Mónaco. Glamour. Ostentación. Riqueza. Mónaco. Cita de lujo de la Fórmula Uno, aunque no siempre fue así. Mónaco. El circuito más chico del calendario, donde todos quieren ganar, donde se ve la muñeca del piloto. Mónaco, de las mil y una historias. Aquí algunas para repasar, en vísperas de la 7ª cita del calendario, que comenzó este viernes con las dos tandas de ensayos. El primer ganador en la era campeonato de la F-1, Juan Manuel Fangio, unos meses después de pegarse una piña frente a la cancha de Newell’s. El inolvidable triunfo de Carlos Reutemann 30 años después. La performance increíble del Poppy Larrauri en el 88. La historia de como la avivada de Alain Prost para impedir que un novato lo superara le impediría ser campeón en ese 1984. El increíble primer triunfo de Riccardo Patresse en el 82, o el de Olivier Panis en el 96. Recuerdos para atesorar del Principado, sobre todo para los argentinos.
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Esquiva y pasa. Fangio deja el desparramo de la 1ª vuelta atrás para ganar el primer GP de Mónaco de F-1 en el 50.
En plena pandemia, una nota de La Capital describía con datos minuciosos aquella primera victoria de Fangio en la Fórmula Uno, en la segunda competencia de la historia de la categoría. Ese 21 de mayo de 2020 se cumplían 70 años del inicio de la increíble historia del Chueco, el piloto que difícilmente sea superado en relación a números de victorias sobre GP disputados, como de títulos en relación a años compitiendo y al hecho de haber cosechado sus 5 títulos con 4 marcas distintas.
Y todo había empezado en las calles del Principado, que albergaban carreras desde 1929 pero que sufría con la organización porque era a pura pérdida. Y mucho más cuando, después de eludir un tremendo accidente en la primera vuelta que dejó a muchos participantes afuera, el Chueco se tomaría el buque y dominaría de principio a fin durante las ¡100 vueltas! de entonces. Por eso llegó un paréntesis de 4 años, hasta que se retomaría la competencia luego de que el príncipe Rainiero contraJera matrimonio con la actriz Grace Kelly. Desde ahí, en 1956, no faltaría más en el calendario excepto en el año de la pandemia. Y es más, paga un cánon simbólico desde que todo el mundo de los negocios comprendió que no podía faltar.
Fangio fue el único argentino que repetiría triunfo en las calles rodeadas de lujo y yates de multimillonarios, ya que en 1957 volvería a festejar, en el año de su 5º y último título.
El Príncipe Carlos
Recién en 1980 volvería a festejar un argentino. Y no podía ser otro que Carlos Alberto Reutemann, en su primer año en Williams cuando era piloto 2 del equipo y aprovechó los abandonos de su compañero Alan Jones y la insólita piña de Didier Pironi cuando dominaba a voluntad con el Ligier. Las últimas vueltas sobre piso mojado le dieron un tremendo suspenso a una carrera sin muchas emociones y el llanto del relator de ATC, Héctor Acosta, dejaría ese domingo de mayo como uno de los inolvidables del automovilismo nacional.
Reutemann venía de un decepcionante 79 con el Lotus y en Mónaco sería su segunda carrera de una sucesión de 15 carreras seguidas en los puntos, tal vez no tan sorpresivo ahora que los autos ni se rompen y la puntuación abarca hasta el 10 clasificado. Pero entonces, cuando sólo 6 conseguían puntos y la tecnología no había avanzado lo suficiente, era todo una proeza. De hecho ese récord que se cortaría en Mónaco al año siguiente, se mantendría por mucho tiempo y al Lole nadie lo superó hasta 2003, cuando se empezó a puntuar a los 8 primeros (desde 2010, a los 10 primeros), manteniéndose 20º en toda la historia de la F-1.
Otro argentino que hizo ruido
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Muñeca. El endeble EuroBrun manejado en el agua con maestría por Larrauri en el 88.
El recordado piloto y constructor de Las Rosas, Alfredo Pián, fue el primer santafesino en ser parte de un fin de semana de Gran Premio en Mónaco. Fue en aquel 1950, pero un accidente en el sábado de clasificación que lo despidió de su auto, lo mandó al hospital y no tendría la chance ya de correr en F-1. Después el Lole sería el máximo representante de la provincia, pero tras su retiro en 1982 debió aparecer su sucesor, que entonces la rompía en la Fórmula 3, que era la verdadera antesala a la Fórmula Uno: Oscar Larrauri, de Granadero Baigorria.
Pero la guerra de Malvinas, el retiro del Lole, el desastre económico que dejaba el gobierno militar en retirada, le impidió tener los apoyos necesarios para sustituir al Lole ahí mismo. Su talento enorme lo llevó a tener una chance en 1988 a bordo de un auto ingobernable como era el EuroBrun, pero que le dio la chance de brillar como solo un piloto de real valía puede hacerlo: en Mónaco.
Ahí, el jueves probando los límites sufrió dos piñas, con el auto titular y el muletto, por lo que afrontó la preclasificación con el primero de ellos reparado con lo justo, logrando superar ese corte . En la mañana del sábado se clavó en el 10º lugar llegando a estar 4º bajo el agua, y ya en clasificación lograría el 18º puesto, para poder largar al día siguiente. Una hazaña. Tanto como circular 15º en carrera hasta que los frenos estrenados de fibra de carbono lo traicionaron en la vuelta 13, trabando las ruedas delanteras y provocando el trompo y abandono. A la carrera siguiente, en México, llegaría 13º, su mejor posición de dos años de F-1 (uno y medio en realidad, porque retomó para el 2º semestre del 89) signados por un auto ingobernable pero que el Poppy supo conducir con maestría en Mónaco, ¿dónde si no?
Patrese ni se dio cuenta
Ricardo Patresse ganó su primera carrera en F-1 en Mónaco. Fue en 1982, cuando se benefició con los palos que se pegaron René Arnoux y Alain Prost, pero también con un hecho inédito. Es que al entrar al último giro venía tercero, pero sucesivamente se quedó la Ferrari de Didier Pironi y el Alfa Romeo de Andrea De Cesaris por quedarse sin combustible. Así, llegó a la meta ganador sin darse cuenta, en épocas donde no había aún una comunicación fluida con los boxes. Al llegar a él tras la vuelta de honor le indicaron que había ganado.
Salvó el triunfo y perdió el título
No se había llegado a mitad de carrera en aquella edición de 1984, donde Alain Prost ya había dejado Renault para pasar a McLaren y se ilusionaba al fin con el título. Y venía ganando bajo el diluvio de Mónaco, mientras de atrás un novato, un tal Ayrton Senna, le recortaba furiosamente la distancia tras capturar el 2º puesto con un Toleman habitué del fondo que en condiciones normales no estaba para pelear. Durante varias vueltas el francés agitaba los brazos para que pararan la carrera y le hicieron caso. Mientras el francés estacionaba apenas mostraron la bandera roja, el brasileño pasaba como una exhalación y hasta celebraba como si hubiera vencido. Finalmente, dieron la mitad del puntaje y Prost sumó 4,5 puntos. Si hubiera llegado en condiciones normales 2º, o con el 75% del recorrido, hubiera sumado 6. Al final del año, perdió el título con su compañero Niki Lauda por ¡medio punto!
Oh la la, Panis
La edición de 1996 fue inolvidable para Olivier Panis, para el equipo Ligier y para toda Francia en la F-1. También quedó para la historia porque apenas llegaron ¡3 autos! a la bandera a cuadros, después de innumerables abandonos por accidentes típicos en Mónaco y problemas mecánicos. Así el francés, que había partido 13, heredó al final la victoria, secundado por David Coulthard y Jhonny Herbert. Fue su única victoria y la última del equipo que fundó Guy Ligier, que no ganaba desde el triunfo de Jacques Laffite en Canadá 81. No habría más halagos de un piloto francés hasta un cuarto de siglo después, cuando Pierre Gasly sorprendió a todos con su festejo en Monza 2020.