En Newell's pasan cosas raras. Claro que sí. Mucho ruido inútil. Una sucesión de hechos bochornosos, dirían los leprosos Pachu y Pablo, que se encadenan para una foto. Que eso es un presente. Una foto. De un barco que parece a la deriva, aunque su capitán diga lo contrario. Bien por él igual, porque sus palabras fueron la única esperanza de esa foto, que no la trasmite. Casi como quién dice por estas horas en ámbitos más importantes que el fútbol que de una enorme deuda se sale tomando más y más deuda. Nada está bien y a los hechos hay que remitirse.
Apenas el árbitro pitó por última vez en Córdoba se hizo conocido un Instagram de Gimena Vascon, pareja del técnico de Newell's, con una muy sugestiva frase: "Hermosa cama". Después borró el mensaje y tuvo que aclarar que se refería a otra cosa. El daño estaba hecho. Una de las cosas raras que pasaron en otra noche para archivar de Newell's.
Porque una frase así no es de difícil interpretación. Si alguien le estuviera haciendo una cama al técnico leproso, serían los propios jugadores. ¿Quiénes si no? Y antes de que se conociera ese mensaje, en la cancha pasaron más cosas raras. Insólitas algunas, demasiadas para que en conjunto no produjeran el resultado que se produjo y para que no le dieran de comer a los malpensados.
La primera adentro de la cancha
La primera la hizo el arquero Juan Espinola, uno de los últimos en llegar al Parque luego que se fuera Keylor Navas (por cierto, debe escribirse en el listado de rarezas de los últimos tiempos en Newell's). Fue el primer capítulo de esa saga. Entregó la pelota a los pies de González Metilli en una salida que debió ser simple y para completar la imagen se pasó de largo en su intento de sacar el remate de emboquillada, lento, que se le metió hasta risueñamente en el arco.
La siguiente enseguida la haría Darío Benedetto al patear el penal. Primero, haciéndose cargo cuando ya estaba estigmatizado como errador serial de penales. Y después demorando el remate hasta lo indecible, quedándose clavado con la vista fija en la pelota sin hacer caso a las dos veces que el árbitro pitó para que pateara. De no creer, el juez tuvo que ir a decirle que patee de una vez.
Raro. Muy raro. Cómo la forma del remate y la forma, cómica también, del arquero de Belgrano para hacerse cómodamente de la pelota.
Y para completar el combo dentro de la cancha, Gonzalo Maroni cometió una falta torpe, innecesaria, desmedida, de expulsión. Una roja directa en una pelota que fue a disputar sobre el costado izquierdo, pero tan raro fue que no se arrojó al piso para trabar el pase de Elías López, sino que directamente no frenó y se lo llevó puesto.
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La voluntad estuvo pero...
Así era imposible, por más buena voluntad que pusieran todos, como remarcó Fabbiani en la conferencia de prensa a la que sí está vez asistió. Así se termina goleado un partido que ni por asomo indicó un dominio marcado de Belgrano, como sí fue en San Luis. Si hasta el resultado fue más abultado.
Después de todo lo que pasó, fue Fabbiani el que dio la cara y bancó a los jugadores, desactivando a cualquiera que se haya molestado por aquél Instagram inoportuno. Si no lo hubiera hecho, hoy se estaría hablando de otra cosa.
Destacó la actitud del equipo para llevar adelante un plan de juego, que sí hubo y que sí se quiso plasmar con determinación. Y atribuyó a la mala suerte esa sucesión de rarezas, a la que sumó al árbitro Hernán Mastrángelo, encargado del VAR en Córdoba, por su ojo de lince para marcar el off side de Ever Banega en lo que pudo ser penal para Newell's con el partido 0-0. Y por no ser igual de puntilloso para admitir aquella mano grosera en el área de Barracas Central el día en que debutó como DT leproso.
El Ogro Fabbiani no se da por vencido
Así Fabbiani tiró la pelota para adelante con un mensaje de fe que su equipo no contagia. Es tan raro todo lo que pasa, que más que enojo, se apoderó en el Parque una sensación de resignación. Puede ser que la cercanía de las elecciones la apuntale con lógica, porque el cambio se viene sí o sí.
Sea como sea, el motor del club que es el fútbol hace rato que no hace pie y no enriquece ni mucho menos consolida procesos, ni de un técnico, ni de un plantel, ni de un manager, ni de un coordinador de inferiores. Se hace cada vez más necesario que vuelvan a escucharse la opinión de los ídolos, que vuelvan a marcar caminos posibles. Mientras, el Ogro asumió lo que le toca y seguirá intentando, a menos que desde una conducción que llega a su fin se diga lo contrario. Es lo que hay, la foto de un Newell's raro, si se lo compara con los, un tanto viejos, buenos tiempos.