El triunfo electoral del gobierno sacó de la cancha, y de la agenda, temáticas recurrentes que aparecían todos los años, con diciembre al alcance de la mano. La ausencia de esos pronósticos preocupantes tiene otra explicación: el derrumbe inédito del peronismo.
Por fortuna, hoy no se habla en la Argentina de la posibilidad de estallidos sociales y cuestiones por el estilo. No porque la situación social en los conurbanos de las provincias más importantes sea un lecho de rosas, sino porque el triunfo del macrismo ha impuesto también su propia agenda.
Una curiosidad mayúscula que sobresale cuando se habla en off con algunos sindicalistas de la CGT —tal vez, los que debieran estar a la cabeza de la oposición al gobierno de Mauricio Macri— es que la principal barrera que ven hacia el futuro es "el nivel de endeudamiento" y no el aquí y ahora de la dinámica laboral y social. Cambiamos.
También del diálogo con referencias de la CGT sobresale el convencimiento de que "a Macri le quedan 6 años de mandato", dando por sentado que el presidente de la Nación será reelecto. Semejante grisura en el mundillo que representa a los trabajadores es maximizado por el gobierno nacional, hasta para humillar a la CGT en lo gestual: el acuerdo con los sindicalistas fue rubricado en la Sociedad Rural.
La CGT está perdida como pickle en pan dulce luego de las elecciones del 22 de octubre. Todas las apuestas que hicieron, fracasaron. Previamente, el candoroso trato hacia la Casa Rosada provocó que su dirigencia sea corrida del palco por las bases. La crisis del peronismo impacta directamente en el sindicalismo de los gordos que, obviamente, reporta al PJ.
Algún trasnochado podría creer que la CGT no tiene nada que reclamar ante una supuesta magnificencia de la gestión macrista. No es así. Los precios de las cosas siguen aumentando, la inflación no se baja del pony (antes andaba a caballo, debe decirse) y las tasas siguen altas. Impacta de lleno en el sindicalismo tradicional el rechazo a los viejo que se produce en la política. Hoy, todas las encuestas ubican en un pésimo lugar a los caciques sindicales.
Las escenas de la intimidad de la reunión de gobernadores que algunos cuentan en off son un mix de buen humor y patetismo. "(Juan) Schiaretti y (Juan) Urtubey parecen gobernadores de Cambiemos. Cuando (Rogelio) Frigerio pidió que levanten las manos los gobernadores que estaban a favor del acuerdo, Schiaretti y Urtubey ya la tenían levantada hace dos horas", narró una fuente a LaCapital.
Lo curioso es que el cordobecismo y el peronismo romántico de Urtubey fueron arrasados en sus territorios por Macri. El jefe del Estado primero les sacó los votos y ahora los fondos.
Creen también los gobernadores que no hay ninguna chance de que el peronismo imponga en los dos años que faltan para las elecciones a algún candidato capaz de mojarle las orejas al presidente. Schiaretti está convencido de que la única forma de retener Córdoba es hacer seguidismo de Macri. Aprovecha que su jefe político, José De la Sota, no sólo se dedica a la venta de ropa, sino que también es modelo y se pasea por las pasarelas. Créase o no.
A Macri le salen todas. Ahora, la buena nueva le viene desde Fútbol para Todos, que parece haber sido una cueva de coimeros repleta de anécdotas increíbles. La mediatización de los escándalos impacta en la grey futbolera toma una dimensión popular todavía superior a los casos de Julio De Vido. Fútbol, pasión de multitudes y de negocios sucios.
El presidente de la Nación le dijo a LaCapital varias veces, en conversaciones mantenidas con grabador apagado, que el ambiente del fútbol es "mucho peor" al de la política y contó episodios que sólo podrían ser verosímiles en el ámbito de los negocios del fútbol. Hoy, todo eso sale a la luz diariamente bajo el formato que narra el coimero-arrepentido Alejandro Burzaco.
A tal punto, Cambiemos está en un momento de viento a favor que los desaguisados de Fútbol para Todos se revelan en paralelo a la implementación del sistema de fútbol pago, que levantó olas de críticas entre muchos futboleros.
Pero la más extraordinaria de las victorias macristas es haber disciplinado a los gobernadores peronistas al punto de que acepten, sin chistar, que se le otorguen 65 mil millones de pesos a la gobernadora no peronista María Eugenia Vidal. Jamás de los jamases, un peronismo de pie, con gobernadores peronistas en serio, hubiera aceptado semejante situación que, de hecho, puede condenar al PJ a no gobernar nunca más la provincia más importante del país.
El origen y desenlace de todos los triunfos macristas está ahí, en provincia de Buenos Aires. Nada hubiera pasado si Vidal no le ganaba a Aníbal Fernández, hoy caminando por la cornisa que divide a la libertad de la vida carcelaria.
Es destacable que Macri rompa con una lógica individualista y repleta de politiquería de otros presidentes que, históricamente, negaron cualquier apoyo extraordinario a gobernadores bonaerenses por temor a que se conviertan en rivales políticos a la hora de la sucesión. Macri sí lo hizo.
Y será ese punto el próximo a analizar desde el periodismo político. ¿Qué pasará con la sucesión adentro de Cambiemos? ¿Irá Macri por cuatro años más, agotando su experiencia en 2023? ¿No estará pensando en reservarse esos cuatro años para más adelante? Néstor Kirchner decía que el poder era "tener siempre una reelección a mano, la caja y la obra pública".
Macri, por el momento, dispone de las tres herramientas
Propietario: © Editorial Diario La Capital S.A. Inscripta en la Sección Estatutos del Registro Público de Comercio de Rosario al T° 80 F° 3602 N° 197 en fecha 19 de mayo de 1999. Dirección Nacional del Derecho de Autor (Registro de propiedad intelectual en trámite). Prohibida toda reproducción total o parcial del contenido de este diario. Dirección, redacción, comercial, circulación y administración: Sarmiento 763, Rosario, CP 2000, provincia de Santa Fe.