La desilusión crece en el ámbito rojinegro. La temporada comienza a cerrarse, con 8 fechas que todavía le restan por jugar, y Newell’s se distancia cada vez más del último objetivo que mantiene: el acceso a la Sudamericana 2025.
Mateo Silvetti, el juvenil delantero de Newell's, es una de las pocas apariciones positivas de una temporada con muy pocas gratificaciones.
Por Rodolfo Parody
La desilusión crece en el ámbito rojinegro. La temporada comienza a cerrarse, con 8 fechas que todavía le restan por jugar, y Newell’s se distancia cada vez más del último objetivo que mantiene: el acceso a la Sudamericana 2025.
Lo poco para rescatar de un año frustrante es la aparición de Mateo Silvetti. El juvenil, que es futuro, pero también es presente. Lo dejó en evidencia en la tarde del Coloso. Con el equipo en desventaja, lo rescató con un remate fantástico para anotar el 1 a 1, que sería el resultado definitivo.
Silvetti lo gritó eufórico, junto a los compañeros, frente a su público. Una sensación única, que experimentó por primera vez. Sus dos anteriores goles, los primeros en la primera división, fueron en cancha de Deportivo Riestra, en el empate 3 a 3. Ninguno de la calidad del conquistado frente a Sarmiento.
Lunari le dio toda la confianza desde un principio y el atacante le responde. Desde el primer partido del DT, el futbolista de 18 años fue titular y, en mayor o menor medida, siempre fue desequilibrante, desnivelando en el uno contra uno.
Con Newell’s jugando con dos nueve, Juanchón García y el Colo Ramírez, se adaptó a la posición de volante derecho, bajo el sistema 4-4-2, pese a que tenía que cumplir obligaciones defensivas a las que no acostumbra. Jugando allí, le convirtió los dos tantos a Riestra.
Y contra Sarmiento, con el mismo esquema, jugó adelante, acompañando a Juanchón, a raíz del ingreso de Fernando Cardozo, para moverse en el medio, por Ramírez. En el sector de la cancha donde mejor se desenvuelve, volcado sobre la izquierda, el joven atacante fue discontinuo, pero siempre insinuó que en cualquier momento podía crear algo productivo.
Las señales que estaba dando, las convirtió en realidad un rato después del tanto de la apertura de Sarmiento. Hizo un slalom desde la izquierda hacia el medio y sacó un derechazo desde afuera del área que superó la estirada de Lucas Acosta. La pelota se metió en el ángulo, como se metió el pibe en el sentimientos del hincha rojinegro, necesitado de alegrías y esperanzas.
El decaimiento del equipo en la segunda etapa fue también el de Silvetti. La pelota le llegó menos y no consiguió inquietar por la banda. Cuando fue reemplazado por Chiaverano, el público le agradeció con aplausos. Al fin, es uno de los pocos que los estimula, en una pobre temporada. Con tres gritos es el goleador rojinegro en la Liga.