Vuelta de página en Central. Pasado el porrazo por la Liga Profesional ante Central Córdoba (SE), el telón se corre para darle paso a otra historia, que no es una más. La Copa Argentina siempre generó un encanto especial en la vida de Arroyito, pero en esta ocasión hay unos cuantos condimentos que la hacen también particular. Para Central esta vez corre lo deportivo, pero también lo político. Quien no lo entienda de esa forma no estará dimensionando la real implicancia de seguir o no en carrera y, por supuesto, de las consecuencias que cada una de esas alternativas generaría. Pero claro, desde lo meramente futbolístico estará el deseo de echarle una palada de tierra a lo que fue la paupérrima puesta en escena el pasado lunes, para intentar tapar ese mal paso con un pase a los octavos de final frente a Quilmes (a las 16.30, en cancha de Belgrano de Córdoba). Allí en octavos quien ya espera es Deportivo Madryn.
Central viene de tropiezo en tropiezo en un semestre en el que las cosas desde lo futbolístico salieron decididamente mal y donde recién ahora se pretende hallar un mínimo de estabilidad, por eso el encanto lógico que genera una competencia como la Copa Argentina, en la que unos pocos buenos resultados pueden encender la llama de la ilusión.
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Central mostró su mejor versión en cancha de Arsenal. Allí ganó por goleada.
Marcelo Bustamante / La Capital
Ahora, esta edición de Copa Argentina para Central no parece ser cualquiera. Porque podría ser el antídoto perfecto a ese pésimo tránsito en la Liga Profesional, pero sobre todo porque es lo único que le queda al canalla para aferrarse al protagonismo en tiempos de decadencia. Y cuando se dice que la política canalla también jugará su propio partido no es cuento.
Que Central deba poner todas sus fichas en la Copa Argentina significa que casi todo lo que se hizo se hizo mal y que este torneo es prácticamente una de las pocas salvas que le queda al oficialismo de cara a las elecciones del próximo 31 de octubre. Es decir, la suerte que corra el equipo en Copa Argentina tendrá impacto directo en las posibilidades de un oficialismo que no depende exclusivamente de esto, pero al que la cosa se le complicaría en caso de una eliminación, cualquiera sea la instancia, antes del acto eleccionario.
Todo esto en medio de un proceso futbolístico incipiente, de la mano de un Carlos Tevez que, con sus aciertos y errores a cuestas, está tratando de encauzar el rumbo. Es que lo que depare el ciclo Tevez también formará parte de este revuelto de suerte deportiva y aspiraciones políticas.
Central no llega de la mejor manera desde lo deportivo. Porque tuvo la enorme posibilidad de arribar a este encuentro con el ánimo por las nubes después de esa seguidilla de buenos resultados (con clásico ganado incluido), pero el pasado lunes Central Córdoba de Santiago del Estero le metió un freno importante, obligando a Tevez y sus dirigidos a un replanteo inmediato.
Este Central hace tiempo que no otorga las garantías suficientes como equipo y después de lo ocurrido hace apenas unos días el equipo se pegó un “golpe de realidad”, según palabras del propio Tevez, de aquellos. Por eso, no hay absolutamente ningún indicio que ponga al canalla en una situación de privilegio. Es cierto, Quilmes es un equipo de una divisional menor, pero los problemas futbolísticos propios tienen un peso propio.
El antecedente más cercano ocurrido en Copa Argentina es un buen ejemplo para que en Central sientan que el partido jamás estará ganado antes de jugarlo. Porque fue con otro cuerpo técnico y con un plantel mucho más precario en cuanto a nombres y rodaje, pero ello no invalida el recuerdo de aquello que sucedió en cancha de Unión frente al humilde Sol de Mayo, al que no pudo superar en los 90 minutos de juego y al que logró marcarle la diferencia recién en la definición por penales.
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La última puesta en escena de Central dejó mucho que desear, por el equipo está obligado a levantar.
Leonardo Vincenti / La Capital
Fuera de todo contexto, la Copa Argentina en Central en estos últimos años se transformó en una especie de combustible que mantiene siempre en marcha las ilusiones. Claro, imposible olvidar lo sucedido en la edición pasada, en la que para el equipo dirigido en ese entonces por el Kily González fue debut y despedida, ante Boca Unidos de Corrientes, pero de ahí para atrás siempre hubo una simbiosis entre el torneo y Central. Quedaron ya un tanto lejos aquellas finales perdidas y la posterior coronación en Mendoza (en 2018, de la mano del Patón Bauza), pero hay recuerdos no tan lejanos en el tiempo que hacen que la Copa Argentina sea mirada con cariño.
Central y todos sus problemas a cuestas, va por un paso más en esta nueva edición de Copa Argentina, en la que arrancó con muchas dudas. El nombre está por encima de todos, pero acá hay jugadores que juegan su propia patriada, hay un técnico al que le toca su parte y, sobre todo, una dirigencia que sabe que gran parte de su suerte de cara a las próximas elecciones está atada a los resultados. Todos ellos, hoy, contra Quilmes.