Alguien dijo alguna vez que el fútbol es un estado de ánimo y en ese contexto este Central tenía todo para prepotear al líder Huracán, sabiendo que la parada no era sencilla, pero que el tenía un contexto que lo favorecía, desde la efervescencia por los 300 partido de Russo hasta ese ánimo en alza que se había traído desde Brasil. El gran signo de interrogación era de qué manera podía responder un equipo nuevamente con muchos cambios, pero estaba el antecedente, confiable por cierto, de Sarmiento. Allí también el equipo falló. Porque lo que se vio fue un canalla que el factor emocional pudo imponerse en la pulseada frente a la falta de juego. Lo corrió siempre desde atrás y lo pagó con una derrota.