Y fue especial la tarde para Eduardo Coudet. No cabía otra forma de analizarla en la previa porque todos imaginaban lo que iba a suceder, que los aplausos, el reconocimiento y el recuerdo de parte de los hinchas canallas para el hoy DT de Racing caerían por decantación. Sol a pleno en el Gigante para la ovación de todo el estadio para quien enfrentó por primera vez en su vida al canalla como técnico de otro equipo, al que la dirigencia le entregó una plaqueta recordatoria y a quien muchos de los futbolistas auriazules cumplieron con el saludo obligado.
Minutos antes de las 12, el micro que transportó al plantel de Racing se estacionó de culata en el estacionamiento del Gigante. Coudet fue el último en bajar y ni bien su figura se hizo visible aparecieron los aplausos y el "vamos Chacho" de algunos pocos hinchas desde la zona del camping. Algo similar ocurrió cuando la voz del estadio dio a conocer las formaciones. Cuando fue el turno del técnico del equipo visitante los aplausos, ya en mayor medida, volvieron a aparecer.
Pero claro, lo más fuerte en emociones fue lo que se vivió una vez que los equipos ingresaron al campo de juego. La Academia de Avellaneda fue la primera en pisar el césped y detrás de los jugadores lo hizo Coudet, quien con la mirada clavada en el piso nunca detuvo su marcha. No vio que en el círculo central estaban el presidente Raúl Broglia, los vices Luciano Cefaratti y Ricardo Carloni y el secretario Rodolfo Di Pollina. Una vez llegado al banco levantó la mano derecha y saludó a los plateístas. Primero Ferrari y después Leo Fernández fueron a su encuentro para abrazarlo. Hasta que un encargado del departamento de marketing le pidió que se acerque al centro del campo porque que le iban a entregar una plaqueta.
En ese momento la voz del estadio anunció lo que iba a suceder e inmediatamente llegó la ovación. El Chacho recibió el recordatorio de manos de Broglia, quien fue el primero que lo saludó antes de que sus pares cumplieran también con el rito y después posaran para la foto.
Ahí sí el Gigante completo entendió que era el momento de la verdadera ovación. "Olé, olé, olé, olé, Chacho, Chacho" bajó desde los cuatro costados y a quien marcara una época como jugador primero y como entrenador después no le quedó otra que hacer recíproco el saludo. La palma derecha al pecho en reiteradas ocasiones fue el gesto elegido por un Chacho que fue receptor de muchos otros saludos por parte de los futbolistas canallas a los que hasta hace no mucho dirigió.
Durante el partido, lo normal, gesticuló demasiado y se peleó cuantas veces quiso con el primer asistente y el cuarto árbitro.
Con el triunfo bajo el brazo, enfiló hacia el vestuario y sólo abrazó a Leo Fernández, a quien le dijo algunas palabras al oído.
Como era de esperar, en su casa, el Chacho se hizo gigante.
"La felicidad no es completa porque no me gusta ganarle a Central"
Fiel a su estilo, Coudet se hizo esperar un buen tiempo para salir a dar la conferencia. Seguramente puertas hacia adentro encontró mucha gente a la cual saludar. Las sensaciones de lo que habían sido los 90 minutos y también el triunfo eran importantes, pero más trascendente aún era saber qué cosas habían pasado por su cabeza la tarde en la que enfrentó a Central. "Esta es mi casa, es mi gente. La verdad es que hoy (ayer) vi a muchos amigos y otros no quisieron venir para no vivir una situación particular", argumentó el Chacho en relación a la ovación que recibió de parte de los hinchas y del reconocimiento que le hicieron los dirigentes a través de una plaqueta. Y en ese sentido dio señales de estar hablando con el corazón en la mano. "Me voy con la sensación de que hicimos un gran partido, pero pese a que nos llevamos los tres puntos para mí no es una felicidad completa porque no me gusta ganarle a Central". Sólo el tiempo dirá cuándo volverá a dirigir al canalla. Por lo vivido ayer, la venia de los hinchas la tiene y sólo será cuestión de que él y Central vuelvan a congeniar.