una asistencia, un gol para el 2-2 y un penal adentro para el 2-1 de ventaja en la definición. Para confirmar con el sello de los delanteros y mostrar que "acá estoy, soy Herrera, el Chaqueño, y no va a ser simple que me dejen afuera de los once".
No son frases salidas de las bocas de los autores de los goles del 2-2 ante Rafaela, en la clasificación a 8º de final de la Copa Argentina. Son figuradas para que Coudet y también los hinchas sepan que tienen en quiénes confiar. Que no se trata de depender de los grandes nombres y figuras reales que son Marco Ruben y Teo Gutiérrez, quienes no se pueden confiar. Y todo se empezó a ver muy rápido. En combinación, en la primera jugada del partido.
Al minuto. Intuyendo la jugada. Preparado para buscar esa pelota que tan bien bajó el Chaqueño Herrera, trasladándola corta y sacando el derechazo con destino de red, con la precisión justa para evitar que se la tapara el arquero Hoyos, apareció el nuevito: Fabián Bordagaray.
Nada menos que un gol al minuto. Un destino que en el fútbol centralista sólo tenía como protagonista a unos pocos (ver aparte).
Ese arranque on fire tuvo varios minutos de entusiasmo, pero se fue diluyendo porque el equipo buscó tranquilidad y Rafaela equilibró, le quitó la pelota a Central y las intervenciones del ex Defensa y Justicia fueron más esporádicas, bastante lejos de la zona de definición.
Igual, siempre intentó asociarse con Herrera, mostrarse para que Martínez en el primer tiempo lo buscara y que en el segundo lo hiciera Lo Celso. Hasta cambió de carril e intentó por izquierda en los últimos diez minutos de juego.
Y jugó los 90', mostrando que estaba preparado para hacerlo. Que había llegado en buenas condiciones físicas desde Florencio Varela. Que vino a Central con ganas de triunfar y que no sólo arrancó con el pie derecho, con el que metió el gol en la primera pelota que tocó.
Mientras que Germán tuvo una nueva chance y no la desaprovechó. Se recuperó de la lesión que lo dejó afuera del debut en el torneo y cuando Coudet lo necesitó ahí estuvo, desde el primer minuto. Primero como pivote asistidor, después en la pelea eterna con defensores bastante recios, a la hora de defender en el arco propio en las pelotas paradas, aunque en este caso no pudo despejar con todo antes del manotazo de Abero en el 1-2, pero llegó al grito del 2-2 porque buscó su chance y la metió tras el centro de Fernández y también dijo presente en los penales, en el 2-1 con el que dejó al arquero jugándose por el palo opuesto.
Y enfrentar a Rafaela le cae bien. Tanto que sus primeros dos goles en azul y amarillo fueron ante la Crema, en el 2-1 del 1º de octubre de 2003.
Se sabe, o se intuye, que igual al 7 y al 17 les va a costar ganarse el puesto. Que arrancaron de atrás. Que ayer jugaron porque no estaban el 9 y el 29. Pero no es una cuestión de números de camisetas, tampoco de nombres. Sí es una pelea sana por el puesto. Y con todos afilados, el Chacho Coudet y Central puede apostar al grito de gol.