El Kily González tiene el futuro en sus manos, el suyo al menos. No hubo a lo largo de este proceso un contexto tan claro como el de ahora, siempre en términos de adversidad, por eso lo que ocurra el domingo frente a Banfield puede resultar determinante para la continuidad del entrenador al frente del equipo de Central. Y a esta altura ya no hay personas que puedan sorprenderse, ofenderse o tomar a mal cualquier cosa que se diga. Pero, lo más importante, quien más clara tiene la situación es el propio Kily González. Él más que nadie sabe que los 90 minutos que se vienen pueden significar un mojón en la vida deportiva de Central. Es cierto, el abanico que suele ofrecer el fútbol a la hora de toma de decisiones es muy amplio. Porque puede suceder que el equipo juegue de maravillas y que el resultado no sea positivo, pero allí entrarán a tallar esas “formas” a las que muchas veces se hace referencia.
¿Qué tiene que hacer el Kily? Unas cuantas cosas. Entre ellas lograr que el equipo se amigue con esas “formas”, que son las que traccionan para un lado o para el otro, siempre con el resultado como portador de la bandera a cuadros.
Parece romántico hablar de formas y de nivel de juego cuando lo que está planteado es continuidad frente a un resultado positivo o fin de ciclo si ocurre lo contrario, pero, suele pasar, el camino más corto hacia la estabilidad es el de la consolidación de un equipo desde lo futbolístico.
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El Kily corre para meterse en el tumulto al final del partido.
Leonardo Vincenti / La Capital
Precisamente las formas en las que se despidió el equipo del Nuevo Gasómetro fueron las que pusieron decididamente al Kily en el ojo de la tormenta. Un 0-1 hubiera generado bronca, pero no tanta decepción y muchísimo menos tanta ebullición. La pelea en el final del partido fue un chorro de nafta al fuego. Lo mejor que hizo el técnico canalla después de eso fue reconocer (lo hizo en una charla con Ovación) que se equivocó, que actuó mal y que su principal misión es trasladarle tranquilidad al equipo.
Son contados con los dedos de una mano los partidos en los que este Central del Kily González (aun contando la Copa Diego Maradona) logró meterle solidez a su juego. Siempre tuvo “ratos” interesantes, que invitaron a soñar, pero ese comportamiento nunca fue una constante.
El Kily tiene sus atenuantes también: todos estos partidos tuvieron una presencia mucho más activa de chicos de divisiones inferiores, muchos de los cuales hicieron su debut de la mano del actual entrenador, aunque para el DT no es excusa. No debe serlo para él ni para los dirigentes, que fueron los que se la jugaron por este “proyecto”. Esas variables están presentes y nadie puede desconocerlas, pero seguramente ameritan un análisis muchos más riguroso.
Lo mínimo que debe lograr el técnico es que su equipo el próximo domingo empiece a despejar ciertas dudas, con todo lo que ello implica, especialmente en este momento.
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Central no tuvo una buena noche ante San Lorenzo y debe mejorar.
Leonardo Vincenti / La Capital
Central entró en un período en el que se empieza a separar la paja del trigo, cuando aparecen los que realmente están convencidos de ponerse espalda con espalda con el Kily y los que no. Lo que dejó el viaje de la cúpula dirigencia a Arroyo Seco en el mediodía del lunes fue un mensaje claro e inequívoco de parte del plantel, que por medio de sus principales referentes (Vecchio, Ruben y Broun), expresó su apoyo incondicional al entrenador. Los jugadores también en esto tienen su propio desafío, que no es otro que avalar el proceso desde adentro de la cancha.
Dicen que “cuando el río suena...”. Ese parecer corría para la previa de Arsenal y se instaló con firmeza inmediatamente después de San Lorenzo. Hoy no hay ruidos especulativos. Más bien todo lo contrario, las cartas están echadas sobre la mesa. Lo saben todos, incluso el Kily González, quien este domingo rendirá su primer gran examen frente a urgencias extremas. Por todo esto es que el DT tienen el futuro en sus manos.