En las últimas presentaciones, Fernando Gamboa se está metiendo en el ojo del huracán. Su Newell’s, que había comenzado el torneo con ínfulas de protagonismo y una saludable propuesta de ir al frente en todas las canchas respetando la estirpe leprosa, está perdiendo consistencia y hoy luce confundido.
Más allá de los resultados propiamente dichos (cosechó apenas cinco puntos de los últimos 24 en disputa y sumó tres caídas en fila de local) hay que destacar que tanto el funcionamiento colectivo como los rendimientos individuales, salvo oasis puntuales, ingresaron en una peligrosa rodada cuesta abajo.
La irregularidad dentro de los partidos, la falta de reacción ante la adversidad, los groseros errores defensivos y varios jugadores que para nada justifican la titularidad en la primera rojinegra hacen que hoy el combo no cierre por ningún lado.
Claro que todavía Gamboa tiene el crédito totalmente abierto y suficiente espalda para acomodar los melones en el carro, reinventar su gestión, zamarrear la modorra que a veces muestra el equipo y enderezar el rumbo. Pero el “reloj” leproso de un 2021 desastroso sigue avanzando, no hay mejoras notorias y eso por supuesto que le juega en contra al actual DT.
El Negro no es para nada conformista y sabe que su Newell’s tiene que entregar un formato más agresivo, compacto, astuto y efectivo para que a los rivales no se les haga una tarea sencilla doblegarlo, como ocurrió el pasado lunes ante un Huracán que le ganó casi “sin querer, queriendo”.
El comienzo de la gestión Gamboa pareció marcar un quiebre con lo que venía siendo Newell’s en este raquítico 2021. El envión inicial del equipo del Negro fue prometedor porque, con aciertos y errores, había intensidad y se llegaba al gol por merecimientos y producto de una búsqueda implacable, como ocurrió por ejemplo ante el actual líder Talleres y frente a otro encumbrado como Estudiantes.
Pero con el paso de las fechas Newell’s fue involucionando, las líneas del equipo comenzaron a estar largas, hubo un bajón pronunciado en los rendimientos individuales y más allá de los lesionados los reemplazos no demostraron la voracidad necesaria para ganarse el lugar. Sólo zafan de la irregularidad general Nicolás Castro y Nacho Scocco, por la voluntad y la claridad que tienen para rebelarse y porque delante del arco contrario no se nublan. Incluso entre ambos anotaron 9 de los 14 goles que tiene Newell’s en el torneo, cinco por obra del talentoso volante y cuatro del artillero de Hughes. El resto, poco y nada, sólo insinuaciones, escasos pasajes de confiabilidad, pero en general más errores que aciertos.
Por ello el equipo tras un arranque de torneo aceptable, ahora se metió en el laberinto de las dudas otra vez. Y este es el gran desafío que tiene por delante Gamboa como conductor de grupo: lograr que Newell’s no siga girando en el círculo futbolístico vicioso que traía con Kudelka primero y con Burgos después.
Es que en el 2021 global, Newell’s es uno de los cuatro peores equipos de primera división. Arrancó con Kudelka y la propuesta de juego con tenencia sostenida fracasó. Luego con el formato ultradefensivo de Burgos tampoco se logró el objetivo de cortar la sangría de malos resultados. Y ahora Gamboa, un prócer de la casa que conoce como pocos a Newell’s, tiene el fierro caliente en sus manos y tendrá que darle un cierre digno al tramo final del torneo.
El Negro quiere vértigo, juego asociado e intensidad, una receta diferente a la de sus dos antecesores, pero estas cualidades no logran plasmarse aún con rigurosidad y su equipo no logró todavía romper la curva preocupante del 2021.
Gamboa tiene el carácter, la personalidad y la sabiduría táctica para que Newell’s pueda por fin levantar la cabeza. Tal vez los recursos que dispone en el plantel son acotados, pero está en la mitad del río y deberá arreglarse con lo que tiene para que el tramo final del torneo encienda la esperanza de cara al presente y al futuro. Ahora visitará el sábado a Godoy Cruz y luego en el Coloso, con público, recibirá a Vélez.
Newell’s no puede acostumbrarse a caminar por la cornisa de las urgencias. Y Gamboa necesita darle más temprano que tarde su sello de autor al equipo, ya que la medianía de las últimas presentaciones, salvo la gran victoria ante Lanús, hacen que el horizonte sea incierto. Y estar entre los cuatro peores equipos del año amerita una autocrítica y un renacimiento cuanto antes. Ahí está el gran desafío.