La hora señalada. Después de 23 años, 4 meses y 15 días, habrá un argentino en un Gran Premio de Fórmula 1. La larga espera llegó a su fin. Un país tuerca está revolucionado. Ya no será la prueba de Abu Dabi de finales de la temporada 2023. Tampoco la muy buena, la que lo catapultó, de junio en Silverstone. Ahora Franco Colapinto participará de su primera carrera, el GP de Italia en Monza. A las 8.30 de este viernes empieza la aventura.
Fue una semana revolucionaria para el automovilismo argentino. También el internacional. Porque todo un paddock posará los ojos en este argentino de 21 años que toca el cielo con las manos. Y que quiere llegar para quedarse.
Lo que primero era un rumor se transformó en certeza el martes en horas del mediodía argentino. El equipo Williams confirmaba en sus redes sociales que Colapinto sería el primer piloto de la Academia del inoxidable team inglés que reemplazaría al estadounidense Logan Sargeant hasta el resto de la temporada.
Y ahora llegó la hora de la verdad. De cumplir un sueño, pero también que sea una realidad perdurable. En la Fórmula Uno es tan difícil llegar como mantenerse. Por eso será a partir de ahora vital cumplir con las expectativas que el equipo depositó en él.
En Fórmula 1 habrá que cuidarse y arriesgar
Lo primero será no sufrir complicaciones, devolver el auto sano como no lo hacía Sargeant pero tampoco amilanarse. Como no lo hizo en el sprint de Imola este año, cuando en una maniobra imposible superó al estonio Paul Aron para ganar su primera carrera en la última vuelta.
Como no lo hizo cuando a partir de entonces todo se aceleró y lo citaron casi sin tiempo de preparación para subirse al Williams en Silverstone. Ahí, en apenas una hora de ensayo, quedó a solo 4 décimas de, ahora su compañero definitivo, el tailandés Alexander Albon. De todos los novatos que ensayaron ese día, fue el que más cerca quedó de su coequiper, en otra referencia que impactó a los dueños de equipo.
Una historia para referenciarse
Que ahora se la jugaron por él, pese a tener opciones con más experimentados como Mick Schumacher, el hijo del gran Michael. Que quizás le sirva para referenciarse al argentino. El alemán entró casi de sopetón con un Jordan en Spa 91, aprovechando la circunstancia de una detención del piloto titular Bertrand Gachot, y a partir de ahí empezó a edificar su leyenda.
Schumacher, con un auto un poco mejor de lo que hoy es el Williams, clasificó 7º, impresionó de verdad. Y aunque no pudo completar un giro por la rotura del embrague, Flavio Briatore lo contrató en Benetton para la carrera siguiente y consiguió sus primeros puntos con el 5º puesto. ¿Dónde? En Monza.
Lo que se quiere decir con esto es que llegó y eso es un mérito enorme, inconmensurable. Pero en la despiadada F-1 el tren pasa una vez y hay que subirse. Albon debe ser su comparación y, en desventaja por la experiencia, así y todo tratar de ser más rápido que él. Todo para disfrutar, ver y empezar a cruzar los dedos.