Central es un equipo actualizado. Que en una faceta clave del juego como la pelota parada es letal. Así comulga a la perfección con la tendencia universal de usar al balón detenido como un arma mortal. Si hasta el reciente Mundial de Rusia revalorizó ese recurso como una enseñanza táctica. Hay que decir que cada pelota quieta en campo contrario es peligro de gol para los canallas. No es una exageración realizar esta afirmación. Porque cada vez que el Colo Gil acomoda el balón para ejecutar un tiro libre o un córner se encienden las alertas de riesgo en el área ajena. Central usa las jugadas de posiciones fijas como un puñal que lastima sobremanera al contrincante: en este semestre anotó ocho goles y la mitad fueron de pelota quieta. Y de esta manera los de Arroyito están en sintonía con lo que ocurre en el fútbol mundial, ya que en Rusia 2018 casi la mitad de los goles se hicieron por esa vía (ver aparte).
Esta cuestión no es un tema nuevo, ya que fue una marca registrada del anterior ciclo de Leo Fernández. Pero no hay dudas de que el Patón Bauza potenció esta virtud y hoy esta receta es una de las razones que explican el andar implacable del canalla desde que arrancó la competencia en el segundo semestre, ya sea en la Superliga que lidera, como en la Copa Argentina, en la que avanzó a los 16avos. de final.
El 43 por ciento de los goles que se hicieron en la última Copa del Mundo fue mediante jugadas de balón detenido. Y esto no hace más que reflejar que el fútbol es cada vez más parejo en cuanto al trámite y la fricción, por lo que el laboratorio de la pelota parada cobra una relevancia suprema a la hora de sacarle ventajas al oponente.
Es cierto que muchas veces los estilistas del juego atildado suelen desestimar las jugadas de posiciones fijas, pero la realidad es que son una herramienta táctica fundamental que sirve para imponerse en cotejos de trámite cerrado y con escasas aproximaciones a los arcos.
El Mundial demostró que hasta un equipo inmenso como Francia necesitó de la pelota quieta para abrir o cerrar partidos. Y en este rubro son tan importantes los ejecutantes como los cabeceadores, que buscan zafar de sus marcas y atacar los espacios vacíos para conectar el cabezazo.
Claro que desequilibrar de pelota quieta no es producto de la improvisación. Desde que el Patón Bauza tomó las riendas del equipo en la pretemporada, ya desde las dos semanas de trabajo intenso en Costa Rica había ejercicios tácticos que ponían el foco en los balones detenidos en ataque y defensa. Y siempre el Colo Gil, con su pegada quirúrgica, era el dueño de lanzar la bola.
En lo que va del semestre el laborioso Central de Bauza disputó tres partidos oficiales, logró tres victorias, mantuvo la valla invicta y anotó ocho goles, de los cuales cuatro (el 50%) fueron de balón detenido.
La era Bauza comenzó en la Copa Argentina con el cotejo por los 32avos. de final, en que el canalla goleó a Juventud Antoniana de Salta por 6 a 0, en un encuentro jugado en el estadio de Unión.
Allí hubo tres gritos de balón detenido. El primero de Marco Ruben de tiro penal. Luego, el segundo llegó tras un córner ejecutado por el Colo Gil, peinada de Camacho, rebote en el palo y definición de Fernando Zampedri. Y el cuarto tanto auriazul también arrancó con el balón quieto. Córner que pateó Gil, cabezazo de Zampedri y toque al gol de Gonzalo Bettini.
Después fue el turno de afrontar la Superliga y allí también jugó un rol vital la pegada de Gil. Es cierto que en la victoria 1 a 0 ante Banfield de la primera fecha, el centro del Colo fue con la bocha en movimiento, pero el gesto del volante fue apuntarle a la cabeza de Matías Caruzzo, que se mantuvo en posición ofensiva, y el ex San Lorenzo cabeceó al gol para vencer la resistencia del Taladro.
Más tarde llegó la visita a Córdoba para medirse con Talleres y allí otra vez Central frotó la lámpara de la pelota detenida. Córner con chanfle de Leonardo Gil y cabezazo implacable del Toro Zampedri para darle la victoria al canalla en el Mario Kempes.
Lo dicho, Central tiene una arma extra para abrir los partidos y lastimar a sus oponentes. Y para hacerlo dispone de la notable pegada de Gil, pero además cuenta con cabeceadores temibles como Fernando Zampedri, Marco Ruben, Matías Caruzzo, Alfonso Parot y Washington Camacho.
Marcar la diferencia con estas jugadas es una fórmula más vieja que la pelota, pero el mérito está en buscar variantes para sorprender siempre al rival.
Mañana, Central recibirá a San Martín de Tucumán en el Gigante de Arroyito, por la tercera fecha de la Superliga, y buscará mantenerse en lo más alto de la tabla. Para ello deberá usar bien la cabeza, tanto en la pelota quieta como en movimiento. Bauza y sus muchachos lo saben muy bien.