A este paso es difícil que Central encuentre oxígeno en el corto tiempo. Es la primera reflexión que se hace, de manera obligada por cierto, ante el primer golpe de vista sobre la campaña que está realizando el equipo de Diego Cocca en medio de un desafío complejo como lo es la lucha por la permanencia. No hay otra forma de pensarlo en medio de la intención de abrir un juicio de valor. ¿Lecturas colaterales? Unas cuantas. Se puede hablar de invicto, de las barreras que impone el equipo para ser superado, de la recuperación que muestra ante escenarios adversos. Pero la más sólida y objetiva es la que pone a este Central en un camino descendente en lo que hace a la productividad. Porque arrancó allá arriba, convencido, pero el trayecto le fue poniendo obstáculos a los que sólo les pudo dar soluciones parciales. De la total efectividad (por supuesto algo imposible de mantener para cualquier equipo) a la pendiente que mantiene enredado en la zona roja, sin ni siquiera pequeños saltos que le hayan producido un mínimo de alivio.
Hablar del presente de Central es hacer referencia a la cantidad de empates logrados de manera consecutiva, que son ni más ni menos que el verdadero ancla que le impide al equipo despegar. Porque sólo esas imágenes del inicio de competencia son las que generaron ilusión en los hinchas.
Desde antes de que comience el torneo estaba más que claro que el canalla debía llegar al final del recorrido con una efectividad alta, metido en zona de copas internacionales, o sea en el tercio superior de la tabla. Transcurridas nueve jornadas, aquellas imágenes esperanzadoras se transformaron en una imagen que no se condice con la realidad.
Hoy la producción está por debajo de la línea media y con ello todo se le hace más difícil al equipo de Cocca. Está la chance de que con poco también le alcance, en caso de sus competidores directos muestren una peor performance que la del canalla, pero eso es ni más ni menos que exponerse a una ruleta rusa. Y, se sabe, en el fútbol no hay peor cosa que depender de terceros para sellar la suerte propia.
El camino más seguro que tiene Central de aquí hasta el final de la temporada es hallar su verdadero potencial para que los números no decaigan, al menos más de lo que ocurrió en este poquito más de tercio del torneo. La efectividad plena del comienzo vio un decaimiento paulatino y sin puntos de sostén, mucho menos de recuperación. Así, del 100 por ciento de eficacia se fue al 77, después al 66, al 60, hasta llegar al 48 de hoy. Es de una tiranía extrema hacer foco o guiarse pura y exclusivamente por los números. No es la idea. Ahora, es la forma más gráfica que hay a mano para exponer una situación desde la objetividad más cruda.
El terreno subjetivo incluye otros tantos factores, como el nivel futbolístico, lo que no es poco, pero amén de las producciones que haya logrado, las historias tuvieron siempre un final repetido. Jugar peor que el rival, hacerlo igual o de manera muy superior le arrojó al canalla los mismos dividendos, siempre tomando como centro del análisis las últimas siete fechas (que son casi el 80 por ciento de lo disputado). Lo único que varió en cada uno de esos casos es el condimento y las sensaciones que los protagonistas (además de los hinchas) le pusieron a cada historia. Para ser más claros: los empates contra Colón, Unión y Lanús tuvieron un sabor muy diferente a los de Patronato y Racing. Pero son simplemente esas sensaciones las que se modifican. Nada más.
Es innegable que la cuestión futbolística tiene su peso y que a la larga será lo que pondrá al equipo en el lugar que verdaderamente merece. Por eso la apuesta es lograr regularidad en el juego y que producciones como las de Racing (se podría incluir también la de Patronato) formen parte del hábitat natural del equipo. Lo que ocurre que hasta aquí se trataron más de cuestiones esporádicas.
Por eso el invicto hoy ya no es tal. O al menos comienza a ser una bandera que se mantiene a media asta. Es difícil que flameen las ilusiones cuando en lugar de “pasos” se dan "pasitos”.
Apenas en un par ocasiones Central se sintió a resguardo de la zona roja del descenso y fueron casos en los que predominaron los males ajenos antes que las bondades propias. Y así ocurrirá mientras el equipo no logre empezar a sumar en la medida de los requerimientos. La necesidad no se va a modificar hasta el final del torneo. Para estar en el lote de arriba no tendrá otro camino que aliarse a una efectividad que, claramente, entró en un ritmo de decaimiento.