Central va. Haciéndose camino. Transitando entre sus aciertos y errores, aunque hasta aquí hayan pesado más los primeros. De otra forma no se entiende que después de un reinicio (ante Godoy Cruz) que planteó algunas dudas se haya logrado un ritmo sostenido en cuanto a cosecha de puntos, que no llegó de casualidad ni por obra y gracia del cierto grado de imprevisibilidad que tiene el fútbol. Y ya, con seis partidos sobre el lomo, este equipo de Paolo Montero va entregando indicios concretos. Ya la cosa deja de vestirse con simples insinuaciones. Por eso hay cuestiones con las que el técnico estará contento y otras de las que pensará que es necesario prestarles algo más de atención. Si los resultados son producto de los rendimientos, en ambos terrenos la balanza se inclina claramente hacia un lugar.
Desde los resultados es muy poco el terreno a abordar para incursionar en la crítica. Pero ni el propio Montero seguramente se detendrá en los números. El más que nadie está obligado a analizar todo lo que hay sobre la mesa y más también.
A favor, este Central puede exponer claramente su vocación ofensiva (eso quizá sea lo que merezca algunos otros tipos de replanteos, a los cuales se hará referencia). Eso forma parte de la identidad de juego que aún está en vías de formación, pero de la que se está tratando de hacer un modo de vida.
Es lógico que actuando en el Gigante esa postura se fortalezca por la ambición lógica y hasta por la presión que se ejerce desde afuera. Pasa con Central y con la mayoría de los equipos. Pero en este nuevo proceso que encabeza Montero el canalla salió tres veces de Arroyito y siempre propuso un juego ofensivo. Un palo por palo tan entretenido como peligroso. De esos nueve puntos en juego se obtuvieron siete. Todo un indicio acerca de dónde anida la propuesta.
Las obligaciones también deben haber jugado (y juegan todavía) en esto de arriesgar permanentemente. Es que cuando este cuerpo técnico tomó el equipo la situación no era la idea.
Aquel puesto 22 en la tabla de posiciones en el que se había finalizado cuando llegó el receso planteó un escenario complejo, que inexorablemente había que modificar. Y una cosa es ajustarse para mantenerse cuando se goza de una situación de cierto privilegio y otra muy distinta es forzar el crecimiento. Esto último se logra, básicamente, enfundado en la osadía y el deseo de superación.
Por supuesto que mucho tienen que ver los nombres con los que se cuenta. Por ejemplo, para explotar al máximo las condiciones de Marco Ruben o Teófilo Gutiérrez siempre será conveniente abrumarlos con un juego que los abastezca de manera constante, en lugar de tenerlos aislados, a la pesca de cualquier pelota aislada para transformarla en algo más o menos serio.
Y ya quedó demostrado lo que intenta proponer, pero sobre todo que cuando puede, el desequilibrio no es una materia que le cueste demasiado. Claro que para ello tienen que lucir amalgamados los rendimientos de varias de sus individualidades. Lo ocurrido el lunes en cancha de Temperley fue un claro ejemplo, porque ya en los primeros 30 minutos pudo haber liquidado el partido.
A partir de eso es desde donde puede comenzar a visualizarse todo aquello que hoy es materia pendiente, como la falta de contundencia en momentos claves y, además, la sapiencia a la hora de manejar el trámite una vez que está en ventaja. No es marcar y replegarse. En absoluto. Sí saber cuándo bajar un cambio. Le va a costar modificar ese comportamiento si en el verdadero ADN del equipo está ir siempre para adelante, pero es un ejercicio que tarde o temprano va a tener que experimentar.
"Puedo tomar como crítica constructiva que jugamos siempre a un ritmo acelerado", dijo Montero una vez finalizado el encuentro en cancha del Gasolero. Si el técnico también lo entiende de esa manera hay poco más por agregar.
Porque no es nuevo lo que le pasó en Temperley. Algo similar sucedió contra Atlético Tucumán y también en cancha de Sarmiento. En todos esos casos nunca se bajaron las revoluciones y la lógica consecuencia fue dejar expuestos a un mediocampo, en el que hay jugadores que piensan más en ofensiva, y a una defensa que también está en pleno proceso de afianzamiento, en medio del aprendizaje de jugar al límite.
En el juego de errores y aciertos, el andar de Central desde el reinicio del torneo luce cierta firmeza por lo que marcan los números. Y mientras eso suceda siempre será más sencilla la búsqueda del ideal. "Siempre es más fácil corregir cuando los resultados acompañan", fue otra de las frases de Montero. Hasta aquí y con rivales, se intuye, de menor fuste que los que se vendrán dentro de un par de fechas, el saldo es positivo en un camino que parece el adecuado, sin que ello implique algunos mejoramientos que deberán aparecer en la hoja de ruta trazada.