Los hinchas ya conversan sobre las posibilidades de sus equipos por las calles rosarinas. Así que traigan fútbol que expectativas sobran. Claro que las mismas tienen un origen natural en la pasión, aunque no siempre con la misma intensidad, porque existe un condimento generado por la conformación de los planteles que le otorgan gradualismo al fervor. Por eso se observan a canallas y leprosos con el orgullo de identidad a flor de piel, pero también con las dudas lógicas que generan las inauguraciones de cada temporada.
"¿Ganamos el clásico?" ¿Cómo nos ves?" "¿Tenemos alguna chance?". Algunos de los interrogantes que se entrecruzan los muchachos mientras de reojo miran el calendario y descuentan las horas que faltan para volver a esos estadios devenidos en segundos hogares.
Los egresos de importantes jugadores siempre generan vicisitudes en el ánimo que otea el porvenir, como así los ingresos, que si no llegan con idénticas marquesinas a los que van a sustituir automáticamente la incertidumbre irrumpe entre los simpatizantes y se extiende sobre el resto por contagio.
Más aún cuando la saludable tradición de no reforzar a los poderosos rivales locales se quebró por acción u omisión de quienes dirigen, y en este mercado dos referentes de los equipos rosarinos, Javier Pinola y Nacho Scocco, coincidirán en River Plate, potenciando aún más la brecha de recursos futbolísticos entre millonarios y xeneizes con el resto de los contendientes.
Ya fue dicho en más de una ocasión que cualquier opinión prematura sobre determinada incorporación que sea expresada antes del debut tiene un alto riesgo de rayar el ridículo, ya que hay suficientes antecedentes que hasta el más capaz de los futbolistas puede fallar y el más ignoto puede convertirse en una grata sorpresa popular. Por supuesto que son las excepciones que justifican la regla. Pero que las hay, las hay.
A vista rápida la primera conclusión en la previa deriva en que desde lo nominal tanto Newell's como Central han resignado algo de luminosidad. Las salidas de Maximiliano Rodríguez, Scocco y Mauro Formica dejaron huérfano de liderazgo a los rojinegros, sin siquiera hacer una pausa para considerar sus rendimientos. Mientras que los canallas, que sí tienen en Marco Ruben a su tutor, sufrieron las salidas de Javier Pinola, Damián Musto y Teo Gutiérrez, aunque el paso del colombiano haya sido más simbólico que efectivo.
También es verdad que algunos arribos sostienen el alto espíritu de los hinchas, no obstante otros generan ese reproche urgente que fluye de frustraciones similares provocadas por jugadores que "venían a sumar" o "a completar el plantel", y que no sumaron y que a la vez dejaron incompleto el álbum por sus rendimientos.
Pero este contexto pone en un lugar preponderante el trabajo de los entrenadores. Serán ellos quienes ya vestidos de artesanos tendrán que ensamblar un equipo ajustado y eficaz. Que esté a la altura de las expectativas. Y que merced a un juego colectivo nutra esa ilusión innata de una conquista añorada.
Los rojinegros saben que yo no tendrán a aquellos que con una ráfaga de su experiencia y ductilidad alcanban ese desequilibrio que eventualmente resultaba esquivo desde lo colectivo. Pero también intuyen que con Juan Manuel Llop observarán una estrategia más utilitaria, con mayor prestación física, donde la jerarquía reducida pueda ser disimulada por aquellos que juegan a la pelota con determinación.
El Chocho es consciente de que volvió a su club en un momento atravesado por cierta anarquía. Entiende de crisis. Sabe convivir en tiempos de sequía sacándole agua a las piedras. Y como exhibió cierta ductilidad en Rafaela para intentar eficacia táctica con los contados recursos disponibles, el público cuenta con ese antecedente como acotado crédito para esperar resultados favorables.
Es que la sumatoria organizada de las partes hacen a un todo, pero también es cierto que todas esas partes pueden hacer un montón que lejos estarán de ser un todo.
Y los canallas también lo saben. Por eso aguardan a su equipo en cancha para comprobar si no perdieron calidad de juego en el vaivén del mercado de pases, como así constatar si Paolo Montero puede recuperar el rendimiento colectivo que Central tuvo en el camino pero que no pudo conservar en el final de la temporada pasada.
Ya no hace falta explicarle al cuerpo técnico las exigencias que impuso el tiempo en la comunidad centralista, porque el propio Montero señaló que su comprensión de las dificultades que tuvieron los dirigentes y su flamante mánager Mauro Cetto en materia de incorporaciones está en la no participación de copas internacionales, un aspecto que gravita cuando un jugador requerido decide su horizonte.
No obstante las dificultades evidenciadas en la cotidianidad, Central y Newell's siempre están obligados a la búsqueda de objetivos de máxima, y aunque desde lo teórico haya una eventual pérdida de variantes válidas, Montero y Llop saben que con los recursos existentes mucho puede hacerse. Incluso mantener vivo el anhelo de que se puede jugar muy bien y superar a adversarios nominalmente más equipados, esperando así concluir en realidades hoy observadas con mucha expectativa, pero con moderado optimismo.