Una mañana de terror, angustia y desesperación vivió la familia de Caren, quien encabeza un comedor y merendero en barrio Tablada, en la zona sur de Rosario, cuando la Policía irrumpió en su casa con una orden de allanamiento en mano en el marco de una causa por venta de drogas. Pero equivocaron el objetivo.
La investigación ubicó en el comedor Shekinah, el cual conduce Caren y su esposo en Esmeralda al 3700, un punto de venta de drogas. Sin embargo, cuando los uniformados irrumpieron en la vivienda se encontraron un panorama desconcertante.
Entre juguetes, chocolates, masitas y cajas de leche, la Policía redujo a la mujer, que estaba acompañada de su hija de 9 años, y revisó el lugar: “Lo único que le pedía es que no rompan más nada”, dijo Caren a LT8.
Un allanamiento erróneo
El lunes cerca de las 6.45, Caren y su hija estaban por volver a la cama. El sol apenas asomaba y golpes a las paredes alertaron a la mujer. “Pensé que era el vecino”, contó y dejó entrever que junto a su vivienda hay un punto de venta de droga.
Allanamiento erróneo 23.9
Pero la explosión de un vidrio y no dudó: “Es en el comedor”. El espacio donde asiste a 75 familias está en la parte delantera del terreno, por lo que intentó atravesar el patio, aunque fue detenida por los gritos de la policía. “Tírate al piso, tírate al piso”, exclamaron los policías que intentaban ingresar.
Del otro lado, la mujer detuvo su marcha y se lanzó al suelo. Con la cara contra el piso intentó frenar a los agentes. “Les pedía que no rompan nada, que le abría la puerta de mi casa y del comedor”, relató Caren y aseguró que hasta le ofreció las llaves a la policía, pero siempre encontró negativas del otro lado.
Sin resultados
“Pedí que me muestren la orden y les dije que no tengo nada que ver, que acá hay un comedor comunitario, que lo único que iban a encontrar era comida, pelotas y juguetes”, detalló Caren que aún mostraba signos de asombro por el accionar policial.
La mujer mientras lloraba por la rotura del ingreso al merendero tuvo que pedir por favor si la dejaban cambiarse. Así pudo leer la orden de allanamiento. En el papel estaba señalado el comedor, la dirección de su casa y el nombre de su familia. “Se equivocaron”, repite desde el lunes la mujer.
Acompañados por perros de rastreo de droga, los policías revisaron la vivienda en busca de estupefacientes y armas. No encontraron nada. Para este momento las plegarias de Caren se hicieron escuchar y los agentes realizaron el procedimiento sin dañar la propiedad y los muebles. “Miren todo lo que quieran, lo único que le pido es que no rompan más nada. Hace una semana estuve haciendo una rifa para poder comprar la membrana de la institución”, sentenció la mujer mientras veía su casa invadida.
Allanamiento erróneo 23.9
“No se llevaron nada. Le mostré plata que era del sueldo de mi marido, los celulares, el mío y de mi hija. Los revisaron y me lo devolvieron porque no encontraron nada”, aseguró la mujer.
Ahora Caren tendrá que reponer los vidrios rotos y la puerta dañada, mientras seguirá asistiendo a los 87 chicos de barrio Tablada que pasan por una copa de leche o un plato de comida.
Todo mientras “se vive con miedo” porque “ellos (los que venden droga en el barrio) saben todo: cuándo sale mi marido, cuando llevo a la nena a la escuela, cuando nos quedamos solas”. El accionar de la policía dio saldo negativo para la investigación y se retiraron, pero a los pocos minutos “siguieron vendiendo (drogas)” y a mí me destruyeron las dos puertas”.
“Tengo miedo de abrir el comedor que vengan los nenes y que pasen a disparar”, cerró con crudeza la mujer que desde el lunes no puede dormir para estar al cuidado de su hogar.