A Silvina le pasa como a Susana Giménez. Pocos usan su apellido, porque en el centro rosarino madres y padres la nombran así, “Silvina, de Personitas”, y todos saben de quién se trata. Silvina Bertero es la dueña de la peluquería Personitas, de calle Urquiza al 1000, y desde el año 1986 le corta el pelo a cuanto niño o niña pasa por ahí. Ella tiene un diferencial que pocos conocen: es maestra jardinera. Eso explica por qué al ingresar a la peluquería la primera sensación es que se entra a un mundo de juegos.
“Una vez una clienta me dijo que para un niño venir acá era como ir a una juguetería y poder tocar y jugar con todo lo que hay”, recuerda Silvina en esta entrevista con suplemento Negocios de La Capital. Y dio en la tecla, porque en esta peluquería las paredes están cubiertas por muchos juguetes de calidad a disposición de los pequeños y además hay un pelotero, cama elástica, tobogán, hamacas, entre otras diversiones. Y, claro, allí mismo niños y niñas se cortan el pelo mientras juegan a la play o con juguetes que les dejan sobre la silla.
La historia de Silvina es así: ella estudió maestra jardinera y cuando estaba haciendo las prácticas en una escuela pública conoció al único peluquero especializado en niños que había en los ochenta. Él fue su primer maestro, y le apasionó ese trabajo. Ahí comenzó a formarse con distintos cursos de peluquería y en un momento se le ocurrió la idea de cortarles el pelo a los niños de la escuela humilde en la que trabajaba para ir agarrándole la mano a los cortes de pequeños. La experiencia fue muy buena, iba después de hora y las madres que quisieran podían llevar a sus niños para cortes gratuitos. Allí aprendió la base del oficio y luego se animó a ir a más.
El boca a boca no falla
El crecimiento de Personitas fue paso a paso. Primero trabajó en un local pequeño y luego dio el salto al local actual, donde funcionan desde hace más de 30 años. Como tiene muchos metros cuadrados, se le ocurrió armar un pelotero con múltiples juegos. Así es como el espacio no sólo funciona para cortes, sino como espacio lúdico.
A la hora de hablar de números, cuenta que por día se cortan el pelo entre 20 y 25 niños que eligen a Silvina también por su trato especial, algo que tiene que ver con su ADN. “Toda la vida me encantaron los niños, de chica cuidaba a los hijos de mis vecinos. Y, por supuesto, me siguen gustando, la verdad es que tengo esa paciencia especial, no le pongo voluntad, me nace”, dice y al describir qué es lo que más le gusta de los más chiquitos agrega: “Su sinceridad, inocencia, espontaneidad y además son muy divertidos”.
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A la peluquería de Silvina llegan niños de distintos puntos de la región. Con ella trabaja su hijo Mauro y su asistente Melisa.
Foto: Sebastián Suarez Meccia / La Capital
Respecto a qué cuestiones de su formación como maestra jardinera aplica en la peluquería, dice: “El canto, muchas veces les canto a los niños y sobre todo el hecho de hacerles perder el foco de atención en el corte. Lo que hago es empezar a hablarles de otros temas, proponerles juegos, darles juguetes que nadie tiene, que son exclusivos de acá”. Es que de sus viajes siempre se trae juguetes nuevos que no se encuentran en el país.
No sólo para rosarinos
A Personitas llegan niños desde distintos lugares. Mientras se realizaba la entrevista de La Capital, una madre cuenta que vino desde San Nicolás porque su niño no quiere cortarse el pelo en otro lado. “Tengo clientes que vienen de España o de Italia, son rosarinos que viven allá y se cortan el pelo dos veces al año, así que cuando están acá vienen”, cuenta Silvina. Además, agrega que viene mucha gente de ciudades cercanas a Rosario. Junto a ella trabaja su hijo Mauro y desde hace 17 años tiene a Melisa que la asiste en todos los detalles para que los niños y niñas tengan una buena experiencia en la peluquería.
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Manos a la obra: Silvina delante y Mauro detrás. En las vacaciones de invierno la peluquería fue un boom en los dos turnos.
Foto: Sebastián Suarez Meccia / La Capital
Otra cosa que le pasa es que muchos padres aprovechan a cortarse también ellos porque tienen el pelotero que entretiene a sus hijos. Silvina cuenta que al principio no le gustaba esa idea, pero luego se fue acostumbrando. “Incluso tengo clientes que venían cuando tenían 2 años y ahora tienen 30 y siguen viniendo”, concluye.