Y el clásico fue para Central que fue un justo ganador en el Gigante de Arroyito con una victoria trabajada, sentida, jugada con pasión y extrema concentración de los jugadores canallas para superar al último campeón, al mejor del fútbol argentino que llegaba como favorito.
Desde una hora antes la cancha estaba repleta, con los hinchas exultantes en la previa dando rienda al carnaval canalla, con globos azules y amarillos, papelitos, y banderas que flamearon más aun con el viento que sopló al lado del Paraná. Con los avatares del partido, los ánimos fueron cambiando, pero cuando llegó el pitazo final de Vigliano, la celebración fue total, el Gigante se llenó de abrazos, lágrimas y alegría total.
Enseguida Miguel Angel Russo fue reconocido por los hinchas, los rivales, los periodistas y sus dirigidos como el ganador del regreso del clásico. La táctica desplegada por su equipo, fue lo que permitió doblegar a Newell's, anular su juego y sostener el triunfo.
Newell's fue una sombra de su habitual imagen, se esperaba que los dirigidos por Alfredo Berti reaccionen en el segundo tiempo, cuando suelen conseguir la mayoría de los puntos hasta ahora, pero eso no ocurrió y cayó sin atenuantes.
1. Goles son amores. Marcar un gol en un clásico determina quedar para siempre en la historia del club, y ese será el destino de Alejandro Donatti y Hernán Encina -va por el segundo de su cosecha- que ayer provocaron la explosión total del Gigante, nada menos que ante el inexpugnable Newell's. El primero fue importantísimo por el momento, a los 11 minutos, Central ya se había demostrado a si mismo que podía vencer a la defensa leprosa y había derribado la racha de Guzmán -426 minutos sin recibir goles-. Sin embargo el segundo fue más festejado, quizás por tratarse del Sapito que está más vinculado a la sangre canalla, por el gran partido que jugó anulando a Bernardi y porque mostró recuperación -Maxi Rodríguez ya había empatado- algo que le cuesta al equipo de Russo.

2. La magia de Maxi. La Fiera Rodríguez está en un momento espectacular con un promedio de un gol por partido, y ayer cumplió, aunque claramente no alcanzó siquiera para rescatar un punto. Igual la definición exquisita de Maxi no pasó desapercibida, ya que el 11 leproso en el aire decidió modificar el recorrido de la pelota para descolocar a Caranta. A pesar del gol a Newell's no le salieron las cosas, en el primer tiempo tuvo algunas jugadas de peligro que podrían haber cambiado la historia, la de Figueroa se estrelló en el palo, Pablo Pérez la tiró por arriba del travesaño y Muñoz erró solo frente al arco. Además hubo dos penales que todo el plantel rojinegro reclamó, quizás el segundo el de la mano de Peppino pareció más evidente, pero a pesar de eso, el equipo no se quedó en la queja y asumió la derrota. Como dijo el Gringo Heinze, que habla en las derrotas, “duele perder porque es un clásico, pero los objetivos son otros”. Y allá irá Newell's por el campeonato que sigue liderando con tres puntos de diferencia.

>3. Russo ganador. El entrenador de Rosario Central fue el cosechador de todos los elogios, es que Miguelito se cargó la presión y supo idear un plan para desarmar el juego del puntero del torneo. El planteo táctico se cumplió a la perfección, Encina anuló a Bernardi, Lagos tapó a Mateo, Nery Domínguez se ocupó de frenar a Pablo Pérez todo lo que pudo, y además se ocuparon de molestar las salidas de Casco y Cáceres, mientras que Peppino marcó a Maxi. Figueroa fue el que más escapó pero hasta esa fortuna tuvo Central, ya que su tiro fue desviado por el palo. “No voy a hablar de la historia, solo de mi equipo”, dijo Russo en conferencia de prensa dejando que los demás hablen de él. Y sí, la de ayer es la tercera victoria sobre Newell's en siete partidos. Hubo cuatro igualdades y los otros dos triunfos, también en el Gigante, fueron el 4 a 0 (con goles Da Silva, Coudet, Carbonari y Carracedo), y un 3 a 0 en 2003 con goles de Figueroa, Delgado y Messera.

4. Mantener el triunfo. Otra buena de ayer para Central fue que pudo sostener el resultado. Arrancó ganando y cuando Newell's logró el empate la sensación en el Gigante era de que el campeón se despertaría y se vendría con todo. Por eso el gol de Encina fue tan celebrado, porque significó la ratificación de que los tres puntos en el partido más especial para la ciudad podían quedar en casa. Y además porque sirvió para cerrar una serie de partidos que en la previa parecían la hecatombe -Lanús, Boca y Newell's- y se transformaron en siete puntos de nueve. “Ahora quiero ganar después del clásico, porque siempre perdemos”, dijo Russo, y ese es el próximo objetivo canalla que no olvida que la lucha es mantener la categoría.

5. Es de la gente. La fiesta fue de los hinchas, vapuleados, castigados desde hace años por la situación de Central que vivió promociones, descenso, ascenso frustrado y algunas victorias que se parecieron más a un parto que a simples triunfos. Los protagonistas no se cansaron de dedicarle la victoria a la gente que se hizo cargo y desde que terminó el partido no paró de festejar, el Gigante era un sólo grito, pura pasión, y un carnaval que se trasladó a las calles. Caminando, en moto, en bicicleta, en auto, en colectivo, todos se fueron tocando bocina, haciendo sonar las cornetas, los tambores y cantando todo el cancionero enfocados principalmente en la música que recuerda al eterno rival, que vale el reconocimiento, dejó que el festejo se desarrolle en paz. El cierre fue en el Monumento pero la gastada seguirá, al menos, hasta el próximo clásico. Y que viva el fútbol de la ciudad.
