Las llaves a matar o morir tienen ese no se qué que la hacen distintivas. Esa adrenalina de estar en el límite, donde no se puede fallar. Muchas veces crueles e injustas para los que deban volverse a casa, pero así son las reglas. En los procesos como los que atraviesa la renovada selección argentina son un escalón obligatorio, respaldatorio de la chapa ganada por herencia y que debe ser refrendada para que también sea por derecho propio. Porque en eso anda esta Argentina de Lionel Scaloni, en un período de formación tras el gran recambio y creciendo. Y para consolidarse ya empieza a necesitar algo más que buenas performances, necesita mostrar logros. Eso también es una herencia, la pesada herencia que este ciclo también debe hacerse cargo porque viene en el combo. Los cuartos de final de esta noche ante Ecuador serán una prueba de fuego, porque se precisa llegar a semifinales, a la final y también ganarla.
Esta Argentina de este técnico increíble (por su designación) está en una instancia de saludables insinuaciones, pero en los constantes cambios que pone en práctica Scaloni también se ve que le falta consolidaciones más allá de las palabras de ocasión. Algunos nombres se fueron ganando el lugar, otros lo siguen peleando y el único asegurado, el de Lionel Messi, está rodeado de nombres que rotan con buenas prestaciones y otras no tantas, pero rindieron frutos.
En esta Copa América la selección terminó primera de su grupo e invicta. Ni más ni menos que lo que se esperaba, pero ya de por sí un logro, como el invicto que se muestra en esta etapa de pandemia. Hay un status que por momentos parece decidido a afirmarse y otros no tanto, al son de los nombres del recambio que en el mismo sufren también vaivenes. Pero en general la vara está alta en todos los puestos discutibles y esos son también buenos indicios.
Scaloni precisa también empezar a mostrar logros y qué espaldarazo mayor sería que ganar la Copa América y cortar la sequía de 28 años sin títulos. Mucho más ahora que habló Marcelo Gallardo (ver aparte) y quien lee bajo el agua observa una presión extra para el cargo que ostenta.
La inexperiencia que indefectiblemente carga el técnico contrasta con la que sí tiene su colega de hoy, Gustavo Alfaro. Tanto que, pícaro él, apenas consumó la clasificación ante Brasil y sabiendo que enfrentaría a Argentina en cuartos, le dijo a Tite para que todos escuchen que él merece ser campeón del mundo. ¿Inocencia o ya empezaba a jugar los cuartos de final de hoy esa misma noche?
Por eso es tan necesaria que Argentina siga mostrando las virtudes que lo llevaron, por ejemplo, a siempre ponerse en ventaja de entrada, en esta Copa y en eliminatorias. Sería esencial que repita hoy para obligar a Ecuador a salir y lastimarlo en los huecos que deje. E igual de indispensable que acote los lapsos laguneros, al menos los intercale en el trámite y no los extienda en períodos de tiempo que los rivales puedan aprovechar para hacerlo dudar.
Scaloni confirmó a Gio Lo Celso, dejó la duda entre Romero y Pezzella, y puede estar la habitual de Acuña y Tagliafico, más la de Paredes o Guido Rodríguez, y Nicolás González o Di María. Los retornos de los Martínez, Emiliano y Lautaro, Molina, Otamendi, De Paul son un hecho. Es la hora para Argentina de mostrar que tiene chapa.