Quizás solo este 24 de marzo se impuso una pausa, necesaria por cierto, para que lo que más importe en este país atravesado aún por la euforia mundialista sea el Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia, aunque desde la AFA ni siquiera hubiera una mención al respecto. La fecha Fifa programó el merecido reencuentro de la selección nacional con su gente para el viernes 23 y lo que se vio, más que un partido de fútbol, fue ese estado de gracia que sigue suspendido en el inconsciente colectivo desde el 18 de diciembre. Un estado de felicidad interminable, que deviene además de tantos años de postergaciones, de frustraciones, de protagonistas incinerados en la hoguera mediática, ahora reverenciados hasta el hartazgo por los mismos inquisidores. Y como los mismos Lioneles lo remarcaron, hay que disfrutarlo porque no se sabe cuándo se repetirá. Precisamente, esa duda instalada que ahora poco o nada importa ante la magnitud del presente, es el eje de este análisis. ¿Cuánto más alto puede llegarse? ¿De qué depende? ¿Con qué se cuenta? ¿Debe pensarse ya un futuro sin el mejor? En fin, con las nuevas eliminatorias asomando en septiembre, con la Copa América como faro rector en 2024 y el siguiente Mundial recién en 2026, el repaso apunta a nuevas respuestas.
Estado de gracia
Difícil asemejar esta situación con la experimentada por Maradona y los muchachos de Bilardo en el 86, menos por Kempes y los de Menotti en el 78. Cambió absolutamente la comunicación, todo es instantáneo, los recuerdos afloran una y otra vez por las redes sociales, miles de situaciones repetidas no solo por medios oficiales, sino de los distintos ángulos por aquellos que tuvieron la oportunidad y el privilegio de estar en vivo y en vez de atesorar imágenes reales, las veían a través de sus celulares.
La alegría se replica una y otra vez, los detalles asoman y asoman de diferentes focos, y así esos momentos increíbles del mediodía argentino de aquel 18 de diciembre, no hace más que retroalimentarse. Y por supuesto, cómo no querer estar dos días después de aquella conquista épica acompañando una caravana bizarra, o este viernes que pasó en el Monumental rindiéndole tributo a esos héroes que, para muchos, cambiaron su dura realidad cotidiana.
Por eso, las emociones le ganaron a cualquier intento de ver más allá, aunque después de lo que será el nuevo festejo popular en Santiago del Estero, todo el mundo tenga que volver a enfocarse en lo que ocurra dentro de la cancha.
Amistoso poco amistoso
Se pudo tentar a rivales más encumbrados. Los había, pero se eligieron estos. Encima, Panamá metió alternativo porque priorizó la Liga de las Naciones de la Concacaf. Y Curazao no existe en el mapa futbolero. Se priorizó la fiesta, por supuesto, total las entradas se agotaron igual aún a precios exorbitantes, en Buenos Aires y Santiago. Pero aunque lo que pasó en la cancha haya sido lo de menos, hubo detalles que dicen que el futuro ya llegó.
Uno ocurrió a los 13 minutos, cuando el panameño Galván le entró de frente, con los dos pies para adelante, al mejor del mundo, sin importar contexto, festejo ni nada. Pudo ser una lesión grave. Seguramente al repasarla, Messi se habrá dado cuenta de ello.
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¿Y Fideo? Aspira a jugar la Copa América y ese sería el último torneo en la selección.
Otro la puntualizó el propio Lionel Scaloni en medio de sus lágrimas, y es que ahora todos los rivales van a querer ganarle al campeón del mundo. Ergo, se puede permitir por supuesto esta ventana de relajación, pero lo que viene no será para tomarlo de la misma manera. Hay crédito de acá a la eternidad para este grupo, la cuestión será hasta dónde mantendrá el hambre de gloria y se reinventará para conseguir lo más difícil, que no es llegar sino mantenerse.
Con Leo hasta donde quiera
Todo se preparará sin la presión que los urgía a conseguir títulos (porque muy buenos resultados tuvo el proceso anterior a Scaloni, con tres subcampeonatos, se diga lo que se diga), que empezó a soltarse luego de la Copa América 2021 y ni qué hablar desde la Copa del Mundo de Qatar 2022. Será bueno dejar de convivir con ella, pero sin ella faltaría un impulso vital. Pero más que eso, lo que tendrá entre manos Scaloni es imaginar el futuro sin Messi. Sin Di María también, sin Otamendi, pero fundamentalmente sin Leo.
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Alrededor suyo. Leo, con Antonella y los hijos. ¿Seguirá por cuánto tiempo?
Sí, aunque todo futbolero, argentino o del mundo, cruce los dedos y clame con el “uno más y no jodemos más”, el retiro de Messi y los que quedan de su generación está cerca. La ilusión es que la fecha límite sea el Mundial de EEUU, Canadá y México 2026, pero puede ser antes, tal vez en la Copa América. Scaloni, como conductor, ya debe estar pensando en eso, y cuando ello ocurra, volverá a ponerse a prueba su capacidad, quiera o no, de armar un equipo sin acaso el mejor de la historia.
Nuevos referentes y nueva camada
Si algo claramente hizo Scaloni en su gestión fue la renovación de la selección, de la que quedaron los mejores referentes, y sumó a muchos nuevos de los cuales muchos en el mundo del fútbol ni sabían quiénes eran. Un acierto total, una jugada audaz que por lo visto no dejó quieta ni aún inmerso en los festejos. Las citaciones a Facundo Buonanotte, a Lautaro Blanco, a Maximiliano Perrone, a Alejandro Garnacho, hablan de que no se quedó quieto y fue la mejor señal de que en su cabeza ya piensa el día después.
La decisión de Di María de continuar en Europa, y no regresar ya a Central como viene amagando, tiene que ver con lo mismo. Sabe que compite en el mejor nivel o no será citado. Difícil creer que Scaloni afloje en ese sentido, que dé dádivas. Lo bueno es que si un máximo referente como Fideo lo tiene claro, quiere decir que las reglas así lo son y valen para todos. Nadie podrá relajarse, salvo en esta doble cita, por supuesto.
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¿Y Fideo? Aspira a jugar la Copa América y ese sería el último torneo en la selección.
Las señales que brinda el cuerpo técnico siguen siendo claras, no parecen obnubiladas por los logros. En ese clima deben nacer los próximos liderazgos de vestuarios, que se supone pueden estar en manos de un Rodrigo De Paul, de Leandro Paredes, de un Enzo Fernández porqué no, de un Dibu Martínez, o un Alexis Mac Allister. Los seguidores a ciegas de Messi pueden ser los próximos guías de las nuevas camadas que Scaloni empieza desde el vamos a darles cabida.
Cualquiera que este jugando en el lugar más recóndito puede tener su chance. Un mensaje del que varios de esta selección campeona pueden dar fe.
Después de Curazao
La nueva noche inolvidable del martes puede decirse que cerrará una etapa, la de los merecidos logros. En el medio, hasta la Conmebol los agasajará el lunes en Asunción. La que viene volverá a meter a la selección en modo competencia, como a todo el mundo le gusta, claro está. Nuevos caminos, nuevos desafíos esperan. Nadie les quitará lo bailao, se trata de seguir bailando. En medio de las merecidas celebraciones, se notó que Scaloni está en eso. A la felicidad de hoy, hay un mañana que ya amanece.