River Plate tenía la mesa servida. No solo hacía valer el 1-0 de la ida en el Monumental, sino que al llegar al último minuto del primer tiempo ganaba 2-0. Ergo, un Lanús sin reacción necesitaba hacer 4 goles para llegar a su primera final de Copa Libertadores. Y lo hizo en menos de 25 minutos, beneficiándose con el penal decisivo, el que le dio la clasificación, por la aplicación del VAR. El árbitro se basó en el avance tecnológico para cobrar una clara infracción de Montiel sobre Pasquini y con el gol de Alejandro Silva selló el pasaporte del milagro. El que empezó a edificar gracias a su interminable figura: José Pepe Sand.
La eliminación de River recordó un poco aquella Copa perdida del 66, cuando vencía a Peñarol 2-0 en Santiago de Chile y los uruguayos lo ganaron 4-2 en el alargue. Pero lo de anoche fue increíble. Porque el penal de Scocco (falta de Braghieri a Ignacio Fernández) y el cabezazo de Montiel antes de los 22' parecían haberle dado una ventaja decisiva.
Pero Lanús hizo los goles en los momentos psicológicos. Al final del primer tiempo y al comienzo del segundo, obras ambas del héroe Sand, con un soberbio derechazo primero entrando por derecha y capturando un rebote dentro del área luego, al inicio del complemento. Fue tremendo para River. Mucho más cuando el propio Pepe le ganó una pelota difícil a Pinola, mandó un centro que fue corregido por Silva y su pase fue de gol para el Laucha Acosta,
El grito de gol entonces se liberó más que los de Sand, porque se estaba a un paso de la hazaña ante un River ya entonces golpeado, sin reacción. Y llegó el penal. El colombiano Roldán seguía la pelota y no pudo ver el claro agarrón de Montiel sobre Pasquini. Al juez le avisaron, vio el replay y cobró la falta que Silva trocó en el delirio.
River fue entonces, Pinola pegó un tiro en el palo y buscó hasta el final, pero Lanús ya había hecho historia y ahora seguramente jugará con Gremio su primera final de Copa Libertadores. Increíble.