El seleccionado de seven de Rosario se consagró por primera vez campeón del Seven de la República en 1995 derrotando 31-7 a Buenos Aires, el gran candidato. En ese equipo, que entrenaban Jorge Trevisán y Horacio Gattarello, dos de sus jugadores eran Magín Moliné y Sebastián Ferraro, quienes ahora lucen los buzos de entrenadores del equipo que disputará la 33ª edición del tradicional torneo.
De los cinco campeonatos obtenidos por el seleccionado de seven de la URR en el Seven de la República, la cita mayor del juego reducido en nuestro país (1995, 1997, 1998, 2000 y 2009), Magín Moliné ganó tres (1995, 1997 y 2000) y en 1998 quedó afuera del equipo por un desgarro y su lugar fue ocupado con Christian del Castillo, currículum que lo convierte en palabra calificada para hablar del tema.
Desde esos años a hoy, el juego reducido cambió mucho y creció de una manera meteórica al punto tal de llegar a representar al rugby en los Juegos Olímpicos. Rosario no evolucionó de la misma manera y fue perdiendo protagonismo en el concierto nacional, algo que ahora está intentando empezar a revertir.
"Hoy por hoy, para jugar al seven hay dos o tres aspectos importantes que hay que tener en cuenta. Uno es el aspecto físico, otro es la parte mental y espiritual del jugador y el tercero la organización técnico-táctica del equipo. Con esas premisas empezamos a trabajar", deslizó al iniciar la charla Magín Moliné, quien sabe que para recuperar el espacio perdido tiene un arduo trabajo por delante.
Vayamos por partes: el aspecto físico.
Ahí trabajamos con Martín Santi para preparar a los jugadores al juego de siete, que tiene diferencias con el rugby de quince. Lo hacemos teniendo en cuenta que los chicos vienen de una temporada muy larga, muy cargada, y no queremos hacer algo que sea contraproducente.
¿La parte mental?
En este segundo punto es donde particularmente hago mucho hincapié. En el seven se juega con muy poco oxígeno y el jugador tiene que estar preparado para tomar decisiones "sin tener aire en la cabeza", por decirlo de alguna manera. Sus gestos, por ejemplo al tackelar, tienen que ser de levantarse y correr y después pensar. Hay jugadores a los que esto les cuesta más que a otros, pero para un jugador de seven ese es un requisito fundamental. En el seven, al ser menos jugadores, quedamos más expuestos y, en términos generales, el error individual lo pagás mucho más caro que en el quince.
¿Y en cuanto al juego en sí?
En el aspecto técnico tenemos que partir con una defensa ya consolidada. Si bien los jugadores de Rosario tienen porte, nos vamos a enfrentar con equipos con mucho más porte. Esto ya lo vimos un poco en el seven de GER, por eso la organización defensiva y el tackle tienen que ser una premisa. En el seven de hoy, lo preponderante es la posesión y dentro de esta lo más importante es la salida, por lo que hay que tenerla muy aceitada, tanto la recepción de la salida del rival para tomar posesión de esa pelota, como la salida propia para irla a buscar y traerla para nuestro lado. Estadísticamente, el que tiene más posesión es generalmente el que gana. En cuanto a los movimientos, el jugador rosarino es un jugador con muchas destrezas, que le gusta jugar con la pelota en la mano, pero para esto hay que tenerla.
Rosario perdió hace mucho tiempo el protagonismo que tenía. ¿A que se lo atribuis?
Generalmente cuando suceden estas cosas es por una suma de factores. Creo que esto va un poquito más allá de Rosario. Hay muchas uniones, y Rosario es una de ellas, en las que el seven es la culminación de la temporada del rugby de quince y me parece que tenemos que asimilar un poco lo que está pasando en el seven a nivel UAR y a nivel de lo que pasa en el mundo... Acá, por ejemplo, no tenemos diagramada una temporada de seven que sea preparatoria para el objetivo final que es el Seven de la República. Además a los jugadores se les exige mucho, no hay una coordinación entre el juego de quince y el de seven y los que juegan son los mismos jugadores. Hay excepciones. Tucumán y Córdoba hace años que están dándole importancia. Tienen dos meses de preparación, hacen giras previas...
Y eso se refleja también en las convocatorias a los seleccionados nacionales...
Sí, no es casualidad. No sé cómo hacen con sus torneos locales, pero creo que es cuestión de organizarse. La URR debe ir por ese camino y darle la importancia que le corresponde al juego reducido, sin sobrecargar a los jugadores. Para eso tiene que haber un entendimiento entre la Unión y los clubes y los fixtures deben armarse de tal manera que no se superpongan torneos de quince mezclados con seven o de clubes mezclados con seleccionados. Hay que empezar a fijar prioridades.
¿Qué se puede hacer?
El otro día hablaba con Juan Fasce y me tiró una propuesta interesante: en Rosario cuando se termina el Regional se juega el torneo Clausura, pero tranquilamente se puede organizar un torneo o circuito de seven que tenga su culminación en el seven de GER, que ya es un torneo tradicional, consolidado y muy lindo. Hay que buscarle la vuelta para que el jugador empiece a jugar mucho seven. Creo que si queremos dar un paso adelante en el seleccionado de seven de Rosario tenemos que darle más importancia, desde la Unión y desde los clubes.
En cuanto al material humano, ¿qué me podés decir?
Yo estoy sorprendido por la calidad técnica que tienen nuestros jugadores. Están bien formados. Es admirable ver en esta parte del año, con toda la carga que traen encima cómo trabajan. El jugador rosarino sigue manteniendo esa destreza que le es propia, pero lo que le está costando es el porte físico. Hoy el seven cambió. Hay una bajada de línea de la UAR, la cual está reclutando jugadores de más de 1,85 metro y 90 kilos y tiene una lógica: sin ese porte, enfrentarse a jugadores como los fijianos, sudafricanos o neocelandeses se hace muy difícil. Rosario sigue teniendo un porte mediano, no tan grande y vamos a enfrentarnos con seleccionados que están reclutando sus jugadores con la misma metodología que tiene la UAR. Tucumán y Córdoba son dos buenos ejemplos. Antes el seven se jugaba de otra manera, era más de evación. Antes con destrezas alcanzaba, pero hoy no. Hoy a la destreza hay que sumarle rigor físico, porque en el uno contra uno tenés que estar muy seguro y si no tenés porte físico es muy complicado. Seguramente vamos a enfrentarnos a equipos de mayor porte, por lo que vamos a tener que compensar eso con una mayor actitud, mayor capacidad mental y mayor juego.
¿Se plantearon objetivos?
El objetivo es que los jugadores entren partido a partido y hagan la mejor performance posible dentro del alcance de cada uno. Tienen que dejar todo dentro de la cancha en cada partido, en el aspecto físico, mental y técnico. La meta es que Rosario vuelva a ser un protagonista importante del Seven de la República. El cumplimiento de los objetivos te va a llevar a la meta.
Los rivales de Rosario para esta edición del seven son Tierra del Fuego, Santa Fe y Lagos. Años atrás podría haber sido una zona accesible, pero hoy no lo es.
Para nada. A nosotros nos tocó enfrentar a un muy buen equipo de Santa Fe y ellos, al igual que Entre Ríos, vienen trabajando muy bien en seven. Nos encontraremos con un equipo de un buen porte físico, bien preparado y con algunos jugadores muy interesantes. Va a ser un partido muy duro. Tierra del Fuego es similar pero en menor medida. Y Lagos es toda una incognita. Muchas veces Lagos formó su equipo con jugadores que venían de jugar en la Urba y eran muy competitivos y otros años no. Depende de cómo forme su equipo. Más allá de eso, creo que es una zona en la que vamos a tener que dejar todo en cada partido. No te podés descuidar con ninguno de los tres y menos en este juego, que no te da tiempo.