La caída de Los Pumas en su debut mundialista condicionó al equipo argentino. No sólo porque había quedado en deuda con el juego, sino porque además la victoria no admitía más demoras. Había que mejorar y ganar. Ante Samoa tenían que cambiar la imagen que dejaron ante Inglaterra con la presión de saber que solamente servía una victoria. No fue un partido fácil desde lo psicológico y para colmo los factores externos tampoco ayudaron, ya que la lluvia complicó el escenario e hizo que la pelota, mojada y resbaladiza, sea ingobernable. Más allá de eso, al equipo argentino -que tuvo un gran dominio territorial y de posesión-, le faltó definición, producto de las malas decisiones en ataque de sus jóvenes conductores (Bertranou y Carreras), algo que no le permitió definir antes el encuentro y terminar sufriendo sin necesidad. Al final de cuentas fue victoria argentina por 19-10, y por el momento que atraviesan Los Pumas, era lo único que importaba. En ese contexto, sobresalió la figura del wing rosarino Emiliano Boffelli, quien tuvo una actuación descollante y fue elegido el jugador del partido.