Minuto 39 del complemento, el cuarto árbitro levanta el cartel y ahí Marco Ruben se entera de que debía dejar la cancha. Con el Gigante de Arroyito repleto hubiese sido el cambio lógico para que el estadio entero ovacionara al delantero y ahora capitán. Pero la decisión del Kily González seguramente tuvo que ver con eso, más allá del cansancio del delantero. El abrazo cómplice del entrenador con Marco fue el reflejo más elocuente de la emoción que recorría el interior de sus venas. Porque parezca o no, Ruben es uno de los jugadores clave del clásico en el que el canalla metió un triunfo de aquellos, por el resultado pero básicamente por la superioridad que estableció en el juego. “Para mí es una noche soñada”, destacó el atacante, segundos después de consumada la victoria
Si hay alguien que en los clásicos provocó felicidad en los hinchas de Central ese es Marco Ruben. Y en esta ocasión no defraudó. Acostumbrado a festejar, especialmente desde su vuelta al club, Marco fue claramente uno de los abanderados. Y hasta es imposible no hacer referencia a ese paréntesis que le metió a su carrera, en el que muchos hinchas dudaron sobre si lo iban a volver a ver vistiendo la camiseta de Central.
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La frialdad con la que definió en el minuto 16 del primer tiempo fue propia de un jugador que la sabe lunga de este tipo de batallas, que no sólo nunca lo amedrentaron sino que parecen darle un plus. ¿De qué forma explicarlo? Simple. El de anoche fue el quinto gol que le convirtió a Newell’s, cuatro de ellos entre 2015 (fue cuando retornó de México) y ayer.
Ruben actuó con el manual del delantero en la mano en esa jugada que terminó en gol, pero que sobre todo le sirvió a Central para abrir el camino a la victoria. Porque cuando la jugada se inició por derecha buscó el corazón del área, donde recibió de Damián Martínez para definir con una categoría a la que no es fácil poner en práctica en partidos de semejante tensión y con tanta adrenalina encima. El control fue perfecto, el giro exacto y la definición magistral, con travesaño incluido.
Ahí estaba Ruben, marcando presencia en el clásico, definiendo con clase y allanando el camino. Un instante de lucidez, una muestra de jerarquía.
Cuando el Kily lo guardó ante San Lorenzo fue porque creyó que el riesgo no debía correrse. Hoy, con el diario del lunes, la decisión del DT fue acertada. Quería tener al 9 a pleno y el 9 le respondió a más no poder.
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La 9 de Ruben, otra vez decisiva en un clásico.
Leonardo Vincenti / La Capital
“Para mí es una noche soñada después mi vuelta”, se sinceró Marco, para quien “Central puso lo que tenía que poner, porque en el fútbol no es sólo huevo y ganas, también es animarse a jugar”.
Ese Ruben que llegó a los 84 goles en el profesionalismo (quedó a 10 de Kempes y a 14 del Torito Aguirre) fue el Ruben que en un momento pensó en dejar, el que volvió, el que de a poco se va acomodando y el que nuevamente en un clásico se vistió de gala.
Central fue el que marcó la cancha
Dos partidos en gran nivel ameritan ya un análisis que vaya un poco más allá de una mera casualidad. Porque nadie sabe lo que sucederá de aquí en adelante, pero en la forma en la que jugó este Central del Kily los dos últimos encuentros da para creer que el equipo puede. Y lo de anoche tuvo un impacto fuerte. Porque fue en el clásico en el que marcó una superioridad de principio a fin, con un rendimiento que potenció a prácticamente todos los jugadores. Fue un partido casi sin fisuras, con atrevimiento, decisión y sobre todo ambición.
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Pupi Ferreyra desequilibró cada vez que se lo propuso.
Héctor Rio / La Capital
Esa forma de jugar, con responsabilidades pero también libertades hizo que Central pudiera pararse en el sector del campo que quería y no el que le marcara Newell’s. Con Vecchio arrancando bien desde atrás (a la altura de Ojeda) el fútbol canalla comenzó a generarse ahí, pero tuvo correlato en todos los otros intérpretes. Porque Gamba por derecha y el Pupi Ferreyra por izquierda también marcaron el desequilibrio. Eso también fue parte de ese partido inteligente que hizo Central.
Ya había insinuado contra San Lorenzo, pero esta vez reafirmó. Los once toques en el primer gol (participaron Broun, Laso, Blanco, Vecchio, Zabala, Gamba, Martínez y Ruben) fueron el mejor aperitivo para una noche de ensueño, en la que a la enjundia había que ponerle sabiduría. Central lo hizo. Por eso el gol de Ferreyra fue año así como una especie de premio por haberlo buscado siempre a partir del juego y por el simple hecho de ir para adelante. Por eso las situaciones que tuvieron el Pupi Ferreyra, Zabala y el pibe Dupuy, que fue quien le bajó la persiana al partido.
Para que todas esas chances llegaran fue necesario un libreto específico, bien pensado y bien ejecutado. La prolijidad y la pelota al pie una vez más demostraron que los clásicos se pueden ganar con fútbol. Puntazo a favor para este Central que extendió su buen momento, que se atrevió y que le marcó la cancha a Newell’s.