La primera conclusión que arrojó la calurosa noche paraguaya, tras el pitazo final del ecuatoriano Carlos Orbe, es que Central sigue hundiendo el piso de su crisis. No es casualidad que recién en el inicio del cuarto mes del año hayan pasado tres técnicos por el club de Arroyito y hasta ahora las soluciones de fondo no aparecen ni por asomo. Porque ya no están Edgardo Bauza ni el Loncho Ferrari y ahora Diego Cocca, que había comenzado con una victoria auspiciosa en la Superliga ante el tibio Argentinos, ayer también retrocedió varios casilleros en cuanto a poder convencer a sus jugadores para que sostengan un plan de juego asociado y respetarlo con juego y sacrificio. Central ayer fue una sombra, más allá del recambio de jugadores que implementó el DT. No es excusa. La que se vio vapuleada es la camiseta de Central. Lo que faltó en la derrota piadosa ante Libertad fue al menos una declaración de principios para ser competitivo más allá de los apellidos. La realidad es que casi lo que menos importa es que haya quedado al borde de la eliminación en la Libertadores, tras apenas tres fechas jugadas, ya que lo peor es que hoy está muy lejos de tener un boceto de identidad. Y, sin dramatizar, este estado de aturdimiento puede llevar a terrenos todavía más pantanosos.
Es cierto que Diego Cocca apostó fuerte y cuidó a varios habituales titulares ante Libertad, pero eso no significa que el equipo que salió a la cancha haga el mamarracho que cristalizó. Porque empezó con cierta cuota de orden y no se metió atrás, pero a medida que avanzó el reloj y los de Chamot decidieron a pisar el acelerador, la historia se hizo cuesta arriba y las serias falencias canallas en todas las líneas quedaron al desnudo de una manera descarnada.
Central, con o sin titulares, ayer casi que tiró por la ventana la participación en el máximo torneo continental. Una competencia que siempre es un halago jugarla, pero que este pobrísimo presente auriazul hizo que se mire de costado y hasta parece que no se ve la hora de que culmine para no seguir expuesto ante los rivales de más jerarquía del continente. Una situación traumática que daña muchísimo el presente de la institución.
Los dos goles que le asestó Libertad, a través de Matías Espinoza y Jorge Recalde, ambos en el complemento, fueron producto de tremendas desconcentraciones defensivas que ante rivales de jerarquía significan sacar del medio.
Y si bien no se les puede caer a los juveniles, hay varios que no terminan de dar la talla cuando se los convoca a dar la cara en paradas bravas. Tal vez lo más auspicio fue el correcto debut del pibe Rodrigo Villagra. Y otra vez el zaguero Marcelo Ortiz hizo todo mal y hasta terminó expulsado tras una falta artera.
Es cierto que se priorizó poner toda la carne al asador el domingo ante Independiente para engrosar el promedio en la Superliga, pero hasta para ese partido ahora está en duda Matías Caruzzo, que ayer salió con una molestia muscular. Otra de las pálidas de la noche en Asunción.
Volviendo a la Copa, ahora en el grupo H manda Libertad con nueve puntos, lo sigue Universidad Católica con seis unidades y cierran Gremio y Central con un punto. Una tabla que ahora poco importa aunque a Central le reste visitar Porto Alegre y recibir a chilenos y paraguayos.
No pueden caer todas las críticas en Diego Cocca, que hace apenas dos partidos que conduce al grupo, pero los tiempos en Central son apremiantes y las respuestas deberán aparecer cuanto antes. Es indispensable cerrar la Superliga con una victoria ante Independiente, porque caso contrario los interrogantes se expandirán con la animosidad de una mancha de petróleo.
En el Defensores del Chaco la imagen en tiempo real fue decepcionante y seguramente tuvieron la misma sensación los hinchas que siguieron el partido vía Facebook. Central está atrapado en su propia red de limitaciones y deberá levantar la cabeza urgente. La remontada real no puede esperar más.